Lo que se ha desarrollado últimamente de manera especial es lo que llamamos "santuario hogar".
Si quieren conocer y ahondar en detalles, pregunten a
quienes ya se han ocupado del tema con mayor detenimiento; yo me dispenso de
hacerlo.
Para poner de relieve la importancia que reviste el
santuario hogar para la época actual, tomo como punto de partida el siguiente
ejemplo: se trata de una carta de nuestra gente de Australia. Allí aumenta la
necesidad de promover una pastoral totalmente nueva. La sociología nos enseña
que la célula primordial de la sociedad humana es la familia. Por eso la célula
primordial de la Iglesia debería ser también, en definitiva, la familia de
impronta y formación religiosas. Con el transcurso de los años, tanto en
Norteamérica como en otros lugares, se fue arrebatando casi por completo a las
familias la educación de los hijos. ¿Quién se la quitó a los padres? Por una
parte el Estado; por otra, la Iglesia.
En Australia debatieron sobre lo siguiente: ¿Seguimos
trabajando con las asociaciones, vale decir, conservamos el esquema
organizativo que tuvimos hasta ahora? El padre Archbold debe ser un hombre muy
noble, profundamente religioso y auténtico. Aprovechaba toda iniciativa de
actualidad. Escuchó hablar de Schoenstatt. ¿Y qué pensó? Valiéndose de la
espiritualidad de Schoenstatt, construir una nueva parroquia con la consigna: "Volver
a la célula primordial". Por lo tanto, la primera tarea consistía en
renovar la familia.
Nuestras hermanas de Australia asumieron esa tarea en la
parroquia. Las hermanas tenían permiso para construir un santuario y construir
todo lo que Schoenstatt considerara conveniente. Quisiera agregar que
naturalmente debemos cuidarnos de compeler a toda la parroquia a ir al
santuario o hacer a todos schoenstatianos. Ya hemos reunido suficientes
experiencias al respecto. Recuerden a Alois Zeppenfeld: había que hacer
realidad lo que él quería: que toda la parroquia fuese una parroquia
schoenstatiana. Naturalmente no debemos hacer eso, porque sería forzar las
cosas. A lo sumo podemos decir: "Esto en el espíritu de Schoenstatt; esto
otro realmente para Schoenstatt".
Lo que llamamos santuario hogar no es en sí nada nuevo,
porque no es más que un "rinconcito de Schoenstatt" en el hogar. Sólo
que se lo ha ampliado y, observando los círculos concéntricos en torno del
santuario original, se extrajo la siguiente conclusión: lo que vale para el
santuario filial, vale también, en las mismas circunstancias, para el santuario
hogar. Vale decir, todas las premisas o condiciones puestas para que fluyan las
gracias de Schoenstatt en el santuario original y en los santuarios filiales,
lógicamente han de ser cumplidas también aquí; y por lo tanto podemos esperar
los mismos efectos.
¿Comprenden la ventaja sociológica y pastoral?
¿Cómo concebimos el santuario hogar? Un grupo de Señoras
de Schoenstatt me hizo un regalo de cumpleaños que quizás sea el más valioso.
Ellas quieren velar para que el santuario hogar sea una fuerza viva y no quede
en una mera frase. Suelo decir que no hay que proclamar nada que no hayamos
vivido primero. Porque todo lo que digamos a modo de pura teoría no suscitará
vida. Sí podemos hacerlo al principio, para darlo a conocer, pero si no hay
detrás una fuerza viva, todo será en vano.
96. En Schoenstatt el santuario
hogar se ha difundido en muchos ambientes con gran fuerza. En Norteamérica no
se trata sólo de un santuario hogar donde habita y reina la santísima Virgen,
sino que es también un santuario hogar vivo. Por ejemplo, el padre de familia
tiene un símbolo en él; la madre, otro… En parte ocurre que el padre y la madre
lleven adelante, juntos, un horario espiritual. Naturalmente al principio hay
sobreabundancia de iniciativas; pero luego las cosas se van equilibrando por sí
mismas.
[…]
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