Vivimos en este final de año tiempos difíciles. Son muchas las familias que han perdido a seres queridos o que albergan en sus hogares a enfermos del ‘Covid’, otras viven en la inseguridad del mañana. Parece que la angustia nos persigue y atosiga a todos nosotros sin excepción.
En una selección de textos
del Padre Kentenich titulada “Desafíos de nuestro tiempo” he encontrado
algunos párrafos suyos que nos pueden ayudar en estos días. Sabemos que nuestro
fundador vivió siempre intensamente su tiempo con una extraordinaria conciencia
y responsabilidad histórica. Él se dejaba guiar por el Dios de la vida.
En cierta ocasión después de
mostrar un sombrío panorama de nuestra cultura, que ha perdido su fundamento en
Dios y que se encamina aceleradamente hacia el caos; un tiempo caótico, con un
hombre desintegrado, vitalista y mecanicista, el Padre Kentenich no cedió al
pesimismo ni al desaliento. Él decía y nos dice hoy a nosotros lo siguiente:
“Ha sido un
cuadro francamente triste, desconsolador; sí, aplastante y desalentador, el que
hemos mostrado. ¿No somos presa, a partir de eso, de cierto pesimismo que
podría aminorar nuestra capacidad de acción? ¿No tendríamos que responder,
moviendo la cabeza, que todo esto significa el fin de esa humanidad tan
ricamente dotada por Dios, que él creó según la imagen natural y sobrenatural
de sí mismo? ¿No significa, todo lo anterior, el término de la humanidad, de
esa humanidad por la cual el Hijo Unigénito de Dios dio hasta la última gota de
su sangre?
El pesimismo quisiera embargar nuestra alma y estremecerla profundamente.
Quizás podríamos plantearnos más bien la pregunta así: ¿no estamos ante un
aniquilamiento, ante un ocaso de la humanidad, como en el tiempo de Noé? ¿No
surgirá de este derrumbe un nuevo tiempo, una nueva generación, una nueva
familia humana de la cual va a brotar y crecer un árbol nuevo, una nueva
primavera? ¿Quién puede darnos una respuesta precisa? ¿Quién de nosotros ha
sido el consejero de la sabiduría eterna? (cf. Rom 11,34). ¿Quién ha podido
jamás penetrar sus planes? Una cosa, sin embargo, puedo aseverar con seguridad:
en este trasfondo oscuro brilla para nosotros un nuevo e inigualable
optimismo. Es la simple y vigorosa fe de que está surgiendo un mundo
nuevo, un mundo lleno de la luz y del brillo del sol, un mundo en el cual
Cristo, el rey del universo, y María, la gran reina, van a obtener una victoria
particularmente singular. Nosotros, que caminamos en las tinieblas,
debemos comprendernos como los precursores de esta gloriosa nueva época,
aunque también nuestro camino deba pasar por oscuridades y tinieblas o nos
espere una muerte cruenta (…).”
Recuerdo, para
terminar, que el Padre invitaba siempre a vivir con una enorme esperanza. Su
último escrito (mensaje final para el Congreso nacional de los católicos en Essen, 1968) tiene
la siguiente consigna:
“Alegres por la
esperanza, seguros de la victoria, marchemos con María hacia los tiempos más
nuevos.”
A los lectores
del Blog y a sus familiares les deseo un feliz y muy bendecido año 2022.