La profundidad y trascendencia de los textos del Padre Kentenich que vengo publicando en estas semanas pasadas me han planteado algunas preguntas y me han provocado cierta inquietud. Como dice una de mis lectoras, “no se pueden leer estos textos a las apuradas, esconden verdades tremendamente fuertes”. Es por esto que decidí conversar sobre el tema con uno de mis hijos, hombre con experiencia pedagógica pastoral y comunitaria. Trataba de averiguar si el contenido de estos textos es compatible con las formas y estructuras de un Blog.
Una de sus sugerencias fue la de plantear al final de
cada texto alguna pregunta que haga reflexionar al lector. Y he pensado hacerle
caso, comenzando conmigo mismo. Copié y edité los textos del fundador de las
dos últimas semanas, imprimí el documento resultante y me lo llevé a mi lugar
de oración y reflexión con la idea de leerlo pausadamente y hacerme algunas
preguntas.
Con alegría y satisfacción interior me encontré en los
textos mencionados a mi propio padre. Lo recuerdo con toda su humildad viviendo
“el ideal de una paternidad creativa y desinteresada, …. Exigiéndose un
espíritu de sacrificio desinteresado por el amor y el coraje en la confianza,
es decir, la actitud básica que es la fuente de una autoridad espiritual
interior ….” Fueron tiempos difíciles los suyos, los años de la postguerra
española, maestro de escuela de los de alpargatas, “con más hambre que un
maestro de escuela” según reza el dicho español, y con el ‘Catecismo Ripalda’
como libro de inspiración catequética para las horas de religión. Dando todo,
hasta la salud, por el amor a su familia y por el bienestar de sus hijos.
¡Su espíritu de sacrificio, su confianza! ¿No podría ser
que yo y mis cuatro hermanos aprendiéramos – sin darnos cuenta - lo que es el
Padre Dios, viendo y experimentando lo que fue mi padre? No sé si él era
consciente de la trascendencia de su ser, no sé si sabía de la ley de gobierno
orgánica del mundo, ni si conocía la ley de la transferencia orgánica, pero yo sí
le agradezco y le agradeceré siempre la trascendencia de su obrar.
El Padre Kentenich lo escribe así: “La razón más
profunda de las interrelaciones mencionadas radica en la peculiaridad de la
paternidad en su ser y en su obrar. Tiene en todo momento sólo un carácter
representativo: participa de la autoridad divina; ….. Por este motivo la vida del
padre puede, quiere y debe ser un emular el estilo de vida del Padre Dios, así
como ser también un orden divino vivido en la práctica.” Sólo me queda
agradecer al buen Dios por el padre que me regaló.
Tengo alguna otra pregunta para la meditación. Me la
sugiere el siguiente texto del Padre Kentenich: “La situación actual es tal
que está totalmente justificado llamar a los verdaderos padres “los grandes
aventureros del mundo moderno”. …. Se trata en verdad de luchar con éxito por
el heroísmo de una actitud fundamental sobrenatural respecto al mundo y a la
vida, trabajar sin miramientos en la autoeducación hasta el final de la vida y
convertirse en héroes de un espíritu de sacrificio ….”
Mis preguntas: ¿Vivo yo, como padre, en esa ‘actitud
fundamental sobrenatural’, o me consumen los anhelos y preocupaciones de este
mundo? ¿Cómo anda mi heroicidad, fruto del espíritu de sacrificio sugerido en
el texto?
Le ahorro a mis lectores saber del resultado de mi meditación.
Se lo pueden imaginar. Por si alguno desea hacer la misma experiencia que yo,
le apunto a continuación el link para descargarse el texto completo de este
capítulo. Las preguntas ya las conocen, están en los párrafos anteriores.
Amor y autoridad (1) - La muerte del padre
Es que el espíritu de sacrificio está devaluado... la generación nuestra y las que vienen, prefieren pasarla bien. Si no se la pasa bien, se corta la relación. Cómo educar entonces en ese espíritu de sacrificio? "El altar familiar es una mesa de sacrificios", decía el PK... y eso hoy suena demasiado masoquista. Deberíamos llenar esas frases con ejemplos concretos, de la vida diaria, tal como hiciste en tu comentario, Paco. En ese sentido, tenemos una gran responsabilidad de poder transmitir la fuerza de esta manera de ver la paternidad y la maternidad.
ResponderEliminarQué buen material nos estás dando, querido Paco... no me canso de repetirlo...
Querido Paco, muchas gracias por tu trabajo. ¡qué bonita reflexión!
ResponderEliminarUn abrazo,
Ángel