viernes, 28 de mayo de 2021

Anhelo por una nueva imagen del padre

Me llama la atención la cantidad de autores, poetas, novelistas o filósofos, que el fundador cita en este ‘Estudio’ sobre el principio paternal. Sabemos que el Padre Kentenich era un asiduo lector. En la última página del apartado que estamos leyendo en estas semanas – la “muerte del padre” en los siglos pasados –, y que hoy reproduzco en el Blog, nuestro fundador trae algunos textos de cinco escritores, dos franceses, dos alemanes y un juez americano.

De André Paul Gide, Premio Nobel de Literatura en el año 1947, nos regala un pasaje en el que describe el sentimiento vital de la juventud en el siglo anterior. Dice así:

“Hace 30 años que André Gide escribió con gran éxito la parábola del hijo pródigo, aplicándola a su época. En el regreso a la casa paterna describe el encuentro con un joven hermano que ha nacido durante su ausencia. El más joven escucha atentamente al mayor cuándo éste no se cansa de contar sobre el mundo exterior. Abiertamente confiesa:

“lamentablemente fui demasiado débil para quedarme afuera para siempre; tuve necesidad del padre. ¡Pero tú, sé fuerte! ¡Vete lejos de él y no regreses jamás! ¡Haz del extranjero, tu patria!”

 Así era el sentimiento vital en aquel entonces. En múltiples aspectos, hoy ha cambiado mucho.”

 Del poeta alemán Gottfried Benn (1886–1956) nos relata y cita una escena en la que podemos constatar cómo experimenta la juventud actual (en 1965) el abandono del padre: 

“En una habitación se hallan reunidas algunas personas y cuentan acerca de sus vidas. En realidad, no lo hacen tanto las unas para las otras, sino mucho más para “la voz que está detrás de la cortina”. Allí está sentado el gran padre, quien los llamó a todos a la vida y que ahora los convoca para que rindan cuentas. Se han puesto de acuerdo entre ellos y también con él que expresará su aprobación o desacuerdo valiéndose de una campanilla y de espaciadas acotaciones breves. Por eso él reacciona de vez en cuando, una vez de ésta, otras de aquella manera. Pero su crítica es casi siempre negativa. Por este motivo el representante del pequeño grupo resume la conclusión final con las breves palabras: “El viejo nos dejó plantados... La situación es dura... ¿Ante quién vamos a arrodillarnos ahora? ¡Sigamos adelante!” 

¿Qué quiere expresar el poeta?, escribe el Padre. Salta a la vista que la juventud actual está dispuesta a pedir junto con Felipe: ¡Muéstranos al Padre! – al Padre terrenal y al celestial. …..

Y del otro filósofo e historiador alemán, Ernst Jünger (1895-1998), y del juez americano nos aporta en cada caso unas indicaciones sobre el anhelo de una nueva imagen del padre que ya en esos tiempos se hacía visible en muchos círculos de la juventud de entonces. El fundador escribe en su estudio:

“Los sociólogos hacen notar que se está presentando en forma más amplia un creciente movimiento de retorno de la juventud al padre y a una vinculación con él. La juventud no puede y no quiere renunciar por más tiempo a la autoridad paternal, la experimenta como apremiantemente necesaria. …… Ella exige protección y cobijamiento, conducción y vinculación interior; pero no en un sistema duro y engañoso, sino en una función sincera y segura y personal por parte del padre así tal como se da en la vinculación personal entre ambos aliados. Brevemente dicho: ella anhela una nueva imagen del padre.

Al respecto dice Ernst Jünger: “La solución depende de una nueva concepción de la palabra padre”. 

En la misma línea va la concepción de un juez americano. Este último declara:

(Partiendo de mi experiencia) “llego al principio compuesto por ocho (en la traducción al español, diez) palabras que, estoy convencido, es más decisivo que todos nuestros comités, prescripciones y proyectos de millones de dólares: “¡Hagan que el padre sea nuevamente cabeza de la familia!”. 

Finalizando las reflexiones de hoy encontramos en el texto a Jean-Paul Sartre. El fundador escribe lo siguiente refiriéndose a la juventud que anhela otra imagen del padre: 

“ ……. En todo caso, está hastiada de la autonomía que ha tenido hasta ahora. Quisiera salir de ese encierro. Ha estado demasiado tiempo al borde de la nada. Y ha experimentado algo del infierno. 

¡Quiere regresar! ¡Regresar realmente! ¡Regresar al Padre Dios! Regresar a su transparente terreno que lo hace visible constantemente, que señala hacia Él y asegura el vínculo con Él. Sola no puede encontrar el camino. Para esto aún se encuentra demasiado poseída de sí misma. Y esta auto posesión no le permite encontrar la puerta hacia el tú: hacia el tú divino y humano, si bien en ese alejamiento del tú y en la indisoluble auto posesión ha experimentado algo del infierno. Es lo que menciona Sartre con las palabras: el infierno es el otro.


Para leer el texto completo de este día, abrir el siguiente enlace:

Tendencias en sentido contrario: el anhelo por una nueva imagen del padre


 

viernes, 21 de mayo de 2021

El problema (y la tarea) del padre, ayer, hoy y mañana ...

Continúo leyendo, y ofreciendo a mis lectores, las reflexiones que el Padre Kentenich escribiera en el año 1964 sobre el ‘principio paternal’ en las comunidades religiosas y el resumen retrospectivo que nos hace sobre el ‘problema del padre’ en los últimos doscientos años. El que desee leer el texto original, lo puede hacer abriendo el “link” que apunto al final de esta entrada.

En mi meditación de esta semana traigo algunas frases del texto citado que me invitan a pensar en los tiempos actuales y en mi propia actuación como padre y como miembro de una comunidad schoenstattiana de familias. El fundador escribe así:

“Conocedores de los tiempos actuales hablan a menudo de una época apocalíptica. No es que traten de decir que el mundo está a punto de desaparecer. Solo pretenden expresar que nuestro tiempo se asemeja en muchos aspectos a la época del fin del mundo descrita en las Sagradas Escrituras: como un huevo se asemeja a otro huevo.

Según la visión bíblica, pertenece a las manifestaciones escatológicas características no solo un generalizado enfriamiento del amor sino principalmente la ruptura total de las relaciones familiares, que se evidencia en un alejamiento de los hijos respecto a los padres y de la forma de ser del hijo respecto a la del padre. Es por ese motivo que el arcángel Gabriel le anuncia a Zacarías que Juan, en la fuerza de su misión específica, “irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los (hijos) rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Lc 1,17)

Todos los que siguen las huellas del Bautista en situaciones similares, tienen hoy la tarea de unir nuevamente los corazones de los padres y de los hijos en una indisoluble bi-unidad. Todos ellos pueden y deben ser padres per emientiam de su comunidad, a la que nunca cesan de amar. De lo contrario, es imposible cumplir su misión. Deben unirse para formar una comunidad de padres que consideren como tarea de vida el defender el triunfo de la idea del padre y el triunfo del padre en el orden de la naturaleza y de la gracia. Esa parece ser la exigencia que Dios hace sin cesar, por medio de la vox temporis, a los hombres que él elige para ello, hombres que tienen oídos para oír y ojos para ver”.

El texto citado está escrito hace casi cincuenta años, ¿no pareciera que el tiempo actual se asemeja al tiempo descrito en aquel entonces como “un huevo a otro huevo”? ¿Cómo veo y describo yo los tiempos actuales y recientemente pasados al pensar en la figura del padre?

¿No podría ser que las ramas de la obra familiar del Movimiento apostólico de Schoenstatt, la Liga, la Federación y el Instituto de familias, estuvieran llamadas hoy a llevar a la práctica la tarea de vida que el P. Kentenich apunta en este estudio, o sea, “defender el triunfo de la idea del padre y el triunfo del padre en el orden natural y de la gracia”? Eso sí, la premisa del propio fundador es que estos hombres, a más de ser elegidos, deben de tener oídos para oír y ojos para ver.

Cito el enunciado de la tarea a la que se refiere el Padre:

Pero hay que considerar la tarea del padre en la familia. La familia puede ser un refugio sin él. Pero solo cuando el padre es la puerta por la que se accede al mundo, el guardián, que simultáneamente protege a la juventud frente al mundo y actúa como su representante frente al mundo, sólo entonces se da la auténtica familia.

Los especialistas y consejeros en la educación corroboran esta verdad: los hijos y las hijas no pueden madurar si no tienen padre. Un padre es más que un engendrador, y más que un proveedor de alimentos. La tarea del padre es crear un espacio vital y de acción para los hijos y para su madre, dominando con ello una parte del mundo y representando así un ordenamiento del mismo.”

Acabo de ver en televisión una entrevista a la reina Máxima de Holanda con motivo de su cincuenta cumpleaños. El periodista le preguntó también sobre su marido. La reina Máxima contestó: "Él es el padre de mis hijos, pero además él es mi ancla, él me ayuda a mantener la concentración, él me anima y motiva para que haga mi trabajo y a la vez me sostiene." Lo dijo emocionada, se notaba que decía la verdad. Me pareció interesante la respuesta como una concreción de la tarea del padre para con la madre.

El texto citado en la entrada se puede leer aquí:

  Resumen retrospectivo sobre el problema del padre

viernes, 14 de mayo de 2021

Escuchando a mi hijo

 La profundidad y trascendencia de los textos del Padre Kentenich que vengo publicando en estas semanas pasadas me han planteado algunas preguntas y me han provocado cierta inquietud. Como dice una de mis lectoras, “no se pueden leer estos textos a las apuradas, esconden verdades tremendamente fuertes”. Es por esto que decidí conversar sobre el tema con uno de mis hijos, hombre con experiencia pedagógica pastoral y comunitaria. Trataba de averiguar si el contenido de estos textos es compatible con las formas y estructuras de un Blog.

Una de sus sugerencias fue la de plantear al final de cada texto alguna pregunta que haga reflexionar al lector. Y he pensado hacerle caso, comenzando conmigo mismo. Copié y edité los textos del fundador de las dos últimas semanas, imprimí el documento resultante y me lo llevé a mi lugar de oración y reflexión con la idea de leerlo pausadamente y hacerme algunas preguntas.

Con alegría y satisfacción interior me encontré en los textos mencionados a mi propio padre. Lo recuerdo con toda su humildad viviendo “el ideal de una paternidad creativa y desinteresada, …. Exigiéndose un espíritu de sacrificio desinteresado por el amor y el coraje en la confianza, es decir, la actitud básica que es la fuente de una autoridad espiritual interior ….” Fueron tiempos difíciles los suyos, los años de la postguerra española, maestro de escuela de los de alpargatas, “con más hambre que un maestro de escuela” según reza el dicho español, y con el ‘Catecismo Ripalda’ como libro de inspiración catequética para las horas de religión. Dando todo, hasta la salud, por el amor a su familia y por el bienestar de sus hijos.

¡Su espíritu de sacrificio, su confianza! ¿No podría ser que yo y mis cuatro hermanos aprendiéramos – sin darnos cuenta - lo que es el Padre Dios, viendo y experimentando lo que fue mi padre? No sé si él era consciente de la trascendencia de su ser, no sé si sabía de la ley de gobierno orgánica del mundo, ni si conocía la ley de la transferencia orgánica, pero yo sí le agradezco y le agradeceré siempre la trascendencia de su obrar.

El Padre Kentenich lo escribe así: “La razón más profunda de las interrelaciones mencionadas radica en la peculiaridad de la paternidad en su ser y en su obrar. Tiene en todo momento sólo un carácter representativo: participa de la autoridad divina; ….. Por este motivo la vida del padre puede, quiere y debe ser un emular el estilo de vida del Padre Dios, así como ser también un orden divino vivido en la práctica.” Sólo me queda agradecer al buen Dios por el padre que me regaló.

Tengo alguna otra pregunta para la meditación. Me la sugiere el siguiente texto del Padre Kentenich: “La situación actual es tal que está totalmente justificado llamar a los verdaderos padres “los grandes aventureros del mundo moderno”. …. Se trata en verdad de luchar con éxito por el heroísmo de una actitud fundamental sobrenatural respecto al mundo y a la vida, trabajar sin miramientos en la autoeducación hasta el final de la vida y convertirse en héroes de un espíritu de sacrificio  ….”

Mis preguntas: ¿Vivo yo, como padre, en esa ‘actitud fundamental sobrenatural’, o me consumen los anhelos y preocupaciones de este mundo? ¿Cómo anda mi heroicidad, fruto del espíritu de sacrificio sugerido en el texto?

Le ahorro a mis lectores saber del resultado de mi meditación. Se lo pueden imaginar. Por si alguno desea hacer la misma experiencia que yo, le apunto a continuación el link para descargarse el texto completo de este capítulo. Las preguntas ya las conocen, están en los párrafos anteriores.

Amor y autoridad (1) - La muerte del padre

 

viernes, 7 de mayo de 2021

Amor y autoridad paternal - La "muerte del padre" (2)

Continuamos leyendo el texto que iniciamos la semana pasada. En el texto de hoy podemos encontrar en la primera frase una propuesta de definición interesante de la autoridad paternal. La destaco en negrita. 


"O más en concreto: generalmente no lograron reemplazar su propia autoridad de forma oportuna y efectiva mediante la autoridad basada en una conciencia cuidadosamente cultivada, o mediante la autoridad del Dios omnipresente, que a través de la conciencia nos comunica sus deseos, plantea sus demandas, ofrece las gracias de su ayuda, y con ello quiere llevar a cabo su arte divino de la educación.

Pareciera pues, que se muestra aquí evidentemente una tarea que exige una ejemplaridad paternal heroica, que presupone más esfuerzo, reflexión e instrucción que el lenguaje lapidario de las reivindicaciones radicales de poder con su disciplina externa y el uso desenfrenado del bastón. Quien desee resolverlo debe exigir un máximo de exigencia a su idealismo abnegado. Por supuesto que a cambio se deba esperar el regalo de que una delicada autoridad interior de una conciencia cuidadosamente entrenada acompañe a los hijos en todos los caminos a lo largo de toda su vida. Se sabe qué límites alcanza el poder punitivo. Por lo general sólo llega a lo que alcanzan los ojos y las manos del padre, siempre y cuando los hijos no pongan fin radicalmente a su obediencia.

La última razón del fracaso de los padres: una imagen errónea de Dios y una falta de filialidad de los padres

Se pueden dar muchas razones para el fracaso de los padres. Las hay de naturaleza externa y de naturaleza interna. En definitiva, todas tienen sus raíces y generalmente resultan de una visión descentrada y equivocada del Padre Dios y en una preocupante y personal falta de actitud filial básica hacia el Padre Dios. Recordemos una frase que se repite en nuestros círculos: “Los espartanos serán siempre un fragmento. No llegarán a ser nunca hombres de fuerza y vigor. Pues quien nunca ha sido niño, nunca será un hombre.” No es difícil darle a esta frase el significado que aquí corresponde.

Motivación para este juicio: el carácter vicario de la paternidad

La razón más profunda de las interrelaciones mencionadas radica en la peculiaridad de la paternidad en su ser y en su obrar. Tiene en todo momento sólo un carácter representativo: participa de la autoridad divina; la hace presente de forma clara y concreta, y con ella a la absolutamente válida lex aeterna (el eterno orden divino). Y lo hace no solamente a través de la palabra hablada, sino también mediante la palabra encarnada, es decir, a través de la vida práctica. Por este motivo la vida del padre puede, quiere y debe ser un emular el estilo de vida del Padre Dios, así como ser también un orden divino vivido en la práctica. Al menos, debería estar presente un esfuerzo serio por aspirar a ese alto ideal, apareciendo al menos de alguna forma en la práctica. Esta profunda relación entre el ser y el obrar paternal divino y humano es indispensable si este ser y obrar desea cumplir su misión para la generación venidera. A partir del padre terrenal como imagen del padre celestial el séquito quiere y debe aprender a decir un sí de corazón, un sí voluntario y autónomo al Padre Eterno y a su lex aeterna.

La situación actual es tal que está totalmente justificado llamar a los verdaderos padres “los grandes aventureros del mundo moderno”. No solo tienen que – repito una palabra de Gabriel Marcel – superar “el egoísmo de a dos” en el matrimonio y renunciar al buscado y esperado “disfrute sin remordimiento” en el uso desenfrenado de anticonceptivos: se trata en verdad de llegar a ser santos de la vida diaria, o lo que es lo mismo, luchar con éxito por el heroísmo de una actitud fundamental sobrenatural respecto al mundo y a la vida, trabajar sin miramientos en la autoeducación hasta el final de la vida y convertirse en héroes de un espíritu de sacrificio continuado o llegar a ser mártires incruentos.

La importancia de la experiencia paternal para el desarrollo del concepto de padre

Para completar, conviene señalar aquí – aunque sólo sea al margen -, la importancia de la experiencia individual concreta del padre para ambos sexos en la actualización del arquetipo basado en la imagen del padre arraigada en el subconsciente colectivo. El estudio presente tocará de nuevo el tema en otra ocasión.

Después de lo dicho, cabe señalar lo siguiente: en la rebelión de los hijos contra los padres, la culpa de ambos se mantiene equilibrada".