Seguimos leyendo en el libro ”La santificación de la vida diaria” sobre el amor. El padre H. King en su publicación “El poder del amor” hace algunas observaciones a este apartado sobre el amor espiritual o amor natural. Leemos:
[A continuación del amor “instintivo”, el libro “La
santificación de la vida diaria” habla del amor “natural” [natürliche Liebe].
Para J. Kentenich no sólo es importante ver y fortalecer la raíz “instintiva”
del amor. También es importante el amor espiritual, racional-volitivo. Él lo
denomina amor “natural”. En la triada instintivo-natural-sobrenatural, la palabra
“natural” hace referencia a lo racional-volitivo, a lo espiritual. A menudo, y
precisamente en el amor a Dios, este nivel de amor puede encontrarse incluso al
comienzo. Por una parte, el padre Kentenich quiere complementar y también
corregir la tradición de la espiritualidad cristiana. En efecto, al menos en su
formulación explícita, esta espiritualidad ha colocado de forma demasiado
unilateral en primer plano el amor racional-volitivo. Por la otra, es al mismo
tiempo consciente de los peligros de un amor que prolifere de manera irracional
cuando no está iluminado y guiado por la inteligencia y la voluntad, y, más
específicamente, por la razón iluminada por la fe y la voluntad fortalecida por
la gracia. (En virtud de lo dicho, en esta sección traduciremos “naturliche
Liebe” como “amor espiritual”. [N. del T.])].
(Concepto de lo espiritual [natural])
El amor espiritual puede distinguirse fácilmente
tanto del amor instintivo como del sobrenatural. El amor puramente instintivo
se expresa como efervescencia o arrebato de un oscuro impulso del corazón. El
amor natural es una verdadera virtud. El mismo guía y da forma al oscuro
impulso e instinto a partir de un conocimiento claro y de una firme voluntad.
En cuanto la base, la motivación y las metas han sido tomadas de la naturaleza,
se habla de una virtud natural. El amor sobrenatural se guía en todo por la fe
y la gracia.
a. En general
denominamos natural a algo que hacemos con fuerzas naturales y por motivaciones
naturales. Como y bebo, cuido de tener movimiento y digestión, y una sana
alternancia entre descanso y trabajo. … Estudio con esmero para rendir bien un
examen… En todos estos casos, aspiro con fuerzas naturales y por motivos
naturales hacia un objetivo naturalmente valioso.
Así, también mi
amor al prójimo es natural en la medida en que amo al prójimo por motivos que
me son sugeridos por la sobria razón, sin que esta iluminada por la fe y sin la
ayuda de la gracia: por ejemplo, en virtud de cualidades naturales, de ventajas
naturales o de un mal natural.
Las cualidades
naturales pueden ser de índole corporal, mental o mixta. Son cualidades
corporales, por ejemplo, una apariencia exterior agradable, rasgos armónicos
del rostro, una figura atractiva o una bella vestimenta. Entre las cualidades
espirituales contamos una inteligencia clara, una firme voluntad y un corazón
lleno de riqueza. Las aptitudes artísticas, las dotes de una conversación
encantadora y el don de gentes pueden considerarse como cualidades mixtas.
Las ventajas
naturales por las cuales se cultiva el amor son de muy diversa índole. Pienso
en un mayor reconocimiento en la sociedad, o una posición económica asegurada,
o el crecimiento del propio saber, etc.
Acerca del amor
natural vale en general la frase del Señor que dice: “Si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si no
saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso
mismo también los gentiles?” (Mt 5,46-47). El amor natural fue enseñado y
practicado por doquier en la antigüedad pagana. Y cuando los pueblos cristianos
perdieron el amor sobrenatural, recurrieron al amor natural y procuraron romper
con ayuda de ese amor natural las estrechas barreras nacionales. Así, la unidad
de los pueblos debía conseguirse unas veces a través de la idea universal de
ser humano, o a través de la conciencia de una gran comunidad de destinos, o de
tareas como, por ejemplo, la de transformar la tierra en un paraíso sin sufrimientos;
otras veces, en cambio, el intento se basaba en los derechos comunes a todos
los hombres: libertad, igualdad, fraternidad.
El santo de la
vida diaria sabe juzgar correctamente este amor natural por el prójimo y sabe
aprovechar su contenido. Por de pronto, no subestima la fuerza y eficacia momentáneas
que el mismo posee. …..
De: La santificación de la vida diaria (1937), 233-235
Gracias Paco!!! Me gustó el texto...
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