viernes, 17 de diciembre de 2021

LA FUERZA UNITIVA Y ASEMEJADORA DEL AMOR

En la entrega de amor, el hombre se capacita y dispone para dejarse regalar por la persona amada, para asumir el mundo de valores de esa persona y dejarse marcar con la impronta de ese mundo. Se trata de un proceso de encuentro creador siempre renovado entre el propio mundo espiritual y psíquico y el de la persona amada. En tal sentido, el tema del desinterés en el amor y del amor a sí mismo no es sólo de naturaleza ascética y ética. Este tema desempeña en el pensamiento del padre Kentenich un papel especialmente importante en el tratamiento de la conexión que existe entre amor divino y amor humano.

“Ciertamente vale la pena detenerse en este lugar y preguntarse: ¿qué efecto tiene esta ley de transferencia, qué efecto tiene la vinculación orgánica, personal? Permítanme que se lo diga con una expresión técnica: tiene un efecto singularmente creador, ya que es el principio más creador en la naturaleza. Pueden preguntar a todos los que lo hayan experimentado por vez primera al haber alcanzado una vinculación profundamente íntima con Dios, [y les dirán] cómo se despierta todo un mundo, un ritmo de vida, y ello en un lapso muy breve de tiempo. Por otro camino hubiesen sido necesarias, tal vez, varias décadas para que esa fuerza creadora de la vinculación alcanzara sus efectos.

¿Quieren escuchar otra expresión de lo mismo? …… Quiero exponérselo en términos científicos con un par de rápidos trazos, dando la respuesta en el sentido de la filosofía antigua, de la filosofía moderna y del pensar y sentir de la gente sencilla.

En el sentido de la filosofía antigua. He señalado que la vinculación o, dicho de otro modo, el amor, el simple quererse, tiene dos fuerzas: una fuerza unitiva y una fuerza asemejadora. Son sólo expresiones diferentes para designar la transmisión de vida.

….. ¡Qué profunda es esta fuerza unitiva en el ser humano! Es estar profundamente uno en el otro, en lugar de uno contra otro: yo en ti, tú en mí, y ambos uno en el otro. Así es como la vida nos muestra los actos de amor. Y este estar uno en el otro es tan fuerte que podemos hablar de una conciencia de identidad: yo en ti, tú en mí, y ambos uno en el otro. …..

Pero no sólo se da una fuerza unitiva, sino también una fuerza asemejadora: idem velle et idem nolle, armonía de los corazones, de las inclinaciones. Ya los antiguos filósofos vieron esta realidad. Y la misma llega tan lejos que, en su forma extrema, uno se torna, sin quererlo, semejante a la persona amada hasta lo último. Esto es comunicación de vida.

…… ¿Quieren escuchar la misma idea en el sentido de la filosofía moderna? Es sólo una descripción diferente. Si expresamos de forma psicológica moderna lo que dijeron ya los antiguos, alcanzaremos mejor el objetivo. …. Según los modernos, son dos los efectos del amor, de la vinculación: en primer término, se sacia mi necesidad de cobijamiento; es lo que los antiguos llamaban efecto unitivo.

En segundo término, por medio de esa vinculación asumo la actitud de la persona amada no sólo de forma intelectual, sino también instintiva. Quiero subrayar especialmente la expresión “instintiva”. Esto es lo más importante hoy en día, en un tiempo en que procuramos encontrar el camino de lo individual a lo existencial. Esto es lo grande de nuestro tiempo: que no nos quedamos detenidos en la cabeza, sino que debe darse satisfacción también al corazón, a los instintos. ….

¿Queremos escuchar de nuevo la misma idea? ¿Cómo lo expresa el pueblo sencillo? ¿Por qué medios alcanzaban nuestros padres el efecto que producían? Por el poder del buen ejemplo. Así pensaron y así actuaron. Queremos decirlo siempre con sencillez. Nos sorprendemos de lo sencillo que es todo esto, y nos sorprendemos de poder expresarlo de forma erudita. ¿Comprenden lo que quiero captar con la expresión “ley de transferencia orgánica”?

Pero hay todavía una segunda ley que opera en la vinculación orgánica: la ley de transferencia y traspaso orgánicos. Escúchenlo una y otra vez: ¡orgánicos!

Vean el gran plan salvífico de Dios. Dios quiere tenernos para sí, y esto no debemos cuestionarlo. Él nos quiere tener de manera absoluta, con todas las fibras de nuestro ser y con cada uno de nuestros instintos: el instinto filial, el paternal, el maternal, el fraternal, el esponsal. Dios, mi todo. Dios quiere que todos los instintos de amor estén vinculados a él hasta en sus últimas ramificaciones. ¿Y qué significa aquí la ley de traspaso? No debo dejar que las personas se queden detenidas en mí: debo velar para que continúen su crecimiento más allá de mi persona y se adentren y arraiguen en el corazón de Dios. …..

Permítanme que lo exprese de nuevo de forma más simple. Dios es un sabio psicólogo y ha construido el organismo íntegro del mundo. Entonces, deja caer una cuerda. Desea vincularnos con lazos humanos. A pesar de ser espíritu, Dios es muy humano y razonable. Desea atraer a los hombres con lazos humanos. Por eso mismo hace que podamos vincularnos con amor de hijos, de padres y de esposos. Pero tira de la cuerda hacia arriba y no descansa hasta que todo haya llegado a estar vinculado con él. El núcleo del asunto es siempre el atributo de orgánico. La ley de traspaso y transferencia es siempre la ley de ampliación y traspaso orgánicos.”

De: Educación mariana (1934), 157-161

 

3 comentarios:

  1. Lo del principio se lo escuchaba a mi abuela "Dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición".
    Lo del final, me pierdo: "La ley de traspaso y transferencia es siempre la ley de ampliación y traspaso orgánicos."

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  2. Qué texto tan profundo... no alcanza una vida entera para sacarle todo su significado. Gracias Paco!!

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  3. Muy bueno Paco. Muchas gracias por todo este trabajo. Das en el clavo con la temática para nuestro trabajo matrimonial.

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