viernes, 15 de octubre de 2021

Amor enaltecedor

El texto que el padre King nos aporta en este capítulo remite a lo dicho acerca del amor instintivo. (Lo toma de una carta del padre Kentenich al padre Menningen de 1956). La palabra “eros” no debe interpretarse en primer lugar en el sentido de la sexualidad. Las afirmaciones valen para cualquier amor integral, también para el amor a Dios, cuando la dimensión irracional del amor despierta realmente y de pronto en el hombre. A fin de no sugerir de antemano una circunscripción del contenido del texto, lo intitula como “amor enaltecedor”.

“Para que no hablemos sin entendernos, debemos poner en claro antes que nada qué entendemos por “eros” y “erotismo”. La palabra se ha vuelto sumamente equivoca hoy en día. El que la utilice debería responder primeramente a la pregunta acerca de que es lo que quiere expresar con ella. Algunas veces se identifica erotismo con sexualidad. Otras veces, su sentido es tan indefinido, que aun con la mejor voluntad es imposible hacer algo con ella. Y otras, es una expresión para salir del apuro a la que se recurre cuando no se sabe qué es lo que se quiere.

Yo personalmente, siguiendo a Platón, suelo entender por “eros” o “erotismo” la entrega amorosa a la idea del Bien y de la Belleza llevada a su máxima expresión y encarnada de forma sensible en una persona de carne y hueso. De acuerdo a ello, no se trata aquí, en lo más hondo, de una entrega a un tú personal real. Se trata más bien de una entrega ‒disfrazada de manera más fina o más tosca‒ al propio yo o a un ideal abstracto que parece haberse encarnado sensiblemente en la persona que se tiene frente a sí.

La vida concreta mostrará tarde o temprano muy a las claras la interpretación equivocada o el error cometido. Este es el momento en el que se decide el destino del erotismo. Ahora se demostrará si es capaz de madurar hacia un verdadero amor o si explota como una pompa de jabón y deja de existir.

Dicho en el lenguaje de “La santificación de la vida diaria”, erotismo coincide, por ejemplo, aunque no siempre totalmente, con el amor instintivo y natural en su estado primitivo e inmaduro. Vale la pena leer una vez más los correspondientes capítulos desde este punto de vista.

…………………….

Según Platón, Eros no es otra cosa que el auriga, es decir, la fuerza del corazón que guía y conduce, que debe desaparecer después de haber fundado la santa alianza de amor entre los dos corazones. La santificación de la vida diaria expresa esto mismo de forma ponderada:

«El santo de la vida diaria interpreta este amor (se refiere al instinto amoroso natural-primitivo) como una llamada de Dios que contribuye esencialmente a determinar la dirección y el grado de su amor al prójimo, pero, al mismo tiempo, también como un campo sumamente fecundo, aunque sin cultivar y devastado por la maleza, que reclama toda su labor educativa y que, utilizando los medios naturales y sobrenaturales correctos, recompensa con largueza esa misma labor. ¡Feliz aquel que posee un instinto de amor natural fuerte y ampliamente ramificado! Ciertamente deberá prepararse para severas crisis pero, con la gracia de Dios y con su colaboración sabia y fiel, su vida puede llegar a ser sumamente rica y fecunda».”

 

De: Carta al padre Alex Menningen (1956), 11-12

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario