viernes, 5 de diciembre de 2025

DESASIMIENTO TOTAL

 

La espiritualidad de instrumento — Desasimiento total

Desde este punto de vista se comprende por qué un instrumento que obra con libertad (como en este caso el ser humano en cuanto animal rationale), en virtud de su carácter de instrumento ha de luchar seriamente por un desasimiento total de sí mismo, sobre todo de su enferma voluntad propia. Porque donde hay una voluntad caprichosa, el instrumento cesa de estar unido a la causa principalis y ya no se deja guiar por ella hacia todas las tareas y metas para la cual dicha causa principalis lo ha previsto y lo quiere usar.

Para nosotros Dios es y sigue siendo siempre la causa principalis. Para estar continuamente a disposición suya como sus instrumentos, luchamos por todos los medios por alcanzar una santa indiferencia ante todo lo creado. Esa santa indiferencia sólo se puede alcanzar mediante un agere contra o bien mediante una disposición positiva general a asumir las dificultades, incluso las máximas, tal como se expresa en la inscriptio y se pone en práctica en la vida cotidiana, cuando abrazamos y sobrellevamos la cruz y los sufrimientos no sólo con paciencia sino también con alegría, cuando acogemos con amor los desprecios, cuando amamos concretamente la cruz.

Cultivando con seriedad la inscriptio, nos vaciamos de nosotros mismos y así estamos en condiciones de ser colmados por Dios, a fin de que él nos utilice para sus metas. Todo lo que nos impida en nuestra obra de vivir y trabajar fundados en la inscriptio, nos desprende y separa en la misma medida de Dios, obstaculiza el flujo de su fuerza y de su gracia hacia el instrumento y el "sí" pleno e ilimitado a sus objetivos.

Nuestra voluntad caprichosa, el escollo más grande para nuestro carácter de instrumentos, sólo puede ser vencida por una obediencia perfecta y signada por el amor. De ahí la importancia y el lugar que ocupa la obediencia en el marco de la espiritualidad de instrumento. Así se comprenderá por qué nosotros ponemos un énfasis tan extraordinario en esa obediencia familiar: una vez que pasamos a ser miembros e hijos de la Familia por el compromiso de perseverar, integramos a la Familia esa obediencia familiar como único vínculo jurídico.

 

DESASIMIENTO TOTAL - 2 - Vinculación total

Nos desprendemos de toda voluntad caprichosa, de todo egocentrismo del corazón para entregarnos por completo a Dios y sus deseos, tal como éstos se nos manifiestan en el deseo y voluntad de la Iglesia y de nuestros superiores, en las instrucciones de nuestras santas constituciones y usos. Con razón no nos apegamos a una única tarea en cuanto tal, trátese de la adoración, de la educación y docencia dentro o fuera de la Familia, la pastoral parroquial o atención de las familias, confección de vestimentas sagradas, labores literarias o artísticas, trabajo en la diáspora o en las misiones. Nuestra íntima ley de vida es y sigue siendo la ley del amor, que en todo momento da prueba de su eficacia y autenticidad mediante un perfecto espíritu de obediencia y un perfecto cumplimiento de la obediencia.

El instrumento libre, por ser instrumento, necesita de la fuerza y gracia del Dios vivo que quiere utilizarlo. Por eso se empeña siempre por un duradero y profundo desposorio entre las propias y débiles fuerzas que Dios le dio, y la gracia de Dios. Cuando este desposorio alcanza un determinado grado, puede decir, con san Pablo: "Todo lo puedo en aquel que me da fuerzas".

De ahí se explica la inclinación del instrumento libre a la oración y a la recepción de los sacramentos. Éste es el cimiento de la inconmovible certeza de la victoria que tiene el instrumento perfecto. San Agustín dice con acierto: Quien ame el rostro del omnipotente no temerá el rostro de los poderosos de este mundo. Una profunda sabiduría de vida se esconde en los dichos: "La oración tiene un brazo largo" o bien: "El hombre unido a Dios es la potencia más fuerte, es el partido más poderoso". Desde el punto de vista de la instrumentalidad comprendemos también las palabras del Señor: "El que me envió está conmigo y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".

El instrumento enviado por Dios y utilizado por Dios aúna, de manera admirable, confianza y actividad propia, humildad y generosidad. En razón de la unión a Dios continua y vigorosa, es un maestro y héroe de la confianza, de la valentía y de la generosidad. Dios lo creó libre y con capacidades propias. Por eso no se cansa de poner esas capacidades al servicio de Dios. Al realizar exitosamente su tarea mantiene la conciencia de que Dios es la causa principalis, y él mismo ha sido sólo una causa instrumentalis. En toda circunstancia, incluso al cosechar grandes éxitos, permanece silenciosamente conforme y a la vez hondamente humilde. Porque sabe qué es lo que tiene que atribuir a sí mismo y qué a Dios. Faltas y pecados no lo desalientan: son sólo "malezas en el jardín personal". Más bien lo impulsan a arrojarse nueva y más profundamente a los brazos de Dios, a desposar la debilidad propia con la fuerza y la gracia de Dios y, de ese modo, revitalizar la conciencia de ser instrumento.

(Continuará)

viernes, 21 de noviembre de 2025

LA ESPIRITUALIDAD DEL INSTRUMENTO

La espiritualidad de instrumento — Características y fecundidad

El ensayo sobre "La espiritualidad del instrumento" surge fundamentalmente de la fuente de nuestra alianza de amor, pero es asimismo fruto de la decisión del padre Kentenich del 20.01.1942 y de la experiencia concreta en el campo de concentración de Dachau. Fue escrito allí en Abril de 1944, al cabo de dos años de prisión.

El presente texto ofrece las declaraciones básicas sobre el tema de la instrumentalidad. Se lo leerá con mayor provecho teniendo en cuenta el trasfondo de la vida en el campo de concentración. Si en esas experiencias límites que ponen en riesgo su vida, el ser humano no se desprende de lo terrenal y se pone totalmente en manos de Dios y se deja guiar por él, difícilmente logre sobrevivir conservando su equilibrio psicológico. Y justamente merced a esa vivencia de desasimiento de lo terreno y abandono en Dios, el hombre crece en grandeza humana e íntima seguridad. Dios mismo y su gracia triunfarán en su vida.

El texto ha sido tomado del ensayo escrito en Dachau en 1944: "Espiritualidad mariana del instrumento", Vallendar-Schönstatt, 1974, p. 3-8,28-31 y 34-39.

 

En primer lugar algunos pensamientos sobre la instrumentalidad o sobre el carácter instrumental de nuestra espiritualidad en cuanto forma de vida. Desde este punto de vista la espiritualidad instrumental posee seis cualidades:

1. Desasimiento total,

2. vinculación o entrega total,

3. alto grado de disposición al compromiso o bien incansable espíritu de conquista,

4. carácter de expresa parusía o aparición,

5. seguridad liberadora,

6. gran fecundidad.

Para comprender cabalmente estas cualidades, recuérdese que, por esencia, un instrumento presupone siempre una persona que lo utilice, presupone que sea eficaz en razón de esa causa principalis efficiens, y que concentre todas sus fuerzas y capacidades en la consecución de un objetivo determinado por la causa principalis y hecho suyo por la causa instrumentalis (cuando ésta es un ser dotado de razón y libre albedrío). Así pues se habla con razón de un instrumentum conjuctum, vale decir, conjunctum totaliter in quantum fieri potest cum causa principali: un instrumento unido a la causa principalis de la manera más perfecta posible.

(Seguirá la próxima semana)

  

viernes, 14 de noviembre de 2025

Desvelar el misterio de la santísima Virgen

El administrador de este ‘Blog del Padre’ se esfuerza, con la publicación de los textos del Padre Kentenich, en dar a conocer la figura de nuestro Fundador, su pensamiento, su vida y misión. Esto no impide su aceptación y conformidad personal con la doctrina de la Iglesia.

En su alocución del 9 de noviembre desde el balcón del Vaticano el Papa León dijo entre otras cosas lo siguiente:

"Como el Evangelio nos recuerda en el episodio de la purificación realizada por Jesús en el templo de Jerusalén, el verdadero santuario de Dios es Cristo muerto y resucitado. Él es el único mediador de la salvación, el único Redentor", proclamó el Papa en la alocución del Angelus en la misma semana que se ha generado un intenso debate sobre el título de "corredentora" para María, que Doctrina de la Fe desaconseja vivamente en su documento Mater populi fidelis.”

Recordé al leerlo lo que nuestro Fundador dijo cuando celebró sus 73 años de vida en Milwaukee. Se puede leer en el libro “Con María hacia el nuevo milenio”. Dice así:

 

 “Quizás la declaración sobre sí mismo más íntima y amplia del padre Kentenich se halle en la siguiente cita breve. Ha sido tomada de una alocución pronunciada en Milwaukee, en el "Santuario del exilio", cuando el padre Kentenich celebraba sus 73 años de vida. Considerando las circunstancias penosas ligadas a su nacimiento, estas palabras arrojan tanto más luz sobre su convicción, madurada en la fe y a lo largo de los años, de haber sido llamado desde el seno materno para anunciar al mundo el "misterio de María".

El texto se halla en "Mit María ins neue Jahrtausend. Ausgewählte Texte zur Sendung der Gottesmutter" (Con María hacia el nuevo milenio. Textos escogidas sobre la misión de la santísima Virgen) (editado por G. Boll y otros) Vallendar - Schoenstatt, 2000, pp. 153- 154).

En las últimas semanas hemos escuchado en varias oportunidades las palabras que Dios le dirigiera al profeta Isaías: "Antes de formarte en el vientre te elegí, y te llamé por tu nombre: mío eres tú". Palabras que se adecuan perfectamente a este día, a esta celebración que hoy nos reúne en el santuario. ¿Qué significa: "Te llamé por tu nombre: mío eres tú"? En primer lugar, que Dios me llamó a la vida. Creemos que Dios hoy, hace 73 años, habló así. Dijo: te saqué de la nada y te di la vida. Hace 73 años me llamó por mi nombre y me dijo: mío eres tú. Me dijo: mío eres tú con tu originalidad y tu misión original…

Si le preguntásemos a san Pablo cuál fue su misión, nos respondería: se me dio la misión de anunciar al mundo el misterio de Cristo, de Cristo el Redentor, el Mediador, la Cabeza del Cuerpo Místico. Espontáneamente preguntamos ahora cuál es la misión que se me encomendara a mí hace 73 años. Teniendo en cuenta lo que dijimos de san Pablo, me permito decir: mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de la santísima Virgen. Mi labor es proclamar a la santísima Virgen, darla a conocer a nuestra época como la colaboradora permanente de Cristo en toda la obra de redención, como la corredentora y mediadora de las gracias; la santísima Virgen, en profunda biunidad con Cristo y con la misión específica que ella, desde su santuario, tiene para nuestro tiempo.” Hasta aquí las palabras de nuestro Padre Fundador.

 Kentenich Reader, Tomo 1, pág. 81

 


sábado, 8 de noviembre de 2025

MARÍA, CORREDENTORA Y MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS

Nuestro Padre fundador nos explica en una de sus conferencias del año 1952 la tarea de la Santísima Virgen en el orden de la salvación del género humano. Dice así:

“¿Cuál es entonces, mi tarea personal y la de todos nosotros? Queremos resolver problemas. Mi tarea es mostrarles a la Virgen María como la gran señal, así como Dios la pensó desde la eternidad y tal como nos la reveló. La imagen es tan universal y hermosa que no se puede agotar en un par de conferencias.

a. Ahora les recuerdo que María es la colaboradora permanente del Señor en la economía de la salvación. ¿Qué significa colaboradora permanente? Ella ayudó a Cristo en la encarnación, cuando era niño y bajo la cruz. Su ser, con todas sus fibras, indica siempre hacia Cristo, hacia la entrega a Cristo y a su obra. Quien se entrega a María cae en una cascada de Cristo. ¿Pueden imaginarse una catarata? Si yo quiero al papá y a la mamá entro también en el orden sobrenatural. No hay nada que nos lleve tan rápidamente a Dios como la entrega a María. Es caer en un remolino, en un remolino de Cristo, del Padre, de la santísima Trinidad. Primero tengo que amar a María y entonces recibiré también la comprensión para captar la proposición de solución que Ella me ofrece.

b. Quisiera nombrarles un segundo punto. María es la gran aplastadora de la serpiente. ¿Qué significa ello? ¿Quién debe aplastar la cabeza del demonio? La Virgen María, es la misión de María.

c. Ella es la educadora del pueblo. ¿De qué nos sirven los grandes congresos convocados en la tierra, si no se ejecuta un trabajo acucioso y concreto en la educación? Entonces sólo con grandes movimientos de masas, sin sentido. ¿A quién pensó Dios como la gran educadora? A la santísima Virgen. ¡He ahí a tu Madre! Ser madre significa ser educadora, no sólo concebir y dar a luz. Allí donde se levantan santuarios de Schoenstatt, María está actuando como la gran educadora.

d. ¿Cómo es, entonces, la imagen de María? Ella es la corredentora y la medianera de todas las gracias. Está entre Dios y nosotros. Está de nuestra parte y también de parte de Dios. Quisiera desarrollar un poco este punto de vista.

El propósito perseguido es siempre la solución de nuestros problemas. Quiero demostrarles hasta qué punto la santísima Virgen está de nuestra parte.

Ella es garante y la representante de lo auténticamente humano. Allí encontramos situaciones en las que Jesús se da con una inaccesibilidad divina. Cristo, Hombre-Dios trata a su Madre con una inaccesibilidad divina, no humana. Y la santísima Virgen es tan humana, como cualquier mujer noble. Por eso es la representante de lo humano. Ella es también la mujer que ha probado todas nuestras aflicciones. Ella es la garante porque tiene voz y voto en el consejo de la santísima Trinidad —humanamente dicho— para que el buen Dios sea "algo más humano" en el gobierno del mundo. Espero que comprendan bien lo que estoy diciendo. Es mejor si tomamos un solo pensamiento: María es la garante y la representante de lo auténticamente humano:

a. en su desarrollo espiritual

b. en nuestro desconcierto espiritual. Las incomprensiones, los enigmas que trae la vida afligieron a la santísima Virgen con igual intensidad que a nosotros.”

Padre José Kentenich

María en la educación al servicio de otros

sábado, 1 de noviembre de 2025

LA FE EN LA MISIÓN

La alianza de amor schoenstatiana apunta en primer lugar a una profunda unión con la santísima Virgen. Ella está en el primer plano. El que se consagra a ella pasa a pertenecerle por completo; y la Madre del Señor le brinda hogar y lo educa para hacer de él un "hombre nuevo".

Esa íntima comunión no es sólo una meta para el propio crecimiento personal, sino que se pone al servicio de una tarea y una misión para el bien de los demás, para Schoenstatt, para la Iglesia y para el mundo. El discípulo ha de convertirse en apóstol. De la espiritualidad y mensaje de la alianza de amor surge naturalmente el mensaje de la fe en la misión. Y esa fe se enmarca en la instrumentalidad.

No es casual que estas categorías de nuestra espiritualidad (fe en la misión y espiritualidad de instrumento) se desarrollaran en la época de la confrontación con el nacionalsocialismo y apuntaran a alcanzar la cumbre del segundo hito de la historia de Schoenstatt: el 20 de Enero de 1942.

En el umbral de esta etapa de desarrollo del segundo hito, se halla la Segunda Acta de Fundación. De ella se ha extraído el presente texto sobre la fe en la misión.

 

- Cultiva con sumo cuidado la conciencia divina de tener una misión y de ser un instrumento.

- Es muy necesaria la acentuación de la conciencia divina de tener una misión y de ser instrumento. Así lo sabe toda persona depositaria de un conocimiento mayor del orden salvífico y de la situación de la actualidad.

- Sólo pueden intervenir más profundamente en el reino de Dios los hombres y comunidades que mantengan su clara vocación y misión. Es una norma evidente que rige desde siempre. Y prueba de ello son no sólo los sacerdotes y profetas del Antiguo Testamento sino también Jesús, los apóstoles, la opinión de la Iglesia y el sentir del pueblo católico.

- Jesús se retiraba a orar y enviaba a quien quería. Le interesaba inculcar a los suyos: "No me elegisteis vosotros a mí; yo os elegí a vosotros". Y en la oración sacerdotal dice al Padre del cielo que había custodiado a los que él les había dado.

- Los apóstoles, comenzando por san Pablo, ponen el acento en que ellos son enviados de Dios y de Cristo.

- En la teoría y en la práctica, la Iglesia se atiene a la norma de que nadie puede ser elegido ni enviado que no haya sido llamado como Aarón.

- El sentir del pueblo católico reservó los términos "misión" y "vocación" para las personas y comunidades con esa expresa misión divina.

- La situación actual nos recuerda una ley que formuló Donoso Cortez basándose en su observación de la historia del mundo y de la Iglesia: existen épocas en las cuales la Iglesia es perseguida en todos los frentes, y a pesar de empeñar todas sus fuerzas, no logra salir de las catacumbas. Y cuando la Iglesia reconoce honda y vitalmente la limitación del elemento humano en ella, aparece entonces el Dios eterno en el pináculo del templo, sopla la trompeta y se derrumban los muros de Jericó. En tales tiempos hay que estar pertrechado con la férrea convicción de tener una misión especial de parte de Dios y, por ende, de ser depositario de fuerzas divinas. De lo contrario se estará condenado desde un principio a la infecundidad, al desaliento, a la pasividad y la derrota. Sólo quien esté investido de la inconmovible confianza en esas fuerzas y misiones divinas podrá internarse en la alta y borrascosa mar de la vida.

Kentenich Reader, Tomo 2

viernes, 24 de octubre de 2025

RECONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS - en las corrientes de la época y acontecer mundial

En la conciencia de la Familia está presente, con mayor fuerza aún que la estructura del ser de las cosas, la cuarta fuente instrumental de conocimiento por la cual discernir el deseo y voluntad de Dios: las corrientes de la época y el acontecer mundial, las providencias y disposiciones en la propia vida y en la vida de la Familia. No resulta difícil demostrar cómo la Familia, en su origen y desarrollo, se nutre hasta hoy de esa fuente. Y lo hace de manera muy notable.

Hemos escuchado y declarado muchas veces que la fundación y construcción de la Familia no se apoyó en visiones ni sueños visionarios, sino lisa y llanamente en la fe práctica en la divina Providencia. Una fe que detrás de las crisis y necesidades de la época, detrás del acontecer mundial y detrás de la conducción y disposiciones en el ámbito más personal, supo ver y reconocer, siempre con claridad y nitidez, la mano paternal de Dios y el deseo de Dios. Y supo responder a ese deseo. Hablamos de la mano paternal de Dios, una mano que va atando y tejiendo, una mano bondadosa y poderosa. Por eso no nos cabe a nosotros el reproche de Jesús: "Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y el cielo ¿cómo entonces no sabéis interpretar el momento presente? (Lc 12,56).

La base del contrato y del Acta de Fundación es el deseo y la voluntad de Dios, tal como los percibimos, con fe en la divina Providencia, en la historia de la congregación mariana. Reparemos en el pasaje que dice: "¡Cuántas veces en la historia del mundo lo pequeño e insignificante fue la fuente de cosas grandes, magníficas! ¿Por qué no habría de suceder lo mismo en nuestro caso? A quien conozca el pasado de nuestra congregación no le resultará difícil creer que la divina Providencia tiene un designio especial para con ella". En los albores de la historia de nuestra Familia no está por lo tanto el hombre, sino Dios; no la voluntad humana sino el plan y el deseo de Dios. El pequeño hombre trató y trata de descubrir respetuosamente los planes de Dios y hacerlos suyos.

Desde entonces existe entre nosotros la costumbre, una costumbre que se fue ahondando y ampliando, de preguntarse ante todas las situaciones y acontecimientos: ¿Qué quiere Dios con esto? ¿Cuál es el plan de la divina Providencia? Somos "hijos de la guerra" a quienes se sacudió y zamarreó fuertemente; de ahí que tengamos incorporada esa pregunta hasta la médula, al punto de convertirse para nosotros casi en una segunda naturaleza. Para profundizar lo dicho léase lo que se dice en "Bajo la protección de María". Y obsérvese especialmente las frases centrales sobre la fe en la divina Providencia en el Acta de Fundación.

Quien conozca la historia y el alma de nuestra Familia, sabrá que también nuestra victoriosa fe en la misión hunde sus raíces en la fe en la divina Providencia. La fe en la misión, en todos sus grados, hasta la pasión por la misión, es parte de la esencia del cristianismo, y con mucho mayor razón es parte de la esencia del sacerdocio. Por el bautismo y el orden sagrado, como también por la confirmación, se nos marca con un character indelebilis que nos sumerge de manera misteriosa y profunda en la corriente de la misión del Dios hecho hombre. Como él, así también nosotros hemos de estar apasionados por esa misión y su victoriosidad.

Que san Pablo nos sirva de ejemplo. Lo que dice san Pablo sobre su misión de apóstol deberíamos poder decirlo también de nuestra misión de cristianos y sacerdotes: vivir y actuar en alas del "missus sum". Los primeros cristianos estaban tan entusiasmados por su misión y convencidos de ella que, a pesar de su escaso número, se animaban a decir: "Somos el alma del mundo". Lamentablemente la cristiandad actual ha perdido en gran medida esta victoriosa fe en la misión. De ahí que haya tanto cansancio, tristeza, parálisis.

                                Kentenich Reader, Tomo 2

viernes, 17 de octubre de 2025

RECONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS

Según las enseñanzas del padre Kentenich, la espiritualidad de Schoenstatt es depositaria de tres mensajes: la alianza de amor, la fe en la divina Providencia y la fe en la misión. A estos tres mensajes corresponden tres caminos: la espiritualidad de alianza, la santidad de la vida diaria y la espiritualidad de instrumento.

Ya al echar una primera mirada sobre estas categorías básicas de nuestra espiritualidad, se advierte que, junto con la alianza de amor, la fe en la divina Providencia ocupa un lugar central. Y al observar con mayor detenimiento se percibe enseguida en qué medida en este mensaje de la fe en la divina Providencia subyace también una especial originalidad y misión del padre Kentenich y de su espiritualidad. Esa originalidad se nos manifiesta cuando planteamos la pregunta: ¿Cómo reconocer la voluntad de Dios en el marco de su providencia? La teología y espiritualidad corrientes nos responderían enseguida remitiéndonos a la revelación en Jesucristo, a las Sagradas Escrituras, a la tradición y a la doctrina de la Iglesia. …… Pero el padre Kentenich escoge un punto de partida más abarcador. Le interesa poner a disposición medios auxiliares para la toma de decisiones en la vida diaria (santidad de la vida diaria). ….

El texto que sigue expone los criterios elaborados por el padre Kentenich para reconocer la voluntad de Dios.

 

“En todo la espiritualidad del instrumento se basa en el deseo y voluntad de Dios. De ahí que ponga mucho énfasis en conocer esa voluntad. Está en su misma naturaleza aprovechar como fuente de conocimiento el carácter instrumental de las cosas creadas: la palabra hablada, las causas segundas, la estructura del ser de las cosas, las corrientes de la época, el acontecer mundial o las disposiciones y permisiones en la vida personal.

La palabra de Dios

1. Dios nos habla mediante las Sagradas Escrituras y las mociones y luces interiores

Por eso la espiritualidad de instrumento se deja inspirar con gusto por la palabra de Dios, vale decir, lee con gusto las Sagradas Escrituras. Lo hace a menudo, con provecho, reparando cuidadosamente en las inspiraciones de la gracia.

Para no errar en lo concerniente a la lectura de las Sagradas Escrituras, se atiene a la interpretación de la Iglesia; y para no errar en lo concerniente a las mociones interiores, pone empeño en cultivar una sencilla apertura ante el confesor o director espiritual.

2. Las causas segundas libres

Dios creó libre al ser humano y por respeto a esa libertad lo utiliza con gusto como corregente en el gobierno del mundo. Así hay que entender el axioma: Deus operatur per causas secundas liberas. En este sentido puede aplicarse análogamente a Dios y su praxis la ley de la transferencia orgánica, vale decir, la sabiduría eterna transfiere al ser humano una parte de sus cualidades, por ejemplo, una porción de su sabiduría, poder, bondad y fidelidad, a fin de guiar, ganar y vincular a sí otros hombres. Por lo común, mediante esas personas Dios comunica sus deseos e intenciones a otros. Así procedió con san Pablo luego de su conversión: lo condujo hacia Ananías, quien le había de decir qué hacer.

La espiritualidad del instrumento posee un órgano formado para percibir la voluntad de Dios en fuentes de conocimiento que en sí mismas son instrumentos. No espera obstinadamente a que Dios le comunique directamente su voluntad, sino que mantiene un fino oído para todo lo que Dios le haga saber mediante instrumentos, mediante causas segundas libres. De ahí que sencillamente tome como norte el deseo y voluntad de la Iglesia y de los superiores, los estatutos y las costumbres. Porque precisamente es Dios quien le habla clara e inequívocamente por esas vías. Mientras los escuche y sea dócil a ellos, estará a salvo del peligro del autoengaño y de las insinuaciones del Maligno.

Entre nosotros esa fuente de conocimiento estuvo presente y fue utilizada intensamente ya desde los albores. Testimonio de ello es el organismo de vinculaciones, usual entre nosotros, con sus diferentes leyes: ley de la transferencia orgánica, del traspaso y ahondamiento orgánicos y de la transmisión orgánica.

[…]

3. La estructura del ser de las cosas

Desde siempre la estructura del ser de las cosas desempeñó un papel especial entre nosotros, los que continuamente nos esforzamos, tanto ayer como hoy, por discernir el deseo y la voluntad de Dios. He aquí la fuente que nos señala la gran ley que, a modo de un hilo rojo fácilmente reconocible, recorre nuestra "santidad de la vida diaria", nuestras costumbres y pedagogía: Ordo essendi est ordo agendi: el orden objetivo de ser es la norma de todo nuestro estilo de vida, hasta en sus mínimos detalles.

Partimos del hecho de que las cosas creadas son no solamente ideas encarnadas de Dios sino también deseos de Dios. Consideramos toda cosa creada como una palabra de Dios y una palabra que nos habla de Dios. Por eso todas las cosas creadas, tanto naturales como sobrenaturales pueden ser contempladas como un libro que habla sobre Dios, como una viva enseñanza sobre Dios que rara vez nos fallará cuando se trate de discernir los deseos de Dios. ……”

Kentenich Reader, Tomo 2

  

sábado, 11 de octubre de 2025

Nuestra relación con Dios: FILIALIDAD Y AMISTAD

 La divina Providencia y la santidad de la vida diaria

Nuestra relación con Dios: filialidad y amistad

Toda la creación descansa sobre la estructura de la alianza. Dios creó todo para vincularse, más allá de sí mismo, con seres dotados de espíritu. En virtud de esa relación de alianza invita al hombre a colaborar responsablemente. Lo invita a administrar la creación para el bienestar del género humano, desarrollándola de tal modo que la creación alcance la meta que se le ha fijado.

En el último capítulo hemos expuesto esa estructura fundamental de la alianza. Lo hicimos recurriendo a una adecuada selección de textos en los que se enfoca los principios de la alianza y su realización concreta en la espiritualidad de Schoenstatt, vale decir, una realización mariana.

Dicha estructura fundamental plantea al hombre la cuestión de cómo vivir en la presencia de Dios y trabajar junto con él; cómo reconocer la voluntad de Dios (fe en la divina Providencia) y cómo responder a esa voluntad (santidad de la vida diaria).

Esa disposición a reparar en la divina Providencia y responder a ella está fundada en la misma naturaleza humana y por eso se expresa no sólo en las diferentes religiones sino incluso en la magia y la superstición. Con esta observación se advierte ya que la actitud del hombre a la oferta de alianza de parte de Dios no es automática y siempre positiva. El Dios que quiere actuar junto con el hombre en el marco de una alianza de amor, puede aparecer al hombre como un Dios que castiga, que (sólo) controla, que persigue y condena.

Para acoger cabalmente el ofrecimiento de Dios, el hombre ha de desarrollar primero una relación positiva con Dios. No se puede tratar aquí cómo se lo hace y debería hacérselo; pero sí ofrecer un texto que nos ilustre cómo debería ser esa relación: podemos y debemos ser hijos y amigos de Dios.

Dios es nuestro padre, Dios es nuestro amigo. (Continuará)

El texto proviene de "Werktagsheiligkeit" (La santidad de la vida diaria) n. 18-20.

 

viernes, 3 de octubre de 2025

SANTUARIO HOGAR

Lo que se ha desarrollado últimamente de manera especial es lo que llamamos "santuario hogar".

Si quieren conocer y ahondar en detalles, pregunten a quienes ya se han ocupado del tema con mayor detenimiento; yo me dispenso de hacerlo.

Para poner de relieve la importancia que reviste el santuario hogar para la época actual, tomo como punto de partida el siguiente ejemplo: se trata de una carta de nuestra gente de Australia. Allí aumenta la necesidad de promover una pastoral totalmente nueva. La sociología nos enseña que la célula primordial de la sociedad humana es la familia. Por eso la célula primordial de la Iglesia debería ser también, en definitiva, la familia de impronta y formación religiosas. Con el transcurso de los años, tanto en Norteamérica como en otros lugares, se fue arrebatando casi por completo a las familias la educación de los hijos. ¿Quién se la quitó a los padres? Por una parte el Estado; por otra, la Iglesia.

En Australia debatieron sobre lo siguiente: ¿Seguimos trabajando con las asociaciones, vale decir, conservamos el esquema organizativo que tuvimos hasta ahora? El padre Archbold debe ser un hombre muy noble, profundamente religioso y auténtico. Aprovechaba toda iniciativa de actualidad. Escuchó hablar de Schoenstatt. ¿Y qué pensó? Valiéndose de la espiritualidad de Schoenstatt, construir una nueva parroquia con la consigna: "Volver a la célula primordial". Por lo tanto, la primera tarea consistía en renovar la familia.

Nuestras hermanas de Australia asumieron esa tarea en la parroquia. Las hermanas tenían permiso para construir un santuario y construir todo lo que Schoenstatt considerara conveniente. Quisiera agregar que naturalmente debemos cuidarnos de compeler a toda la parroquia a ir al santuario o hacer a todos schoenstatianos. Ya hemos reunido suficientes experiencias al respecto. Recuerden a Alois Zeppenfeld: había que hacer realidad lo que él quería: que toda la parroquia fuese una parroquia schoenstatiana. Naturalmente no debemos hacer eso, porque sería forzar las cosas. A lo sumo podemos decir: "Esto en el espíritu de Schoenstatt; esto otro realmente para Schoenstatt".

Lo que llamamos santuario hogar no es en sí nada nuevo, porque no es más que un "rinconcito de Schoenstatt" en el hogar. Sólo que se lo ha ampliado y, observando los círculos concéntricos en torno del santuario original, se extrajo la siguiente conclusión: lo que vale para el santuario filial, vale también, en las mismas circunstancias, para el santuario hogar. Vale decir, todas las premisas o condiciones puestas para que fluyan las gracias de Schoenstatt en el santuario original y en los santuarios filiales, lógicamente han de ser cumplidas también aquí; y por lo tanto podemos esperar los mismos efectos.

¿Comprenden la ventaja sociológica y pastoral?

¿Cómo concebimos el santuario hogar? Un grupo de Señoras de Schoenstatt me hizo un regalo de cumpleaños que quizás sea el más valioso. Ellas quieren velar para que el santuario hogar sea una fuerza viva y no quede en una mera frase. Suelo decir que no hay que proclamar nada que no hayamos vivido primero. Porque todo lo que digamos a modo de pura teoría no suscitará vida. Sí podemos hacerlo al principio, para darlo a conocer, pero si no hay detrás una fuerza viva, todo será en vano.

96. En Schoenstatt el santuario hogar se ha difundido en muchos ambientes con gran fuerza. En Norteamérica no se trata sólo de un santuario hogar donde habita y reina la santísima Virgen, sino que es también un santuario hogar vivo. Por ejemplo, el padre de familia tiene un símbolo en él; la madre, otro… En parte ocurre que el padre y la madre lleven adelante, juntos, un horario espiritual. Naturalmente al principio hay sobreabundancia de iniciativas; pero luego las cosas se van equilibrando por sí mismas.

[…]

 

viernes, 19 de septiembre de 2025

EL SANTUARIO DEL CORAZÓN

Y una consideración final, a modo de corolario de nuestras reflexiones: cultivemos de manera similar el santuario del corazón. Suena un poco extraño, como algo en cierto sentido contradictorio. Con unilateralidad orgánica, a lo largo de los años hemos venido anunciando a Dios como el "Dios de la vida". Y ahora nos referimos al "Dios del corazón", que es también esencial para los tiempos que corren.

Recuerden lo que declararon los astronautas rusos con tono triunfal: "No hemos encontrado a Dios en ninguna parte". Lo han leído en la prensa y quizás les arrancó una sonrisa: nuestro mundo está confundido en lo que hace a las cosas del espíritu…

En un futuro lejano será un gran problema para las masas del pueblo: ¿Dónde está el cielo? Antaño nuestros abuelos se lo representaban ingenuamente: cuando llovía era porque los ángeles allá arriba derramaban la tina. El mundo está acá abajo. Se lo imaginaban todo. ¿Dónde estaba el cielo? Siempre "arriba"; "abajo" está el infierno. Hay que entender estas cosas.

Pero Dios permite que la Iglesia sea zarandeada. Esto es un serio problema para el pueblo. Nosotros quizás no sentimos la conmoción porque estamos sólidamente formados en dogmática, pero la masa del pueblo sufre esa agitación. Cuando se aplaque la tempestad, cuando se pueda reflexionar sobre la revolución ideológica que cunde por el mundo de hoy, verán qué grave es la situación. ¿Dónde está en realidad el cielo? Respuesta: mi alma en gracia es el cielo para mí, es el cielo para el Dios Trino.

Hasta ahora nos hemos anticipado en todo a nuestra época, porque Dios nos regaló la gracia de leer sus deseos y voluntad en el acontecer del tiempo. Y en este tema nos está hablando nuevamente el tiempo. Porque se trata de nuevos problemas que están surgiendo. Trabajemos por lo tanto en nuestra educación a fin de que todos nos experimentemos mucho más fuertemente como una iglesia de la Trinidad, como un santuario de la Trinidad. De ahí la importancia de que en nuestros santuarios tengamos ahora un símbolo de Dios padre, o la paloma como símbolo del Espíritu Santo. Pero no olviden que para nosotros el símbolo clásico del Espíritu Santo ha sido hasta hoy la santísima Virgen. Pero no me detendré ahora en este punto.

Nuestro corazón es entonces un santuario de la Trinidad. Ahora sólo tenemos que contemplar nuestros santuarios en su relación con la santísima Virgen.

Desde el comienzo la santísima Virgen fue para nosotros la balanza del mundo. De ella parte la línea hacia el Dios Trino. Esto no fue querido así desde el principio sino algo que se fue gestando gradualmente como todas las demás cosas. Cuando considerábamos haber detectado una raíz, por modesta y delicada que fuese, siempre la cultivábamos con fidelidad. Así ocurrió con la devoción mariana, más allá de su encuadramiento dogmático. Cuando contemplo este proceso desde el punto de vista sociológico y psicológico, debo decir: la santísima Virgen es la balanza del mundo. He aquí un núcleo, una raíz. En ella el más allá y el más acá se unen ejemplarmente de acuerdo con la ley de los casos preclaros. Observen con qué rapidez surgieron en nosotros estas formulaciones. No son fruto de cálculo humano, sino de lo que Dios ha ido señalando a través del tiempo y del orden mundial.

¿Qué significa entonces ser un pequeño templo de la santísima Trinidad? Mi santuario, nuestro santuario, tiene que convertirse también en un pequeño templo de la Trinidad. Si somos un pequeño templo de la Trinidad, en nuestro corazón llevaremos a toda la Iglesia, a todo el orden salvífico. Dicho concretamente, esto significa estar habitado por la Trinidad y entregado a la Trinidad.

 

viernes, 12 de septiembre de 2025

LOS SANTUARIOS FILIALES

Construyamos el santuario… Me referiré primeramente a la construcción de los santuarios filiales. ¿Por qué razones estamos convencidos de que en ellos obtenemos las mismas gracias que en el santuario original? ¿Qué condiciones tenemos que cumplir y qué frutos podemos esperar a la hora de poner tan fuertemente en primer plano los santuarios filiales?

Para nuestros extranjeros era muy difícil carecer de santuarios filiales. Piensen en Chile, Brasil… ¡Qué importante es el santuario, especialmente para los latinos que tienen una disposición tan marcada para lo sensible! Resulta difícil introducir a alguien al mundo de Schoenstatt apelando sólo a la exposición de ideas. De ahí pueden inferir la importancia crucial que revistió nuestra espiritualidad de los santuarios filiales.

Entre las hermanas que llegaban al extranjero provenientes de Alemania había una tácita inquietud. Fue solucionada construyendo los santuarios filiales de modo que, en lo posible, fuesen idénticos al original: así se facilitó en ellos la vivencia de hogar por asociación al santuario original.

En Milwaukee me visitaban schoenstatianos procedentes de los cuatro puntos cardinales. En Milwaukee había un santuario filial. Yo me alegraba mucho al escuchar que mis visitantes decían: "¡No hay diferencia! ¡Es como si estuviéramos en casa!"

Asemejamiento e incorporación al santuario original

Ésta fue también la razón de por qué siempre mantuvimos la consigna: en lo posible, asemejarse al santuario original, pero también incorporarse a él. ¿Qué significa asemejamiento? Que todo lo externo sea igual. ¿E incorporación? Que nos integremos a la misión del santuario original. Hay que designar a los procesos de vida siempre con los mismos términos. Con el paso del tiempo debemos desarrollar esa maestría, porque nos infundirá seguridad en cuanto a los principios metafísicos. Vale decir entonces que no sólo hay que lograr un asemejamiento e incorporación a la cabeza sino también un asemejamiento e incorporación al lugar. Quien no tenga por naturaleza facilidad para lo metafísico aprenderá por esta vía a reflexionar en profundidad las ideas y exponerlas con pocas palabras.

Kentenich READER, Tomo 2

viernes, 5 de septiembre de 2025

SCHOENSTATT Y SU SANTUARIO: un lugar de gracias

La comunicación entre Dios, puro espíritu, y el ser humano, un ser ligado a la materia, constituye un tema fascinante. Por "comunicación" no sólo se entiende una percepción intelectual sino también un intercambio integral de vida que incluye los sentidos y la afectividad, y apunta a entrelazar con la mayor perfección posible la naturaleza y la gracia.

Cumbre y punto nodal es el Dios hecho hombre, la palabra de Dios hecha carne. En el camino de la historia que lleva hacia esa cumbre y en la continuación de dicho camino, se observan incontables iniciativas de Dios. En tales iniciativas, Dios ha unido su intervención y su gracia a determinados lugares, cosas u actos. Elocuentes ejemplos de ello son los sacramentos y los santuarios. En todas las religiones, los santuarios se enmarcan en la fe que Dios opera particularmente en determinados lugares y signos.

En el ensayo "Schoenstatt, lugar de gracias", del cual ofrecemos a continuación algunos fragmentos, el padre Kentenich enfoca la cuestión de si Dios (a través de la santísima Virgen) ha obrado y obra especialmente en el lugar de Schoenstatt y en el Movimiento surgido allí.

……

“Schoenstatt, en cuanto lugar y en cuanto organismo vivo, se consideró a sí mismo, desde el principio como una clara obra de Dios, y eso le infundió fuerza de empuje en todas las situaciones por las que pasó. La discusión en torno de Schoenstatt topa, tarde o temprano, con la pregunta crucial: ¿Se puede demostrar realmente que Schoenstatt es claramente una obra de Dios?

Hablo a la vez de lugar y organismo vivo, porque ambos están inseparablemente unidos. Nacieron y crecieron juntos; compartieron siempre un mismo destino. Lo que se dice del lugar vale igualmente para el organismo vivo.

Para quienes contemplan a Schoenstatt con una actitud crítica, los problemas que se plantean en esta área se resumen en la siguiente pregunta:

¿Puede considerarse a Schoenstatt como lugar de gracias?

[…] Una comparación con Fátima nos infunde claridad sobre el asunto. En relación con nuestra fe que Schoenstatt es una obra de Dios, voy a enfocar las fuentes de conocimiento de uno y otro lugar [Fátima y Schoenstatt].

Vivimos en una era de irracionalismo y misticismo triunfantes, en una era de debilitamiento de la fe y de la vida de fe. Especialmente en tiempos como éstos, existen muchas personas que para su conversión esperan milagros y signos extraordinarios, visibles, palpables. Parece que Dios, en su bondad y sabiduría, tuvo consideración de estas personas haciendo surgir el santuario de Fátima.

Otras personas, en cambio, tienen la fuerza y la gracia de abrazar con seriedad las verdades de la fe y así asumir la vida incluso en sus situaciones más difíciles. En este sentido encuentran un sólido apoyo en Schoenstatt, porque Schoenstatt nunca se basó ni en visiones, ni en profecías, ni en milagros físicos: todo en Schoenstatt descansa en el deseo y la acción de Dios. Deseos y acción de Dios que todo cristiano que tenga fe en la divina Providencia puede discernir en la vida diaria y en el acontecer mundial. […]

Cuando llamamos "lugar de gracias" a Schoenstatt, lo hacemos en tres sentidos

Nos referimos a nuestro santuario como lugar de gracia tal como lo es toda iglesia y capilla donde se haga oración y se ofrezca el santo sacrificio. Nadie tiene nada que objetar a ello. Tampoco se objetará que consideremos a nuestro santuario como centro de un movimiento religioso que se originó allí y tiene además allí su hogar. Nuestro Movimiento lo siente como hogar en virtud de los cursos que continuamente se dictan allí, y de vivencias religiosas profundas, tanto en el plano individual como comunitario.

Estas dos interpretaciones no son el punto de ninguna objeción, por lo tanto quedan fuera de discusión. Ésta última gira solamente en torno de la siguiente pregunta: nuestro santuario ¿es como los otros lugares de gracia y de peregrinación donde la santísima Virgen "ha erigido su trono de manera especial"?

La Familia de Schoenstatt sostiene esta opinión fundándose en el Acta de Fundación y en la interpretación providencialista del desarrollo histórico del Movimiento basado en ella. El punto culminante del Acta de Fundación son las siguientes palabras:

"Me parece como si en este momento Nuestra Señora aquí, en la capilla de san Miguel, nos dijese por boca del santo arcángel: no se preocupen por el cumplimiento de su deseo. Ego diligentes me diligo. Amo a los que me aman. Pruébenme primero que ustedes me aman realmente, que asumen con seriedad su propósito. Ahora tienen la mejor oportunidad para hacerlo. En estos tiempos que corren, tan difíciles y tremendos, no crean que es algo extraordinario que se les plantee a ustedes exigencias más elevadas que las planteadas a otras generaciones, incluso que sean elevadísimas. Porque según el plan de la divina Providencia, esta guerra mundial, con sus poderosos impulsos, ha de ser para ustedes un medio auxiliar extraordinario para la obra de su santificación personal. Esa santificación personal es lo que espero de ustedes: es la armadura con la que han de revestirse, es la espada con la cual luchar por sus deseos. Ofrézcanme con esmero contribuciones para el capital de gracias: mediante el fiel, fidelísimo cumplimiento del deber y una ardiente vida de oración, adquieran muchos méritos y pónganmelos a mi disposición. Entonces me estableceré con gusto entre ustedes y repartiré en abundancia dones y gracias, y desde aquí atraeré hacia mí los corazones juveniles, educándolos como instrumentos útiles en mi mano…" (para conformar un movimiento de renovación amplio y bien estructurado)."

                                                Schoenstatt Reader, Tomo 2

 

viernes, 29 de agosto de 2025

FUENTES DE LA "INSCRIPTIO"

Fuentes de la "inscriptio": imagen de la MTA y la definición de amor de san Agustín

¿Cómo se gestó la corriente de inscriptio?

La pregunta está bien formulada. No se pregunta quién la llevó a cabo sino cómo se gestó. Porque al principio no había ya una idea que tuviese que ser volcada a la realidad a toda costa. No; esa idea se fue gestando gradualmente.

Distingamos una historia externa de una interna. Una vez aclarados ambos aspectos, tendremos espontáneamente la respuesta a la segunda pregunta: ¿Qué entendemos por corriente de inscriptio?

Conocemos la antigua ley: si sabemos cómo se gestó algo, sabremos también qué es. Dos puntos de partida que podemos considerar como dos semillas plantadas en el campo sin una intención especial.

La primera semilla: la explicación de la imagen de la MTA

La primera semilla es el examen que hizo el padre Engel de nuestra imagen de la MTA. En muchos ambientes se consideraba que esa representación de la Virgen y el Niño era "kitsch" (cursilería). Entonces el padre Engel demostró, fundado en estudios, los valores artísticos de ese cuadro. Se plantó así una pequeña semilla que nos llamó la atención particularmente sobre el tema del corazón. En efecto, la imagen representa una unidad entre Cristo y la santísima Virgen. La unidad de ambos que, desde el principio, fue el núcleo de nuestra fe.

El cuadro de la MTA constituye evidentemente una expresión coherente de lo que queremos. ¿Qué imagen tuvo toda la Familia desde los inicios? Reparen en las pequeñas oraciones que se comenzaron a rezar en la Familia, por ejemplo en 1917: "Madre con tu Hijo divino…" Una unión muy íntima entre Madre e Hijo; "sí, en amor, te unes a María y a su Hijo", "Madre tres veces Admirable…" Desde el comienzo promovimos una devoción mariana no centrífuga sino centrípeta, vale decir, orientada hacia Cristo.

Para nosotros, los schoenstatianos, la imagen de la MTA posee una simbología muy profunda. En ella proyectamos y de ella extraemos todos los grandes pensamientos. Procuremos que esos símbolos que amamos nos interpelen; que la contemplación de la imagen de la MTA sea como un libro abierto para nosotros, en el cual veo ilustrado lo que hemos estado elaborando personalmente, lo que resuena en nuestra alma.

……

La segunda semilla: la definición de amor de san Agustín

¿Y la segunda semilla? En ciertas oportunidades cité la definición de amor que da san Agustín: amor es inscriptio cordis in cor. Pero yo solía decirlo como de paso.

Éstas son pues las dos semillas. Cuando noté que estaban germinando, las tomé. Detengámonos en la definición de amor, en la agustiniana.  

viernes, 22 de agosto de 2025

María Reina - Nuestra Señora muy querida

 Reflexionemos sobre la realeza de María enfocando el título: "Nuestra querida Señora".[ ¿Qué significa este título? Una elevación, una profundización e interiorización del concepto de realeza.

Se cuenta que un rey de Hungría donó un edificio a la santísima Virgen e hizo pintar un cuadro de ella con el título de "Nuestra querida Señora de Stuhlweissenburg". Y le ofreció todo su reino para que fuese feudo suyo. La historia nos relata que desde entonces es costumbre que todo noble se incline cuando contempla una imagen de la santísima Virgen o bien pronuncia su nombre.

¿Qué nos ilustra esta historia? Nos ilustra el título "Nuestra Señora muy querida". Meditemos cada una de esas tres palabras. La santísima Virgen se nos aparece como Señora, como Nuestra Señora y como muy querida.

Señora: la santísima Virgen se nos presenta como "dómina" En la Edad Media este término equivalía a "reina". Una vez que hayamos coronado a María santísima nos plantearemos lo siguiente: ¿Cómo aseguramos el efecto y la actitud de esta coronación? En la Edad Media era muy corriente la idea de coronar a la santísima Virgen. Asombra que hoy los católicos sepan tan poco sobre tales acciones simbólicas. La santísima Virgen es por lo tanto "Nuestra Señora", nuestra reina. San Atanasio dijo una vez: es evidente que si Cristo es el rey del mundo, la santísima Virgen sea entonces la reina del mundo. San Bernardo dice: todo lo que pertenece al Dios vivo pertenece simultáneamente a su madre. Y si Cristo es Dios y Dios de todo lo creado, entonces es evidente que la santísima Virgen sea también reina de todo lo creado. Estos son pensamientos de antigua tradición.

La triple corona - Fundamentación de la realeza de María

La santísima Virgen lleva tres coronas. La primera se la debe al Dios vivo: derecho de herencia; la segunda, a sí misma: derecho de conquista; la tercera, en su mayor parte a nosotros y al demonio: derecho de elección.

La primera corona es la corona de la dignidad: ¿Quién ciñó en sus sienes esta corona? El Dios Trino. ¡De qué refulgente dignidad la revistió el Dios vivo! Dos observaciones nos ayudarán a recordarla: Ella alumbró a Dios y a ella se le concedió "dar órdenes" a Dios. Contemplemos nuevamente la imagen de la MTA y veamos al Niño contra su pecho: María es la que alumbró a Dios. Pero también a ella se le concedió "dar órdenes" a Dios. ¡Cuán grande tiene que ser entonces su dignidad! A causa de Dios esa dignidad es casi infinita, así lo dicen los teólogos.

El Dios vivo otorgó a María leyes de excepciones y de perfecciones. Por causa de ella Dios abolió leyes naturales. Opus quod solus artifex supergreditur: obra soberana superior a todo lo que no es el mismo artífice. La Madre de Dios mantuvo su virginidad: virgen antes, durante y después del parto. Dios hizo excepciones con respecto a la ley natural. Y porque ella permaneció virgen en el parto, tampoco padeció dolores de parto. ¡Con qué grandeza pensó el Dios vivo a la santísima Virgen! ¡Qué corona de dignidad ciñó a sus sienes! Ella no tuvo pecado original, por lo tanto no estuvo afectada por esa ley bajo la cual todos nosotros gemimos. Y otra excepción: ¿Cómo imaginarnos la muerte de la santísima Virgen? Sin los dolores comunes, los dolores normales de la disolución. Su cuerpo no conoció la corrupción.

Sigan reflexionando sobre estos pensamientos. Perciban todas las grandes verdades metafísicas que entrañan. ¿Por qué todas esas excepciones de las leyes naturales? Por causa de Cristo. La grandeza de la santísima Virgen no es, por último, más que una sombra del Señor. Esas excepciones se explican porque ella debía ser la Madre de Dios.

Nos alegramos de que el Dios vivo la haya coronado. Al coronarla ahora nosotros, se trata de una coronación libremente elegida y querida. No le ceñimos la corona simplemente por hacer algo distinto, no; nuestra corona ha sido conquistada, con nuestra corona reconocemos la dignidad de la santísima Virgen.

La segunda corona es la corona de la nobleza moral. ¿A quién se la debe ella? A Dios y a su propia colaboración. En este sentido la santísima Virgen estuvo activa de manera destacada. Podríamos repasar toda la vida de virtudes de la Madre del Señor. ¿En qué consiste su grandeza moral? En estar libre de pecado e imperfecciones, en estar colmada por las virtudes teologales. Esa libertad de todas las faltas de libertad y esa riqueza de virtudes no sólo es el regalo de Dios sino a la vez fruto de su propia y lúcida colaboración.

La tercera corona es la corona que le ceñimos nosotros y el diablo. La santísima Virgen se nos aparece como reina en sentido estricto del término, como reina dotada de poder y sabiduría: ella es corregente. Visto desde el otro lado, ésta es la corona de la misericordia. El grado de su dignidad es el grado de su poder y de su acción para con el demonio y el ser humano. El demonio es derrotado por la santísima Virgen; ella es la que aplasta la cabeza de la serpiente. Pero ella es también reina en cuanto a su acción para con nosotros. Ella es casi omnipotente, es la omnipotencia suplicante. Es reina en el reino de la misericordia.

                                                                           Kentenich Reader, Tomo 2

viernes, 15 de agosto de 2025

El poderoso ha hecho maravillas en mí (Lc 1,49)

¿Cuál es la razón más profunda del culto que los hijos de la Iglesia profesan a la santísima Virgen? María misma nos lo señala al proclamar: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada "(Lc 1,48). Es evidente que ella sabe e intuye que en su ser se manifiesta algo extraordinario. De esta manera nos da a conocer lo que los teólogos más tarde llamarían hyperdulia (veneración sobresaliente). ¿Cuál es esa razón que ella misma conoce y reconoce? "El poderoso ha hecho maravillas en mí".

¿Cuál es la causa última de su dignidad y de su grandeza? Haber sido la Madre corporal de Jesús. Simultáneamente es su colaboradora ministerial en toda la obra de la redención.

María es más que la madre corporal de Jesús. Simultáneamente es su colaboradora ministerial en toda la obra de la redención.

Él no quiere hacerse hombre sin su fiat libre y voluntario. No quiere morir en la cruz sin su consentimiento. Sin ella, es decir sin su colaboración, no quiere repartir ninguna gracia. Por ese motivo quiso que ella estuviera a su lado en todos los momentos importantes de su vida, de su obra redentora. Esto no sólo se refiere a la anunciación y a la situación del Calvario. El primer milagro de gracias manifiesto, cuando san Juan Bautista fue santificado en el seno de su madre, lo obró Jesús unido a ella. También el primer milagro de orden físico: la transformación del agua en vino. En ambos aparece evidentísima la colaboración de María… Pensemos en el momento en que la Iglesia es perfeccionada en el Cenáculo. ¿Quién es la representante viviente de la Iglesia, la colaboradora de Cristo?

En los Evangelios nos encontraremos siempre con que, aparentemente, la Madre de Dios se retira sin llamar la atención, y, sin embargo, en todos los momentos esenciales está al lado de Cristo. Durante toda su vida dio pruebas evidentes como su singular colaboradora ministerial en la obra que él debió realizar como cabeza de la humanidad.

María fue la permanente compañera en la gran misión que él debía realizar.

Con mayor exactitud: debía formar una permanente comunidad vital con Él, más aún, una permanente comunidad de tareas. Debía participar en la gran obra del Salvador, pero también en toda la posición del Salvador. Quizás intuyamos un poco cuál es la grandeza de la Madre de Dios.

María fue absorta en todo momento y en todas las circunstancias de su vida por la persona y los intereses del Salvador. Ella existe exclusivamente para él y su obra redentora. Exclusivamente por esa causa fue asunta al cielo y coronada como reina del cielo y de la tierra. Ella no quiere nada para sí misma: lo único que le interesa en cada momento es la persona del Señor y su obra. Esta preocupación es ahora su felicidad y su gloria en el cielo.

¡Qué grandeza la de María! Es verdaderamente reina, es corregente. Gobierna con el rey. Ella no sólo es reina como lo es la esposa de un rey que, por ser su esposa, lo acompaña, colabora con él, pero en segundo plano. No, ella es corregente, es la permanente colaboradora ministerial de Cristo en su tarea de gobierno, la redención del mundo.

Cristo tiene también hoy la tarea de redimir. En el cielo es el mediador ante el Padre, y desde allí quiere formar y modelar a los hombres. María santísima es su colaboradora ministerial. No fue solamente colaboradora del Salvador, al darle la vida; sino que siguió siéndolo también más adelante. De ahí que su maternidad sea parte de su tarea: ser colaboradora permanente… También ahora sigue estando a disposición de Cristo como Madre y colaboradora ministerial.

María hizo suya la misión de Cristo, y por encargo divino puede ayudar permanentemente para que esta misión se realice en plenitud en todas sus dimensiones.

El poder de María sobre el corazón divino tiene una doble raíz. Por ser Madre de Dios puede estar segura que sus deseos y peticiones serán siempre considerados. Por ser la permanente colaboradora de Cristo en toda la obra de la redención, o por ser nuestra Madre en todo el sentido de la palabra, tiene la posición y el poder de una reina que participa del gobierno de su Hijo, el rey del cielo y de la tierra.

De todo esto se deduce que, según los planes divinos, el Salvador y su bendita Madre han de estar unidos por tiempo y eternidad, en la comunión más íntima de amor, de vida, de destino y de misión.

 María, signo de luz / Aforismos



viernes, 8 de agosto de 2025

ALIANZA DE DIOS Y ALIANZA DE AMOR (2)

Cuando llegó la plenitud de los tiempos, se encarnó la segunda persona de la Trinidad, consumando así el sentido de la Antigua Alianza. Por su sangre, por su muerte en la cruz, el Esposo crucificado compró a un alto precio y recibió por esposa a la Iglesia. Así se nos aparece la Nueva Alianza, sellada con la sangre del Señor. De ese modo su Iglesia, y también nosotros, hemos sido comprados a un alto precio. El matrimonium ratum sellado en la cruz pasó a ser consummatum en la redención subjetiva. De ese modo el símbolo de la esposa pasó al Nuevo Testamento, pero con la diferencia de que, a partir de entonces, es expresión adecuada de la alianza y relación de amor entre Cristo y la Iglesia y el alma de la persona en gracia; mientras que la "relación padre-hijo" es símbolo de esa misma actitud fundamental de amor, pero ante el Padre. No se olvide que aquí se trata siempre sólo de imágenes, de símbolos; no se permanezca demasiado tiempo adherido a ellos. Por otra parte, no se pase por alto lo que constituye el núcleo: una alianza de amor mutua.

Lo que era la circuncisión para el Antiguo Testamento es el bautismo para el Nuevo Testamento: la integración, la incorporación a la respectiva relación de alianza. Así pues todos los bautizados han sellado una alianza con el Señor. Fueron bautizados en su muerte y están asociados a él en esa muerte. Han de quedar inseparablemente unidos a él en una santa y misteriosa comunidad de ser, de vida y de amor; y en él y con él, integrados a su unidad de amor con el Padre en el Espíritu Santo.

San Pablo tomó esta idea del desposorio y la elaboró con amor. Llama "esposa del Señor" a la comunidad de Corinto. Da por supuesto que todos son miembros de Cristo e hijos del Padre. Por eso escribe: "Tengo celos de vosotros, celos de Dios: porque os he prometido a un solo marido, Cristo, para presentaros a él como virgen intacta".

Por lo tanto toda alma en gracia puede ser llamada "esposa de Cristo" en el sentido amplio del término; en sentido estricto es quien ha elegido libremente esa relación esponsalicia como exclusiva y perpetua. Así entendemos el estado de virginidad en la Iglesia y la tradicional consagración de vírgenes. Basándose en esta idea de la esposa, san Pablo da respuesta a una serie de temas difíciles, como el trato con nuestro cuerpo o bien cuestiones relativas al matrimonio.

Les encarece a los corintios que el cuerpo es templo del Espíritu Santo. La razón es evidente: somos miembros de Cristo, por eso estamos animados por su espíritu, de ahí que no nos pertenezcamos a nosotros mismos. El cuerpo es un santuario. Está para el Señor. Más aún, el cuerpo es miembro de Cristo. Quien se entrega a deshonestidades profana el templo; desacraliza y deshonra los miembros de Cristo haciéndolos miembros de una prostituta. De ahí la grave advertencia: "Si alguien destruye el santuario de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el santuario de Dios, que sois vosotros, es sagrado".

El Apóstol de los Gentiles hace derivar la grandeza y dignidad del matrimonio cristiano de esa semejanza con la unión esponsalicia-conyugal entre Cristo y su Iglesia. Así les enseña a los efesios:

"Las mujeres deben respetar a los maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Así, como la Iglesia se somete a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a los maridos. Maridos, amad a vuestras esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para limpiarla con el baño del agua y la palabra, y consagrarla, para presentar una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e irreprochable. Así tienen los maridos que amar a sus mujeres, como a su cuerpo. Quien ama a su mujer se ama a sí mismo; nadie aborrece a su propio cuerpo, más bien lo alimenta y cuida; así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su padre y su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Ese símbolo es magnífico, y yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia. Del mismo modo vosotros: ame cada uno a su mujer como a sí mismo y la mujer respete a su marido" (Ef 5,22-33).

De modo similar a san Pablo, san Juan emplea la metáfora nupcial para explicar la alianza de Dios. También en san Juan el novio no es simplemente Dios, sino Cristo. Para san Juan el tiempo presente del mundo constituye un único y gran tiempo en que la novia espera al novio. Por eso concluye el Apocalipsis con las palabras:

"Yo, Jesús, envié a mi Ángel a vosotros con este testimonio acerca de las Iglesias. Yo soy el retoño que desciende de David, el astro brillante de la mañana. El Espíritu y la novia dicen: ven. El que escuche diga: ven" (Ap 22,16s).

Y reitera:

"El que atestigua todo esto dice: sí; vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús.

Kentenich Reader. Tomo 2, Pgs. 63 y ss

viernes, 1 de agosto de 2025

ALIANZA DE DIOS Y ALIANZA DE AMOR

El Dios Trino es un ser dialogal. En el fondo tiene que ser así, si es cierto que Dios es amor, porque parte de la esencia del amor es poder regalar y recibir. Se entiende pues la vida intratrinitaria como un continuo intercambio y corriente de amor entre tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

De ello se desprende que la acción de Dios está fundada en el amor. La creación tiene como base la motivación del amor, la "ley fundamental del mundo", tal como queda expuesto en el capítulo anterior.

La esencia de Dios y la esencia del amor suponen, consecuentemente, que toda acción surgida del amor se orienta hacia el otro a quien se ama. Dios creó el mundo y sobre todo seres dotados de espíritu, para tener compañeros con quienes compartir el amor. Por lo tanto la ley fundamental del mundo es a la vez la ley de una alianza de amor.

Dios reveló esta realidad en la historia de salvación. Y lo hizo de manera inequívoca. Sella y quiere sellar con seres humanos una alianza que debe ser cada vez más una alianza de amor, una alianza matrimonial. Así pues el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento constituyen la revelación de la "antigua alianza" y de la "nueva alianza".

La alianza de amor del 18 de Octubre de 1914 es una concreción de esa alianza de Dios.

En la carta del padre Kentenich al prelado José Schmitz (llamada por eso "Carta a José") se halla un texto clave sobre la alianza de amor. En él se expone la estructura de alianza que se aprecia en la historia de salvación, fundamentándola con abundantes citas de las Sagradas Escrituras. Y continúa el trazado de esa línea de alianza desde aquellos tiempos hasta nuestra alianza de amor.

El presente texto está extraído de Das Lebensgeheimnis Schoenstatt, parte II, "Espiritualidad de alianza", Patris Verlag, Vallendar-Schoenstatt, 1972, 43-60.

 

El significado de la alianza de Dios para la historia de la salvación

Quien a la luz de la revelación repase los milenios de historia transcurridos, suscribirá con gusto la afirmación: "La alianza de Dios, la alianza de amor entre Dios y el pueblo, es el sentido, la forma, la fuerza y la norma fundamentales de toda la historia de salvación, comenzando desde Adán hasta el momento cuando aparezca el Señor sobre las nubes del cielo, con gran poder y gloria, para juzgar vivos y muertos".


La alianza de amor es el sentido fundamental de la historia de salvación

El Apocalipsis describe con imágenes dramáticas el transcurso de la historia guiada por Dios. Pero también pinta vivamente su consumación, desvelando el sentido que entraña, el sentido que Dios ha puesto en ella: la plenitud de la comunión de amor entre Dios y el ser humano, expuesta metafóricamente como las bodas del novio y de la novia. En el final de los tiempos ambos están ampliamente abiertos y receptivos el uno para el otro; ambos corren al encuentro con el clamor del anhelo a flor de labios: "¡Ven!" (Ap 22,17). Se unen el uno con el otro y en el otro en una comunión de amor indisoluble: he aquí el sentido último de todo el acontecer mundial y de todo destino.

Relata el autor del Apocalipsis:

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva. El primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, el mar ya no existe. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, bajando del cielo, de Dios, preparada como novia que se arregla para el novio. Oí una voz potente que salía del trono: mira la morada de Dios entre los hombres; habitará con ellos; ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos. Les secará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado. El que estaba sentado en el trono dijo: mira, yo hago nuevas todas las cosas… Yo seré su Dios y él será mi hijo" (Ap 21,1-17). "¡Aleluya ya reina el Señor, Dios nuestro Todopoderoso! Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque ha llegado la boda del Cordero, y la novia está preparada… Dichosos los convidados a las bodas del Cordero" (Ap 19,6-9).

"Se acercó uno de los siete ángeles… y me habló así: ven que te enseñaré la novia, la esposa del Cordero. Me trasladó en éxtasis a una montaña grande y elevada, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de Dios, resplandeciente con la gloria de Dios… No vi en ella templo alguno, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. La ciudad no necesita que la ilumine el sol ni la luna, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero" (Ap 21,9-11.22s.).

 

La alianza de Dios es la forma fundamental de la historia de salvación

La filosofía nos señala que la causa finalis determina la causa formalis. Con razón pues la alianza de amor, que en su plenitud representa el sentido de todo el acontecer mundial, ha de ser también forma fundamental de la historia de salvación en su totalidad y en cada una de sus partes. Vale decir que le da forma y figura de amor a cada acontecimiento: el amor lo preparó y lo envió, el amor lo enciende y profundiza, el amor posteriormente contribuirá a modelarlo y consumarlo con creatividad.

Las Sagradas Escrituras no se cansan de dar prueba, de corroborar esta realidad. Lo hacen de muchas maneras, con relatos y descripciones. El pensamiento de que el Dios de la alianza es el Señor de la historia recorre todo el acontecer a modo de un hilo rojo. Dios sostiene en sus manos todos los hilos y los teje para crear un tapiz artístico. La relación fundamental que mantiene con la humanidad es una relación de alianza. Dicha alianza sella y determina cada acción de Aquél que guía el mundo. Pero es una alianza que exige la colaboración creativa del aliado que es guiado.

En la historia de Adán y de Noé, Dios aparece por excelencia como Dios de la alianza de toda la humanidad; en el caso de Abrahán y de Moisés, se dedica exclusivamente al pueblo elegido, al pueblo de Dios que en el Nuevo Testamento ingresará a la historia como pueblo de la Iglesia. El Nuevo Testamento habla de la alianza del Señor con su Iglesia, alianza que inaugura y garantiza el camino hacia la alianza de amor con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo.

En la historia de Adán y Eva no se habla ciertamente de "alianza". Pero la relación de Dios para con ellos, y de ellos para con Dios, tiene la clara impronta de una relación de alianza. La interrelación entre ambas partes es una realización e irradiación ideales de una mutua alianza de amor. Los diálogos son conversaciones de personas que se aman, que pertenecen el uno al otro. Las obligaciones de la alianza están sólo sugeridas, se pueden inferir hasta en todos sus detalles de las consecuencias de la ruptura de la alianza.

Noé es el primero en escuchar la palabra "alianza" de la boca de Dios. Dios le dice:

"Yo hago una alianza con vosotros y con vuestros descendientes… El diluvio no volverá a destruir la vida… Ésta es la señal de la alianza que hago con vosotros y con todos los seres vivientes que viven con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de alianza con la tierra". (Gn 9,9-13)

Dios permanece fiel a su plan. Dios es fiel a la alianza sellada con la humanidad, pero en cierta oportunidad introduce un nuevo método en la historia de salvación: el principio de élite. Escoge a Abrahán y su descendencia de entre los demás pueblos y sella una alianza con él. Dios le promete una tierra que rezuma leche y miel, una descendencia numerosa como las arenas del mar y el nacimiento de un redentor que surgirá de su linaje. A cambio exige plena entrega de su aliado hasta el fin de los tiempos.

Kentenich reader, Tomo 2, Págs. 61 y ss