miércoles, 25 de julio de 2012

La esencia del amor - ¿Qué es el amor? (3)


b. Desde un punto de vista filosófico

El filósofo se esfuerza ahora por registrar estas observaciones de la vida. Lo que acabo de decirles es un resumen de consideraciones de carácter popular. Ahora viene el filósofo, lo analiza y busca una definición del amor. ¿Qué nos dice el filósofo y, después, el teólogo? ¿Qué es el amor? Ahora sólo puedo traer a colación expresiones más bellas de las que ya he traído antes.

• El amor es una fuerza unitiva y asemejadora

La filosofía no puede hacer más que eso. ¿Qué quiere la filosofía cuando se trata del proceso psicológico? Sólo puede describir lo que tengo también frente a mí como proceso de vida: el amor es una fuerza unitiva y asemejadora.

Aquí deben detenerse por más tiempo. Aquel de nosotros que quiera trabajar para elevarse hacia un verdadero amor de Dios debe observar la vida por más tiempo. Hay una fuerza en mi alma. ¿Qué efectos tiene? ¡Es una fuerza asemejadora! ¿No acabo de hablar de ella? En esto reside el amor: une para estar uno en el otro; es una fuerza que impulsa a estar uno junto al otro. ¿Y qué produce? Un asemejamiento. Es realmente así. Cuando quiero a un ser humano, es una evidencia banal que me torne semejante a él en el pensar, en el actuar, en el sentir y, muchas veces, también en los gestos exteriores. No es algo artificial sino expresión del estar uno en el otro. No es una burda imitación. Puede ser así pero es algo obvio que se sepa de qué escuela proviene quien ama. Es una unidad del espíritu, del alma. Podrán tener un trato recio en lo exterior pero se siente que un alma está dentro de la otra. Ésta es la fuerza unitiva y asemejadora del amor.



(Texto tomado de Las Fuentes de la Alegría, Pág. 350, P. José Kentenich, Editorial Patris, Chile)



miércoles, 18 de julio de 2012

La esencia del amor - ¿Qué es el amor? (2)


• El amor es el derecho a habitar en el corazón del otro

Cuando en ambos está presente el impulso, en nuestro caso, el impulso hacia Dios, todo apremia en ese sentido. ¿Por cuánto tiempo? Hasta que el alma tenga la siguiente conciencia: tú en mí y yo en ti y ambos uno en el otro. El alma sólo descansa en la posesión de un ser humano cuando ha adquirido derecho de habitar en el corazón de un ser humano. Esto es el amor: poseer derecho de habitar en el corazón, en el interior de un ser humano. ¿No es acaso algo grandioso? Y, dicho sea de paso ¡qué grande es esto, también humanamente hablando! 

Se dice que todas las cosas tienen dos caras. En la práctica, sólo tienen una sola cara. Sólo los seres espirituales tienen dos caras. Puedo cerrarme interiormente, puedo mostrar a los hombres sólo mi cara exterior. Pero también puedo dejar entrar a los hombres en mi interior, y a eso se lo denomina amor, se lo denomina comunidad. Lo otro es sociedad. Comunidad es un estar uno en el otro de tipo interior, espiritual. Tal vez sea suficiente esta fugaz referencia a observaciones de la vida.

(Continuará)

(Texto tomado de Las Fuentes de la Alegría, Pág. 349, P. José Kentenich, Editorial Patris, Chile)

miércoles, 11 de julio de 2012

La esencia del amor - ¿Qué es el amor? (1)



a. Desde el punto de vista de la vida cotidiana

La esencia del amor. A partir de ahora nos encontramos en terreno salesiano. ……. Francisco de Sales fue un pensador sumamente original, se desligó de santo Tomás. Era un gran observador de la vida. Observó la vida y la utilizó como fuente de conocimiento, tal vez más de lo que lo hicieron otros en su tiempo. Por eso se diferencia no poco de santo Tomas también en su comprensión de la esencia del amor. …….

Conocemos la definición descriptiva del amor. La hemos utilizado asimismo cuando les expuse la idea del amor de amistad. Es la igualdad de naturaleza, igualdad de cualidades e igualdad de bienes. Francisco de Sales no aceptaría esto. Para poner claridad en las oposiciones haremos bien en observar en forma totalmente inmediata la vida y preguntarnos: ¿qué es el amor según se muestra en la vida práctica? …………


Tengo derecho a darme a mí mismo la respuesta en cuanto me interno de lleno en la vida. Si sé qué significa amor en medio de la vida cotidiana, sé también qué significa amor de Dios. En esto no deben olvidar la antigua gran ley que dice: gratia non destruit, sed elevat et perficit naturam (la gracia no destruye sino que eleva y perfecciona la naturaleza). Las leyes psicológicas no se echan por tierra por el hecho de entrar bajo el régimen de la gracia. Por tanto, lo que vale acerca de la esencia del amor natural vale también acerca de la esencia del amor de Dios. En la fuente deben existir diferencias pero la función será la misma. Por eso me permito pedirles que contemplen sin reparo alguno la vida real.

• El amor es una bi-unidad

¿Qué fuentes quieren escoger? Tomen una pareja de enamorados; observen sin ningún reparo su comportamiento recíproco. Si se nos concede contemplar con mayor profundidad la correspondencia o el corazón de la pareja ¿qué encontraremos? ¿Qué produce el amor? Éste es el amor práctico, puesto que el hombre del pueblo se responde la pregunta por la esencia del amor preguntándose qué produce el amor. O bien, si se remontan con el pensamiento a su propia infancia y juventud y han tenido en ese entonces un verdadero amor filial hacia alguien, si han tenido un verdadero amor de amistad, un verdadero amor paterno cimentado en Dios ¿qué efectos produce el amor, observado en la vida cotidiana? ¿Qué les responderé? 

Encontramos una bi-unidad recíproca, una armonía de los corazones, una armonía de la voluntad, de toda la actitud de espíritu. Si formulo la idea de la siguiente manera: «yo en ti y tú en mí y ambos uno en el otro», lo que tenemos, es un real estar interiormente uno en el otro. Tómense el trabajo de comprobarlo a fin de que no suceda, como con tanta frecuencia, que retomamos expresiones viejas como meras fórmulas. ¿Qué es el verdadero amor? Amor significa estar uno en el otro, estar interiormente uno en el otro: yo en ti y tú en mí y ambos uno en el otro.

Debemos haber experimentado vivencialmente lo que el amor real tiene como consecuencia a fin de captar toda la grandeza y toda la riqueza del verdadero sentimiento amoroso asociado a él. Éste es tan fuerte que dos personas que se aman mutuamente, con el tiempo, llegan a ser cada vez más semejantes una a la otra. Si me permiten ponerme un poco erudito, diré que es, en cierto sentido, una conciencia de identidad, una biunidad. Las personalidades llegan a una bi-unidad, a una conciencia de identidad.

Piensen, por favor, en lo siguiente: si traslado estas consideraciones a Dios, si puedo hablar de esta manera acerca del amor de Dios ¡cómo despunta un nuevo mundo, cómo tendré que esforzarme para captar todo el conjunto de estas realidades! Ésta es en general nuestra flaqueza: la mayoría de las veces estamos vinculados a Dios sólo con las ideas; resuena algo de amor pero no es el sencillo estar de uno en el otro. Nuestro cariño es, en gran parte, un estar mental y espiritual uno al lado del otro. De este modo percibimos asimismo, con un contenido totalmente nuevo, las palabras de san Agustín cuando dice: «Inquieto está nuestro corazón hasta que descansa en ti». ¡Estúdienlo en la vida práctica! No deben interpretarlo en el sentido de la visio beata (visión beatífica), ¡no!

(Continuará)

(Tomado de Las Fuentes de la Alegría, P. José Kentenich, Editorial Patris, Chile, Págs. 346-348) 

miércoles, 4 de julio de 2012

¿Cómo despertar el instinto de amor?



Dios conoce también otra ley: sabe cómo se gana y vincula de la forma más rápida y segura ese amor. La respuesta: ¡véanla en su propia vida! Reoriéntense un poco dedicándose no sólo a leer libros sino, en una época en que todo tambalea, observando la vida en su inmediatez y mirando desde allí hacia el interior de la misma con mirada clara.

Posibilitando que el hombre se vea, se crea y se sienta amado

¿Cómo se despierta y vincula de la forma más rápida y segura el instinto de amor? ¿Me darán la razón si les digo: haciendo que el hombre se vea amado, se crea amado y se sienta amado?

Aquí tienen un descubrimiento de gran importancia. ¡Observen la vida! ¡Contémplense a sí mismos! ¿No es acaso así que, cuando se ven, se creen y sobre todo, se sienten amados por una persona, ella puede hacer de todo con ustedes? Se ha despertado el instinto de amor, y eso es mucho más valioso que si estuviesen frente al ser humano con el látigo en la mano y dijesen: «¡según el párrafo tal y tal, las cosas han de ser de esta manera!». Así podrán mantener a raya al ser humano pero no arrastrarlo hacia lo alto. La justicia también es necesaria, por cierto, pero aquí se trata de cómo puedo arrastrar al ser humano hacia lo alto, de cómo puedo conquistar la fuerza fundamental del ser humano.

Ahí tienen al gran maestro de la pedagogía. Él conoce las fuerzas fundamentales y también la ley según la cual esas fuerzas pueden entrar en acción y ser movilizadas. Escuchen lo que decían los antiguos romanos: si vis amari, ama! Si quieres ser amado, ama!). Verifiquen qué significa esto. ¿No es acaso lo mismo que decía Don Bosco?: si quieren que sus educandos sean obedientes y cumplan todas las otras virtudes morales, deben procurar ser amados por ellos. Y serán amados cuando ustedes los amen. Ellos deben sentir ese amor. Si vis amari, ama! Ahí tienen la gran ley fundamental que nos explica todo el mundo, la economía entera del amor. …………

Conciencia de autoestima

Permítanme recordarles que, en una era de la máquina, en un tiempo del mecanismo, en el cual cada ser humano es denigrado y reducido con demasiada facilidad a la pieza de una máquina, en un tiempo semejante, difícilmente podrán dar algo mejor al ser humano que una aplicación clara de esta ley. El hombre de hoy debe adquirir nuevamente conciencia de autoestima. ¿Y cómo habrá de adquirirla? Debe sentirse amado. Quien se siente amado se siente apreciado y crece en él una sana conciencia de autoestima. Y puedo decirles que, allí donde esta conciencia está en desarrollo, el terreno está preparado para la superación de las más grandes dificultades psicológicas, tentaciones y pecados. Por eso: a un ser humano que haya caído grave y profundamente, demuéstrenle que lo quieren. ¡Pero no sólo mediante declaraciones de amor sino también mediante hechos! Eso tiene más efecto que muchas pláticas. Mucho depende de eso. ¡Todo! Así es: Dios también quiere llevarnos a la unión de amor consigo mediante ostensibles pruebas de amor.


(Tomado de "Las fuentes de la Alegría", P. José Kentenich, Editorial Patris, Págs. 312-314)