viernes, 22 de noviembre de 2024

TOTAL E INDIVISAMENTE TÚ

Total e indivisamente tú: el consejo evangélico de la castidad

Si piensan en la castidad, ¿qué quiere el voto de castidad? Que no me aferre a un ser humano, que Dios no quede así en desventaja. Por eso los religiosos renuncian al matrimonio, a fin de no atarse tanto a un ser humano. En virtud del matrimonio no solo podemos, sino que también tenemos que regalarnos especialmente el uno al otro. Nos damos mutuamente un derecho al cuerpo. Pero ahora tienen que reflexionar cómo Dios cuida de que, aun así, el amor mutuo eleve siempre de nuevo hacia él. Por eso las muchas decepciones de uno respecto del otro, por eso los muchos malentendidos, por eso el enfriamiento, por períodos, de la mutua relación de amor.

Es algo grande si decimos: hace ya veinticinco años que estamos casados y hemos permanecido fieles en nuestro amor. Pueden estar completamente seguros de que, si han permanecido fieles el uno al otro, ese amor está también inmerso en el amor de Dios. El sentido de la castidad, del voto de castidad, lo tenemos que vivir también nosotros. Dios nos fuerza simplemente a hacerlo, y esto debemos tenerlo siempre presente. Entonces notamos cómo Dios, a pesar de todo, nos atrae más y más hacia sí.

Aunque puedo decirle también a mi esposa tuus sum [tuyo soy], eso no constituye impedimento alguno para el Patris atque Matris sum [pertenezco al Padre y a la Madre]. Es como si Dios hubiese «bajado» a mi esposa para que yo me vinculara a ella y él me izara, después, junto con mi esposa hacia lo alto. Para que yo no permanezca abajo: para eso están las decepciones de uno respecto del otro. Para que yo realmente suba con mi esposa hacia lo alto, él llama la atención una y otra vez hacia sí. Me muestra que no hay amor humano que se sostenga si no está inmerso en el amor de Dios. Es un gran error pensar que el amor a Dios me es un impedimento para el amor conyugal, para la intimidad; ¡de ninguna manera!

J. Kentenich, 14.01.1957, en Am Montagabend, t. 5, 50

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

EL CONSEJO EVANGÉLICO DE LA POBREZA: En libertad interior, vincularse y desprenderse

Amar las cosas.

Ahora vienen […] todos los inventos técnicos e industriales modernos. Todos los bienes terrenos se producen hoy en día masivamente. El mundo en cuanto tal se vuelve más atractivo. Y después se dice que nosotros como católicos buscamos nuestra gloria, nuestra grandeza, en despreciar el mundo. Mientras tanto son los otros, los no católicos, los que realizan las grandes conquistas. ¿Y nosotros? Nosotros nos quedamos sentados en algún rincón. Entonces, los inventos los realizan ellos, y ellos saben aprovechar los inventos para llegar industrialmente a las alturas. ¿Y nosotros? ¡En algún rincón! ¿Qué es esto?

Entenderán ustedes que ahora está llegando a todo el catolicismo un sentimiento de vida totalmente nuevo. Es el sentimiento de vida de la humanidad actual en su conjunto, que se extiende también al campo católico.

¿Cuál es el resultado? Tenemos que situar más en primer plano las cosas terrenas. Tenemos que mostrarle al laico un camino para que sepa

cómo aceptar las cosas terrenas,

cómo utilizar las cosas terrenas,

cómo apreciar las cosas terrenas, y

cómo llegar a ser santo a través de las cosas terrenas. […]

Como laicos tenemos que entrar en el mundo. Tenemos que lidiar con las cosas terrenas. Como laicos no hemos sido creados para huir de las cosas terrenas. Más aún, hasta tenemos que aprender de nuevo a amar las cosas terrenas. O sea, amar también el dinero y los bienes, amar la belleza de la naturaleza humana, o el arte y la ciencia.

En efecto, tenemos que tratar con las cosas. Por eso hay en el catolicismo una corriente peculiar como no la hemos experimentado nunca en esa medida en toda la historia de la Iglesia. Por eso, necesitamos una piedad específicamente laical. ¿Cómo es mi piedad en cuanto laico?

 

A través de las cosas por ejemplo, de la técnica, de la economía encontrar el camino hacia a Dios.

Por ejemplo, si tengo una hijita que es religiosa, o, por ejemplo, un hijo que es sacerdote, en especial, religioso, ¿he de estar mirando siempre de reojo y decir: lo que él haga, lo haré yo también del mismo modo? No: yo tengo que estar orgulloso de tener una piedad laical. [Hijo,] tú debes tener y vivir tu propia piedad, tu piedad monástica.

Hoy en día se percibe que, si el laico no aprende eso, el catolicismo puede ir haciendo las maletas. ¿Qué quiere decir esto? Los religiosos ya no pueden entrar en el mundo. Nosotros, [por el contrario], entramos en el mundo. Si ahora nosotros mismos no amamos correctamente el mundo y no enseñamos a otros a utilizar correctamente el mundo, ¿qué efecto eso para el catolicismo?

Como ven, por esa razón se oye el clamor por el apostolado laical. Sin duda, ahora se dirá: ¡Apostolado laical, yo me apunto! ¿Qué es lo que tiene que hacer la gente? Comulgar más a menudo, querer a la santísima Virgen. Todo eso es correcto, pero no acierta en el núcleo más central. Nosotros tenemos que mostrar a través de nuestro ser cómo se puede amar el mundo, se pueden amar especialmente todas las nuevas conquistas en el campo de la técnica y de la economía y, a través de esas cosas, llegar a Dios. ¿Comprenden la gran tarea que hay detrás de eso?

J. Kentenich, 16.01.1961, en Am Montagabend, t. 20, 23 ss.

En Schoenstatt aspiramos a un nuevo tipo de piedad. ¿Cómo hemos de hacerlo? ¿Debo decir, como hombre: mi mujer es una telaraña y yo la mosca que fue atrapada en ella? ¡No! Con el alcohol y otras cosas es lo mismo.

¿Se puede llegar a ser santo en nuestro mundo moderno? La santísima Virgen quiere llevarnos por la alianza de amor hasta la cumbre de la montaña de la santidad. Las cosas materiales, correctamente utilizadas, deben ayudarnos y tienen que ayudarnos en ese camino. ¿Qué camino hemos de elegir para escalar lo más rápido posible la montaña de la santidad? […] Nosotros tenemos una visión inversa respecto de lo que enseñaban los antiguos Padres. […]

Hace años tuve la posibilidad de predicar ejercicios espirituales a los trapenses. En sus misas solemnes cantaban gregoriano, pero muy simple, sin variaciones, porque, de lo contrario, sería una lisonja para los oídos. Su capilla es muy simple, no hay en ella nada superfluo. No tienen flores ni otra decoración. No quieren nada que produzca alegría a los ojos o a los oídos.

En nuestro caso es diferente. Nosotros utilizamos las cosas y vemos detrás de ellas a Dios. Ellas deben conducirnos a él. Preguntémonos qué podemos hacer nosotros para acercarnos a Dios a través del mundo y de las cosas terrenas. Por nuestra alianza de amor debemos aspirar a cultivar en medio del tiempo moderno un vivir constantemente en la presencia de Dios. Para ello necesitamos un camino nuevo.

San Francisco de Sales nos ha señalado el camino por el cual podemos permanecer en el mundo y utilizar las cosas creadas para llegar a ser santos.

J. Kentenich, 30.04.1956, en Am Montagabend, t. 2, 142 ss.

  

viernes, 8 de noviembre de 2024

ESCUCHAR Y OBEDECER: el consejo evangélico de la obediencia

El espíritu del poder en blanco es el espíritu de la perfecta disponibilidad recíproca entre nosotros y el Padre del cielo y la santísima Virgen. […]

Ahora solo tenemos que vivirlo en serio. Como ven, ahora podríamos permanecer largo, largo tiempo en este punto. ¿Qué tenemos que hacer, día a día y noche a noche? Permítanme decirles: primero, escuchar; segundo, obedecer.

¿Qué significa escuchar? Esto es lo difícil para nosotros, hombres de hoy. Estamos tan acostumbrados al camino habitual que hemos seguido desde tiempos inmemoriales que, cuando viene el viento y sacude la casa, nos ponemos interiormente inquietos e inseguros y tenemos todos angustia frente a esa inseguridad. Allí la consigna es conservar la movilidad y estar siempre a la escucha: ¿qué quiere Dios? ¿Qué quiere él ahora de mí? […] En todas las situaciones: Patris atque Matris sum [yo pertenezco al Padre y a la Madre].

Ahora no sé si comprenden todo el alcance de estas pocas palabras. Todos lo notamos: la humanidad actual está nerviosa hasta la punta de los dedos; más aún: todos estamos nerviosos. Eso forma parte de todo hombre moderno «como se debe». Pero ¿de dónde viene ese nerviosismo? Por un lado, de que tenemos que absorber un sinnúmero de impresiones que no podemos procesar interiormente. Por eso es prudente que nos digamos: renunciamos a ciertas impresiones que vienen de fuera. Por eso, no estoy todo el día prendido a la radio y a la televisión. No participo en todo lo que la vida moderna ofrece. ¿Quién puede soportar, procesar interiormente todo eso? Sobre todo, nuestros pobres niños, ¡qué nerviosos tendrán que estar! Les llega una impresión tras otra, y ninguno de los niños puede procesarlas.

Seguridad de péndulo. Una vez más: ¿de dónde proviene que estemos tan nerviosos? Permítanme exponerles dos expresiones que he utilizado a menudo en Alemania. Suenan raras. La primera dice: «seguridad de péndulo». ¿Pueden imaginarse un péndulo? Puedo jugar con él haciéndolo oscilar de un lado al otro. ¿Cuál es la otra seguridad? Hay una expresión jocosa: existe una cierta «seguridad de caja» la caja está apoyada abajo, en el suelo. Dios nuestro Señor quiere quitarnos a todos esta seguridad de caja y nos sacude y zarandea a través de las circunstancias. ¿Qué quiere regalarnos? Seguridad de péndulo. ¿Qué significa seguridad de péndulo? Exactamente lo que quiere el poder en blanco: que yo salte a la mano de Dios. Allí estoy seguro. Patris atque Matris sum [yo pertenezco al Padre y a la Madre]. Haz conmigo lo que quieras.

¿Qué quiere Dios de nosotros, entonces? Debemos estar a la escucha de lo que él quiera en cada caso, de lo que él quiera de nosotros a cada segundo. ¿Cómo me lo da a entender? En parte por mociones interiores, en parte a través de otras circunstancias. ¿Lo ven? Esto es santidad. Pero una santidad semejante implica siempre una enorme cantidad de inseguridades terrenas. ¿Y qué exigen las inseguridades terrenas? Que demos el salto hacia arriba, hacia la seguridad divina. […]

Cuanto más inseguras son las circunstancias terrenas, tanto más quiere Dios que yo dé el salto a lo que hemos denominado seguridad de péndulo. ¡Fuera con la seguridad de caja! ¡A la seguridad de péndulo! ¿Qué presupone esto? Que yo esté a disposición de Dios, el Padre, y de la santísima Virgen. Ellos pueden hacer conmigo lo que quieran. Pero yo estoy convencido de que el Padre y la Madre se portarán paternal y maternalmente conmigo. Eso significa que también ellos están a disposición mía: ellos están allí para mi bien. […]

A este escuchar sigue ahora el obedecer. Es decir que cuando he reconocido de este modo la voluntad del Padre, le digo siempre: «Sí, Padre, sí; que se haga siempre tu voluntad, ya sea que me traiga alegría, sufrimiento o dolor».

Esto es lo más esencial para el tiempo actual. Al comienzo dije que nuestra piedad asume formas algo diferentes de, por ejemplo, la de los religiosos. Aun así, hay muchísimas semejanzas. Para empezar: los religiosos también tienen que luchar por esta disponibilidad. Pero ¿a través de qué se determina aquí el tipo original de disponibilidad? A través de la pobreza, la castidad y la obediencia. Ahora tienen que reflexionar lo siguiente: Dios exige de nosotros, los casados, lo mismo que de los religiosos a nuestra manera y a menudo de forma mucho más difícil.

Escuchar y obedecer: el consejo evangélico de la obediencia. Y si piensan ahora […] en el voto de obediencia, ¡santo Dios!, quisiera yo saber quién tiene que practicar más la obediencia, si los casados o los religiosos. Creo que, si reúnen ustedes a todos los casados en las ocasiones en que tienen que ser obedientes, dirán: ¡qué es esto frente a los religiosos! ¡Cuántas veces el esposo tiene que seguir a la esposa aun a pesar de que él es el «señor de la creación»! ¡Cuántas veces tiene la esposa que seguir al esposo, y cuán a menudo tienen que seguir ambos a los hijos! Pienso que aquí tienen que observar, una vez más, cómo es la vida matrimonial. […] ¿Quién ha de darnos la fuerza para llevar una vida semejante? La santísima Virgen desde el santuario. ¿Ven? Esto es lo que significa espíritu del poder en blanco.

J. Kentenich, 14.01.1957, en Am Montagabend, t. 5, 45-50

  

viernes, 25 de octubre de 2024

LLEGAR A SER LIBRES: Vivir los consejos evangélicos

Un nuevo estilo de vida a la luz del evangelio

En las próximas ‘entradas’ al Blog traeremos al mismo textos de nuestro Padre Fundador sobre los consejos evangélicos, mostrándonos la posibilidad y necesidad de vivir un nuevo estilo de vida a la luz del evangelio. Hoy nos anima a que lleguemos a ser libres viviendo los tres consejos evangélicos.


Se trata de llegar a ser un hombre «nuevo», un hombre libre.

El hombre nuevo es la personalidad autónoma, con interioridad, dispuesta a decidirse y gustosa de hacerlo, que posee responsabilidad propia y libertad interior, que se mantiene alejada de una esclavitud frente a las formas como de una arbitrariedad carente de vínculos.

J. Kentenich, 1959, en Philosophie der Erziehung, 49

Superar las aficiones adictivas.

Los consejos bíblicos de Jesús, los «consejos evangélicos», están pensados para la integración de los instintos humanos y para la superación de aficiones adictivas. A lo largo de la tradición se han desarrollado tres consejos evangélicos, por los cuales se ha orientado primeramente la vida religiosa: obediencia, pobreza y castidad (celibato/virginidad). Cada uno de estos consejos evangélicos clásicos quiere responder a uno de los instintos fundamentales o de las aficiones adictivas fundamentales:

Al afán de poder responde la obediencia.

Al afán de poseer responde la pobreza.

Al afán de placer responde la castidad (el celibato, la virginidad).

En tiempos recientes, matrimonios cristianos han procurado también orientarse por los consejos evangélicos, aplicándolos a la vida conyugal conforme al sentido que les es propio. Los textos que siguen se centrarán en la superación de las aficiones adictivas a fin de ilustrar y hacer comprensible aquello a lo que apuntan los consejos evangélicos de Jesús.

«¡No apaguéis el Espíritu!» [1Ts 5,19]. ¿Cómo ha de entenderse «no apagar», «no matar» el Espíritu Santo? ¿Cómo lo matamos? En efecto, él habita en nuestro interior en virtud de la gracia santificante. ¡No apaguéis el Espíritu, no lo matéis! ¡No apaguéis el Espíritu, no lo perdáis de vista! ¡Él vive y se mueve en vosotros, él os educa, él educa a los hijos de Dios!

Y la segunda frase: Vivid a partir del Espíritu y según el Espíritu y, de ese modo, matad las obras de la carne (cf. Rm 8,13). ¡Cuánto sufrimos los hombres modernos en general a causa de la vida instintiva desordenada y agitada, ¿verdad? Podrá ser la vida instintiva alborotada en lo sexual, podrán ser la envidia, los celos, la codicia, la avidez de poder: ¡cuánta avidez tenemos hoy de las cosas terrenas! Y esas obras de la carne (Gal 5,19) solo podemos superarlas si dejamos actuar en nosotros al Espíritu Santo.

El Espíritu Santo introduce de alguna manera fuerzas propulsoras sobrenaturales en nuestra naturaleza como contrapeso a todo lo enfermizo que hay en nosotros. Y ¿cuál es la razón de que suframos tanto por no sanar interiormente? ¡La divinidad desconocida! Hemos apagado el Espíritu, el Espíritu Santo; lo hemos olvidado. ¡Envía tu Espíritu, el Espíritu Santo, y todo será recreado, y renovarás la faz de la tierra!

J. Kentenich, 26.05.1963, en Aus dem Glauben leben, t. 7, 148 s.

Hay que conquistar el mundo. ¿Qué debemos hacer a fin de superar el espíritu mundano? Ahora tienen que pensar en qué medida los distintos tipos de oración del rosario son un incentivo, una capacitación para superar la avaricia, la avidez de poder y de placer. Dejo esto a la reflexión de ustedes.

¿Qué aficiones adictivas deben superarse a través de los misterios gozosos del rosario? ¿El afán de placer?

¿Qué afición adictiva debe superarse a través de los misterios dolorosos del rosario? ¿El afán de tener?

¿Qué afición adictiva debe superarse a través de los misterios gloriosos del rosario? ¿El afán de poder?

¿Dónde debe saciarse todo nuestro impulso hacia la notoriedad? En realidad, hay en el rosario significativamente más de lo que presumimos, si lo rezamos correctamente.

J. Kentenich, 25.03.1938, fuente privada

  

viernes, 18 de octubre de 2024

LA HISTORIA DE ALIANZA Y LOS "HITOS"

La historia de alianza y su reviviscencia en nuestra propia historia: los «hitos»

El padre Kentenich relata a matrimonios de Milwaukee acerca de los desarrollos del Movimiento de Schoenstatt, desarrollos que él interpreta como una «historia de alianza», es decir, como una historia de dos «contrayentes de alianza»: Dios y los hombres. Este desarrollo tiene puntos culminantes que él denomina «hitos». Se orienta para ello en la historia vivida por el pueblo elegido con Dios sobre la cual narra la Biblia en el Antiguo y Nuevo Testamento: toda la historia de salvación es una historia de alianza.

El padre Kentenich invita a los matrimonios a ver la propia historia de vida en el espejo de la historia de salvación y a comprobar en qué medida su propia vida es una historia de alianza con Dios, y en qué medida en esa historia pueden encontrarse también «hitos». De esa manera los invita a revivir esos hitos y a hacer propios los pasos de desarrollo que estos contienen.


Nosotros conocemos la historia de Schoenstatt y la denominamos una historia original de alianza. ¡Historia de Schoenstatt especial! ¿Cómo es esa alianza de amor especial y cómo es la historia especial, la historia de alianza especial? Esto puede abordarse de distintas maneras. Puedo repasar toda la historia de Schoenstatt, o sea, desde 1914 hasta ahora y considerar como línea clara cómo es la historia de alianza en cada una de las etapas. Pero también puedo hacerlo de otra manera: puedo colocar las alianzas, nuestra historia de alianza original, en un contexto mayor. Es decir, por ejemplo, puedo exponer nuestra historia de alianza original en [el marco de] la historia de alianza de la historia de salvación. ¿Y qué presupone eso? Presupone que Dios ha sellado una alianza con el mundo: con Adán, con Moisés, con Noé, etc. De ese modo podemos concebir la historia entera como una historia salvífica, la historia de la salvación como una historia de alianza.

¿Y entonces? Si toda la historia de salvación es una historia de alianza, se plantea la pregunta: ¿cómo es nuestra historia de alianza original en el marco de esa historia de alianza general? Por eso el tema: nuestra historia de alianza en el marco de la historia de alianza general de la historia de salvación.

La historia de salvación en su conjunto es una historia de alianza.

En segundo lugar, ustedes saben sobre todo los que tienen una predisposición litúrgica más acusada que en el año litúrgico se repite toda la historia de salvación. Allí tenemos los tres ciclos del año litúrgico. ¿Qué significa «tiempo de Adviento»? ¿Qué significa el tiempo de Adviento? Es el fuerte anhelo por el contrayente de alianza. El ciclo de Pascua: ¿qué entendemos por el ciclo de Pascua? Con el ciclo de Pascua está asociada la Semana Santa. Ahora bien, si retenemos esa idea: ¿cómo se presenta el Adviento en nuestra historia de alianza? ¿Cómo se presenta la Pascua con la Semana Santa?

Nuestra historia de Schoenstatt es una historia de alianza

Verán, entonces tenemos que decir así: el tiempo de fundación hasta 1939 o 1942 es la gran historia de alianza. Después, a partir de 1942 tenemos, en realidad, la Semana Santa de Schoenstatt de 1942 a 1949. Después, a partir de 1949 hasta hoy es, en cierto sentido, el tiempo de Pentecostés de nuestra historia de alianza.

La historia personal de nuestra alma [y de nuestro matrimonio] es una historia de alianza

¿Me permiten reiterarlo? [En Cambrai] también se ha tratado nuestra historia de alianza en el marco de la historia de alianza de la historia de salvación; pero después, al mismo tiempo, se la ha aplicado a la historia personal de nuestra alma. Naturalmente, este es un pensamiento sumamente valioso. ¡La historia de mi alma, una historia de alianza! Entonces: ¿cómo han de comprenderse el tiempo de Adviento, la Semana Santa, el Tiempo Pascual, etc., en esta historia de alianza dentro del marco de la historia de mi alma?

                            J. Kentenich, 21.10.1963, en Am Montagabend, t. 29, 17 ss. 

viernes, 11 de octubre de 2024

COFUNDADORES EN LA OBRA COMÚN

Mencionar mi nombre implica mencionar el de ustedes, y viceversa.

Cuando ustedes mencionan mi nombre están siendo mencionados siempre junto con él; cuando yo menciono o escucho su nombre estoy siendo mencionado y escuchado siempre junto con él. Pienso que esto es así: todo lo que ha surgido en Schoenstatt ha surgido en común: en parte por el hecho de que lo que yo consideré o creí correcto poder reconocer como deseo de Dios lo leí en sus corazones.

Por lo tanto, también ustedes han intervenido creadoramente como fuente de conocimiento. Nunca se ha hecho o creado algo sin su cooperación buscada y obtenida de forma totalmente consciente.

J. Kentenich, 16.11.1965, en Feier des 80. Geburtstages in Rom, 36

Cooperación creadora.

Como una suerte de dogma debe mantenerse invariablemente que en toda la historia de la Familia yo nunca aparezco solo. Solamente aparezco, por un lado, en el más vivo contacto con la santísima Virgen; y, por el otro, nunca lo hago sin la misma estrecha e íntima unión con mis seguidores.

Por eso puedo decir, con todo derecho, que, para mí, el «nada sin ti» se refiere no solamente a la santísima Virgen, sino también a los seguidores. Por lo tanto, todo lo que ha surgido es una obra en común en el sentido indicado. Tampoco es que yo hubiese utilizado de forma más bien casual y sin intención o por razones tácticas la vida espiritual de mis seguidores como fuente de conocimiento y como semillero. No: fue siempre con la plena consciencia de un determinado plan de Dios. Tampoco se trata aquí simple o principalmente de una comunidad de trabajo o de acción. El fundamento fue siempre una comunión de almas profunda y global, un estar de forma singularísima uno en el otro, con el otro y por el otro.

Se trata, pues, de un proceso de vida de una extraordinaria fuerza creadora. Así ha sido desde el comienzo.

J. Kentenich, 14.09.1955, en «Zur Studie Gründer und Gründung», Brief an A. Menningen, en

Zum Goldenen Priesterjubiläum (1960), 162 s.

La gracia de la cofundación y de la corresponsabilidad.

Todos ustedes, sin excepción han vivido, luchado, rezado, sacrificado y sufrido junto conmigo; todos sin excepción son confundatores [cofundadores]. Y a mí me parece que, desde entonces, la santísima Virgen regala desde el santuario la gracia de ser y seguir siendo siempre confundatores en el pleno sentido o, por lo menos, en el verdadero sentido de la palabra.

¡Confundatores, cofundadores! Pero tienen que tomarlo en serio. Y yo los honro y reverencio a todos ustedes como cofundadores. Por eso, [hemos de ser] un solo corazón y una sola alma. ¡Así ha sido, así es y así tiene que seguir siendo! […]

¡Gracia de la cofundación! responsabilidad por toda la Obra, por la Obra en su conjunto, por su misión. ¡No solamente ahora, sino también en el futuro, cuando Dios deje que sobre la Familia se desate una tempestad tras otra!

¿Qué significa esto? ¿Cómo hemos intentado interpretarlo siempre? Cada uno en su lugar [debe ser] responsable y enteramente responsable de su lugar, pero también cada uno en su lugar [debe ser] responsable del conjunto, de la totalidad de la Obra.

No solamente cofundadores, sino también colaboradores.

Quienes son confundatores [cofundadores] se tornan en collaboratores [colaboradores] y deben seguir siéndolo siempre. Ustedes comprenden lo que significa «colaboradores». No solamente [cofundadores, sino también] colaboradores. Pero ¡colaboradores! Y el trabajo al que aquí se hace referencia incluye también la oración, incluye todo lo que, en general, llamamos contribuciones al capital de gracias. […]

Y también «compadecientes», «concrucificados» y «consurgentes»

¿Qué somos nosotros? Somos también compatientes, «compadecientes», «concrucifixi» [concrucificados]: pendemos todos solidariamente de la cruz; consurgentes [«consurgentes», «corresucitados»]. Son expresiones tomadas simplemente por imitación de la forma de pensar y hablar de san Pablo.

Desde luego, allí [aparecen] en un plano distinto y están pensadas más en cuanto al ser; aquí [están pensadas] más en cuanto al sentir. ¿Comprenden ahora en alguna medida cómo reza y qué cosas implica la ley, la ley de la solidaridad indisoluble?

J. Kentenich, 15.10.1966, en Oktoberwoche 1966, 92 s.

  

viernes, 4 de octubre de 2024

COOPERAR EN LA MISIÓN COMPARTIDA

Con ocasión de sus bodas de plata sacerdotales, en 1935, el padre Kentenich celebra con la Familia de Schoenstatt y extrae conclusiones haciendo un examen retrospectivo de los años de su acción sacerdotal y de la estrecha cooperación con los suyos.

Agradecimiento a los vivos por la cooperación en la obra compartida.

Permítanme pronunciar unas palabras de agradecimiento dirigidas a los vivos. Me refiero sobre todo a aquellos que, sea a lo largo de los veinticinco años o de una gran parte de ellos han unido el destino entero de su vida al mío. Permítanme reiterarlo: busquen en el presente una segunda comunidad que sea en tal medida espíritu del espíritu y carne de la carne de sus miembros individuales como lo es la nuestra. ¿O acaso estoy exagerando? ¿Es que no hago más que recurrir a un par de maniobras tácticas para sacudirme todo aquello que, en realidad, es desagradable, y trasladárselo a otros? No; estoy convencido de que la Obra entera que ha surgido es de igual modo obra de ustedes como mía. No sé por dónde he de empezar. Como toda la celebración tiene ya un carácter familiar, no me tomarán a mal que hable en primera persona un poco más de lo que es costumbre en mí. […]

El encuentro despertó conocimientos y calidez del corazón.

¿Me tomarán a mal que intente perfilarles su participación en esta Obra? Entonces tengo que admitirles, ante todo, que ustedes mismos han tenido una influencia extraordinariamente fuerte en mi propio desarrollo personal. […]

El libro que yo he leído es el libro del tiempo, el libro de la vida, el libro de su alma religiosa. Si ustedes no me hubiesen abierto tan sin reservas su alma, la mayoría de las conquistas espirituales no se hubiesen hecho jamás. Eso no puede leerse en los libros: solamente puede leerse en la vida. Y también tiene razón una de nuestras hermanas de María cuando dijo, hace un par de días: «Como dependíamos tanto de usted […] se despertaron también en usted muchas cosas que, presumiblemente, sin eso no se hubiesen despertado». Si lo primero se refiere más al conocimiento intelectual, lo segundo se refiere más al desarrollo, más a las capacidades del corazón.

Ayer por la tarde uno de los antiguos de nuestra Familia me recordó cómo ya en el tiempo en que ellos estaban en la guerra yo tengo que haber tenido un corazón cálido: según él recuerda, yo cuidaba secretamente de todo tipo de pequeñeces: un pasamontaña, una camiseta, etc. Es verdad: yo dejé que se despertara en mí mucha calidez de corazón para nuestra juventud de entonces. Pero ese desarrollo ha continuado a través de todas las personas que Dios me ha regalado y que me pusieron exigencias.

Si quieren saber dónde reside el secreto de una fecundidad casi sobreabundante permítanme decirles que reside en esta profunda unión recíproca interior. Y si antes se preguntó de dónde proviene esa riqueza del corazón y de la mente, he de decirles que un ser humano que ama, que, en última instancia, ha depositado su amor en el corazón de Dios, participa en cierta medida en la inconmensurable riqueza del amor de Dios. Y si hay algo que no empobrece es amar, regalar la calidez del corazón. Y todos ustedes, que me han puesto exigencias a veces en voz alta, a veces en silencio pueden decirse a sí mismos que sin ustedes yo no sería personalmente lo que soy hoy. No deben subestimar particularmente este punto, esta serie de pensamientos. Una vez más: si quieren saber cuál es la fuente de la riqueza de la mente y del corazón, he aquí esa fuente. Y es mi deseo y petición que Dios conceda a las generaciones futuras tantas ocasiones de servir silenciosamente en segundo plano a las almas de las personas como las he tenido yo. La mayor riqueza refluye a aquel que se esmera por poner todas sus fuerzas al servicio de las almas. […]

Cada uno ha aportado cosas importantes.

Comunidad significa armonía de los corazones. Y si se puede decir que la Familia se caracteriza por una profunda comunión interior de los distintos miembros, eso proviene en gran parte de que la mayoría han aportado lo mejor de sí mismos a la Familia en su conjunto. Y me permito pedirles a todos y a cada uno que admitan con sinceridad y humildad lo que vive en la Família gracias a la sangre de sus propias venas y, si no lo saben, gustosamente estoy dispuesto a decírselo en privado.

Si quieren estarme agradecidos por algo, entonces lo único es esto: que me haya esforzado por retomar todo lo que estaba surgiendo en ustedes, por abrirles un camino y, una vez que eso vivía en cierta medida también en la comunidad, emitirlo como consigna. […]

  

viernes, 27 de septiembre de 2024

PARTICIPACIÓN EN LA MISIÓN DEL PADRE KENTENICH

El carisma de una personalidad fundadora: Dios escoge a hombres para una tarea determinada en una época determinada. Estos hombres tienen el encargo de iluminar nuevamente la totalidad del evangelio desde un punto determinado y, así vivir la respuesta del evangelio a los interrogantes o a las necesidades de una época determinada. Esto mismo se realiza a través de la palabra y de la vida, es decir: en la persona del portador de un carisma tal aparece con claridad el acento de su mensaje (por ejemplo, la pobreza y la humildad de Dios en Francisco). En él se encarna el evangelio tal como Dios quiere mostrarlo al mundo a través de él; ese hombre se convierte así en un «transparente» de Dios, en una figura de Cristo para su época.

Prof. Hna. Margareta Gruber OSF

    

Con ocasión de su 73 cumpleaños dice el padre Kentenich.

Si le preguntamos a san Pablo cuál era la misión que tenía, él diría: a mí se me ha entregado la misión de anunciar al mundo el misterio de Cristo: Cristo, el Salvador, el Mediador, la Cabeza del cuerpo místico. Espontáneamente preguntamos ahora: ¿cuál era la misión que se me encargó a mí hace 73 años? Con una mirada de soslayo hacia san Pablo me permito decir que mi misión fue y sigue siendo anunciarle al mundo el misterio de María. Mi tarea es anunciar a la santísima Virgen, desvelarla en nuestro tiempo como la Colaboradora permanente del Salvador en toda la obra de salvación, como la Corredentora y la Mediadora de gracias; a la santísima Virgen, que está profundamente unida al Salvador, una biunidad con la misión específica que ella tiene para el tiempo actual desde su santuario de Schoenstatt. […] Pensemos un momento en el modo en que se le dio en sueños la misión a san José. ¿Qué le dice el ángel en el sueño? «José, levántate, toma al niño y a su madre». No le dijo solamente: «toma al niño», sino: «toma al niño y a su madre» (Mt 2,13.20). Yo creo que esa misma misión me fue dada a mi hoy hace 73 años.

O sea, aquel que fue llamado aun antes de que fuese concebido en el seno de su madre recibió una misión específica: ser el heraldo de la santísima Virgen, el mensajero que debía anunciar sus glorias a nuestro tiempo.

Mi querida Familia de Schoenstatt, Dios los ha llamado también a ustedes a ayudarme en esa gran misión. Cada uno de ustedes recibe hoy del cumpleañero esa misión, la misión de nuestra Madre y Reina de Schoenstatt. Es muy consolador que esa misión no descanse solamente sobre mis hombros, [sino] que todos ustedes quieran ayudarme a realizar esa gigantesca tarea.

J. Kentenich, 16.11.1958, en Mit Maria ins neue Jahrtausend, 153 s.

El 30 de julio de 1952 dice el padre Kentenich en una plática dirigida a los padres palotinos en Estados Unidos:

Pues a mí eso me importa realmente mucho: casi diría que les dejo el manto de profeta. ¿Qué significa eso? Está expresado solamente mediante una imagen: [significa] que, más tarde, ustedes mismos sean capaces de llevar autónomamente toda la Obra.

J. Kentenich, 30.07.1952, en USA-Terziat (manuscrito), 152 s.

  

viernes, 20 de septiembre de 2024

LA EDUCACIÓN DE LAS CHICAS

Tarea y efectos de la educación de las mujeres adultas y de las jóvenes para la cultura

Ustedes no saben qué servicio están prestando a la cultura actual, a la cultura en su conjunto, qué servicio están prestando al cristianismo, al catolicismo, si nuestras dirigentes logran cincelar, por decirlo así como por arte de magia, pequeñas marías a partir de cientos y cientos de miembros de la Familia, con la piedra, con el mármol que muchas veces representamos.

Aunque solo sea una pequeña fracción, ni se imaginan qué bendición están haciendo descender del cielo para gran redención del mundo actual, sobre todo del mundo masculino.

J. Kentenich, 29.05.1967, en Texte zum 31. Mai 1949, 190 s.

Elaboración de la consciencia del propio sexo y de la propia misión

Hay que concebir al varón y la mujer como diferentes en el modo de ser y muy diferentes pero [] de igual valor. Ahora bien, nuestra tarea es llevar esta concepción y luchar por ella en todo el ámbito público, [pero] no con mucho discurso, sino educándonos y educando a las que nos han sido confiadas según esa misma concepción.

J. Kentenich, 21.05.1932, en Marianisch-pädagogische Tagung (manuscrito), 300 s.

Tenemos que procurar que el modo de ser propio de la mujer adquiera de nuevo una fuerte consciencia del propio sexo y de la propia misión. O sea, elaborar fuertemente esa consciencia del propio sexo y de la propia misión. Este tiene que ser el sentido de nuestra educación femenina.

J. Kentenich, 21.05.1932, en Marianisch-pädagogische Tagung (manuscrito), 323

Nos hemos puesto terriblemente inseguras porque toda la cultura ha tirado todo por la borda, porque nos enfrentamos aquí a circunstancias nuevas. De ahí esa enorme inseguridad. ¡Qué grande es, por eso, nuestra tarea como educadoras de las jóvenes! Si lográramos educar a una sola de ellas para que fuese una auténtica chica, ¡qué gran acción cultural habríamos realizado!

J. Kentenich, 28 al 31.05.1931, en Ethos und Ideal in der Erziehung, 152

Cultivar los valores específicamente femeninos

Si el mundo de las chicas en la actualidad se caracteriza [, por un lado,] por la falta de hogar y la falta de sostén y, por el otro, por una baja valoración personal, en nuestra educación tendremos que poner especial énfasis en el cultivo del sentido de familia y de los valores específicamente femeninos. Toda nuestra educación tiene que estar orientada a que la joven moderna adquiera el orgullo de ser una chica, de encarnar en sí valores específicamente femeninos. Y seguramente vislumbrarán ustedes qué enorme importancia tiene la devoción mariana según estos dos aspectos.

J. Kentenich, 28 al 31.05.1931, en Ethos und Ideal in der Erziehung, 57 s.

Cultivo de una sana sensibilidad y de un sano sentimiento de culpa

Si quieren ustedes educar a una mujer, sobre todo en el sentido del tiempo actual, tienen que descender hondo al sótano del subconsciente y del preconsciente. Hablo intencionalmente de «sentimiento» a fin de dar cuenta del carácter de impulso originario, un impulso que puede atribuirse a dos o tres raicillas. Ya lo hemos dicho en otra ocasión. Aquí se trata, [primero], de la percepción delicada de lo que moralmente corresponde, [segundo], del sentimiento de culpa y, por último, de la necesidad de castigo. Son cosas sencillas y tienen también su importancia para la naturaleza masculina, aunque con otros matices. En general creo poder decir que, hasta donde alcanza mi observación, la naturaleza del varón y de la mujer se aproximan hoy en día mucho más de lo que ha sido nunca el caso en el pasado. Esto no significa que hubiese que hacer de la mujer un varón y del varón una mujer. Solo que hay que saber esto para no intervenir erróneamente y poder formar y plasmar también algo originario, natural y propio, a saber, el varón y la mujer enteros, de modo que más adelante se despierten y complementen mutuamente en una recíproca relación de tensión.

J. Kentenich, diciembre de 1965, en Rom-Vorträge, 158 s.

 

viernes, 13 de septiembre de 2024

LA EDUCACIÓN DE MUCHACHOS Y CHICAS

La educación de los muchachos 

(La próxima semana publicaremos la reflexión sobre la educación de las chicas)

Una fantástica disposición para la crítica.

La reflexión del adolescente sobre sí mismo desemboca muy pronto en una disposición casi fantástica para la crítica. El varón adolescente está predispuesto ante todo a la crítica en cuanto a lo «verdadero». Se convierte en filósofo. Su tanteo en búsqueda de la verdad absorbe todas las cuestiones: su propia vida, el nacimiento, la muerte, la vida sexual, la libertad.

¿Dónde están las causas? Una de ellas, que no raras veces genera ansiedad en jóvenes escépticos, es la sinceridad de los adultos. Si en esa edad el educador no es sincero hasta en los mínimos detalles, puede provocarle muchas luchas al varón adolescente.

Recuerdo en este punto mi propio desarrollo. Yo era un escéptico nato. Lo fui hasta la ordenación sacerdotal. Estudiaba mucho, a menudo hasta entrada la noche. Leía todo tipo de cosas, pero no llegué a ser más maduro por ese camino. Me uní a uno que era mayor. Una vez comprobé que había incurrido en una exageración. El resultado fue el siguiente: si no puedes creerle en ese punto, tampoco puedes hacerlo en otras cosas.

Dar respuesta.

Esto es lo más necesario: que como jóvenes encontremos a una persona ante cuya autoridad nos inclinemos instintivamente. Conozco a un muchacho que no encontró a nadie que pudiese resolver sus dudas. Los mismos profesores mostraron a menudo su lado flaco. La consecuencia fue que el joven tuvo que luchar durante muchos años con la fe. ¿No lo han notado ustedes mismos? Los que menos saben son los que más insisten en su autoridad. Cuanto más lo hacen, tanto más irritan el entendimiento y, de ese modo, empujan al muchacho a una soledad cada vez más profunda. El despertar de la disposición para la crítica es algo edificante, grato. Por eso, no inquietarse cuando el varón adolescente ya no cree, cuando se vuelve crítico. No es un brote salvaje si presenta dificultades. Ante todo, no es más que el sano despertar del alma. Si el alma no hubiese despertado, no podría realizar nada grande en el futuro, no podría imponerse. Este período de la disposición para la crítica es solamente un estadio transitorio en el que el muchacho manifiesta gusto y amor por los juegos del pensamiento, por el ajedrez. Justamente en ese tiempo tengo que dar respuesta a las preguntas del muchacho. Por lo común, esta disposición para la crítica no se expresa en el muchacho en un apasionamiento, pues tiene su correctivo en las muchas exigencias de la vida.

Sin embargo, hay tipos para los cuales el afán de crítica es un peligro permanente. ¿Dónde reside su curación? Solo en que se vean arrojados a la vida y tengan que trabajar y luchar. Solo se curarán cuando hayan podido comprobar la verdad en la vida.

Pero ¿dónde reside el sentido profundo [de todo esto]?

Búsqueda de seguridad.

Primer sentido: no es más que la expresión de un sentimiento de vida sano. Podemos contenerlo, pero no cercenarlo.

Segundo sentido: es la búsqueda de seguridad en sí mismo.

¿Por qué se habla tanto? Para estar seguro de que otros lo comprenden a uno. Por eso [en el muchacho] no hay cesión alguna. Solo comprendo lo que he reconocido. Soy ciego para las razones de los demás. ¿Por qué se confía tan ciegamente en la tesis del profesor? Es la necesidad de seguridad para sí mismo. El muchacho adolescente no puede soportar a la larga la inseguridad constante. Por eso, tanto para el educador como para el educando parece importante estar ante todo muy identificado con una dirección muy determinada antes de procurar conocer las otras.

Tercer sentido: A menudo puede no ser nada más que un bello espectáculo. Pero eso es muy exterior. Mucho más importantes eran los otros dos puntos.

J. Kentenich, septiembre de 1926, en Zur Psychologie der Jugend. Seelenführerkurs, 50 ss.

 

viernes, 6 de septiembre de 2024

PEDAGOGÍA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Bautizar la técnica.

Para nosotros como jefes rige la consigna de adherir fervorosamente a Schoenstatt desde el punto de vista de que queremos construir un nuevo orden social. Lo que queremos no es sentarnos en nuestro pequeño cubículo y rezar, ni encarnar el benedictinismo en nuestras filas y llevar una serena vida interior. Sin duda, eso también lo queremos, pero solamente para llegar a ser, en última instancia, conquistadores del mundo, para representar de nuevo a Colón, construir un mundo nuevo y ponerlo a los pies de Dios, participar en la gran misión que tiene la santísima Virgen en el tiempo actual.

¿Cuál es, desde ese punto de vista, nuestra tarea frente a la técnica? Permítanme que se lo diga claramente: no queremos asesinar la técnica nosotros también utilizamos los frutos de la técnica sino que, para retomar una antigua frase, tenemos que bautizar la técnica.

¿Qué significa eso, en la práctica? Significa que todo lo grande que ha concebido la mente humana, lo que ella ha inventado, ha creado, lo que ha hecho surgir creativamente, todo eso queremos incorporarlo en los grandes planes del Dios trino.

¿Qué tenemos que procurar? Que también la técnica y el hombre técnico, la sociedad técnica, vuelva a comprender esta frase: el mundo es siempre una imagen del Dios trino, y la misión del mundo de mañana es exactamente la misma que tenía en el pasado. No queremos ser seguidores de la máquina, sino utilizar todo lo mecánico para llegar a ser seguidores de Dios y seguidores de Cristo. Podrá el ser humano crecer sin límites: nosotros queremos alegrarnos de eso. Verdaderamente, el ser humano ha logrado cosas enormes.

Pienso, incluso, que quien comprenda en cierta medida todas estas cosas se derrumbará, experimentándose como una pequeña nada, aplastado por todo lo grande que hay en la creación y por el hecho de que el hombre lo haya transformado y el modo en que lo ha hecho. Pero, por el otro lado, no olviden esto: Deus semper maior [Dios siempre es más grande]. Nosotros somos pequeños y nos sentiremos cada vez más pequeños.

J. Kentenich, 14 al 18.10.1967, en Oktoberwoche 1967, 136 s.

¿Dominar o dejarse dominar?

Entonces ¿hemos de retroceder a la Edad Media, sacar las líneas férreas, cortar los cables telegráficos, dejar la electricidad a las nubes, devolver el carbón a la tierra, cerrar las universidades?

No ¡nunca! ¡No queremos, no debemos ni podemos hacer eso! Por lo tanto ¡adelante! Sí, avancemos en la exploración y conquista de nuestro mundo interior por medio de una consecuente autoeducación. Cuanto más progreso exterior, tanto mayor profundización interior. Esta es la llamada, ésta es la consigna que se da en todas partes. […]

En adelante ya no debemos permitir que nuestro saber nos esclavice, sino que debemos tener dominio sobre él. […] ¡Por eso: autoeducación!

Adicción.

La adicción […] es una cadena de esclavitud. Es una carencia de libertad personal.

J. Kentenich, 13.01.1958, en Am Montagabend, t. 7, 221

¿Siempre viendo la televisión?

Si nosotros también comenzamos a hacerlo como la mayoría de las familias hoy en día, que están siempre viendo la televisión […], la familia se verá destrozada. [Sus miembros] se volverán extraños unos de otros.

J. Kentenich, 01.10.1956, en Am Montagabend, t. 3, 297

¿Es preciso que vea todo?

Y mis ojos tienen que ver todo. Entonces, naturalmente, tengo mi televisor, que está siempre funcionando cuando estoy en casa. Y precisamente las cosas más atractivas son las más importante para mí. ¿Se dan cuenta? ¡Detrás de eso no hay fuerza alguna! No hay personalidad alguna.

J. Kentenich, 13.08.1956, en Am Montagabend, t. 3, 146

Deshacerse de las imágenes que representan una carga.

¡Cuántos de nosotros estamos muy cansados corporal y psíquicamente por el trabajo! Cuanto mayor es la exigencia y la carga que experimenta en ello el campo consciente, con tanto mayor facilidad puede producirse una irrupción de las imágenes encerradas en el subconsciente tan pronto como cede la sobrecarga del consciente. Es como con un barril lleno. Aunque solo se lo llene de a gotas, finalmente, termina por desbordar en cuanto está lleno. […]

Por de pronto, tenemos que procurar que ciertas cosas no entren en el subconsciente, que no puedan ser absorbidas tan fácilmente en el alma. Pero, una vez que están, debemos procurar que pronto sean expulsadas de nuevo (= procesadas). […]

Contemplar imágenes buenas. Hay que introducir en el subconsciente pensamientos positivos, imágenes buenas. Pero no de forma compulsiva.

J. Kentenich, 1927, en Allgemeine Prinzipienlehre, 63 s. (Ein Durchblick in Texten, t. 1, 239)

  

viernes, 30 de agosto de 2024

¿Me comprendes? PEDAGOGÍA DE MOVIMIENTO

La pedagogía de movimiento lleva por el camino del movimiento hacia una meta a la que se aspira a llegar. Muchas veces, la meta hay que mantenerla «in mente» y, primeramente, percibir qué es lo que mueve interiormente al otro, al grupo o a uno mismo. Si la comprensión se establece, pueden emprenderse pasos hacia la meta de manera efectiva.

¿Qué mueve interiormente a las personas?

Si se quiere interpretar a partir de las almas el deseo y la voluntad de Dios hay que mantener un contacto cuidadoso y constante con ellas, hay que comprender, abrir las almas, leer en ellas y llevar lentamente lo que se ha captado a la Familia [= comunidad] en su conjunto. Esta es la única manera en que crece a la larga una atmósfera de comunidad sana y con la impronta de Dios.

Nuestros jefes tienen que realizar el más minucioso trabajo de hormiga y, sobre todo, cultivar […] el contacto interior. […]

Para mí personalmente ha sido siempre una obviedad, antes de dictar un curso, intercambiar por lo menos un par de palabras con alguno de los participantes a fin de tener la ocasión de arrojar una mirada rápida al fondo del alma de modo de descubrir qué corrientes espirituales están vivas en ella. Y durante la conferencia se me había convertido en segunda naturaleza interpretar a partir del brillo de las miradas lo que ocurría en las almas a fin de enlazar con ello y, de ese modo, seguir trazando y dibujando las líneas de forma lenta pero segura y ayudar así a crear una gran atmósfera de comunidad en la que el individuo se sintiese a gusto y por la que fuese arrastrado y formado.

 J. Kentenich, 09.12.1953, en Mach heimisch in ihr Führerfähigkeiten (manuscrito),

Hablar con cercanía a la vida.

Dicho sea de paso, desde el punto de vista pedagógico es siempre importante que en sus conferencias les muestren a sus oyentes cómo son ellos realmente, o sea, no dictar conferencias siguiendo libros, sino a partir de la vida, tener contacto con la vida. Ustedes pueden leer en los ojos si el muchacho ha comprendido lo que ustedes han dicho, si [su mensaje] le ha llegado.

J. Kentenich, 27.02.1952, en Brasilien-Terziat (manuscrito)

Comprensión pedagógica significa:

Primero, que yo piense con aquello que dice mi interlocutor.

Segundo, presupone una resonancia de mi alma. Esto es muy esencial. Si me limito a escuchar, a elaborar conceptualmente lo que quiere expresar mi interlocutor, entonces no podemos hablar de una comprensión pedagógica. En mí tiene que resonar lo que suena en mi interlocutor. No es necesario que yo mismo lo haya experimentado: no tengo que haber yacido yo en el lodo si el otro yace en el lodo.

Tercero, un decir sí, por lo menos al punto de vista de mi interlocutor.

Cuarto, ciertamente también una fe, y una fe sincera en el valor de aquello que mi interlocutor persigue y quiere.

Quinto, una fe firme en la misión personal de mi interlocutor.

J. Kentenich, 21.05.1932, en Marianisch-pädagogische Tagung (manuscrito), 336 s.

 

Mover hacia una meta.

En el proceso pedagógico hay que transmitir valores. Los valores son una meta consciente o inconsciente. El padre Kentenich da al proceso de apropiación de valores el nombre de «pedagogía de movimiento»: moverse con el educando hacia una meta.

Ahora cabe preguntarse: ¿cómo puedo acercar todos esos valores lo más posible al alma? Ahora viene el psicólogo, que quiere captar los aspectos más fundamentales. En última instancia, se trata del conjunto de cuestiones que giran en torno a estos dos pensamientos: ¿cómo puedo acercar al alma estas cosas, estas verdades, primero, en el plano del conocimiento?; y, segundo, ¿en el plano de los impulsos?

En el plano del conocimiento.

¿Cuándo ocurre que una verdad incida desde el punto de vista del conocimiento en lo más profundo de mi interioridad?

Primera posibilidad: por ejemplo, salgo a pasear o paso en vehículo y leo en el diario: en tal mina de carbón se ha producido una gran desgracia. ¿Producirá ese conocimiento una gran impresión e influencia en mí? Probablemente, no.

Segunda posibilidad: leo la edición del mediodía. Las distintas escenas se describen allí de la forma más drástica y cercana a la vida que se pueda. ¿Producirá esa descripción una impresión profunda en mí? Sí. ¿Por qué? Porque ahora el objeto me es acercado desde el punto de vista del conocimiento.

Tercera posibilidad: mientras paso por el lugar, de pronto se produce una explosión. Allí el objeto está lo más cerca posible de mí y, sin duda, producirá en mí una impresión profunda.

Del mismo modo queremos hacerlo nosotros con las verdades sobrenaturales. Tenemos que desmenuzar de tal modo los distintos conjuntos que se nos acerquen lo más posible.

En el plano de los impulsos.

Tenemos que acercar esas verdades al alma también en cuanto a los impulsos. Es decir, esas verdades, esos valores deben dar también una respuesta al instinto de felicidad que quiere desplegarse en mí. […]

Puedo recordar que, cuando hace años viajé a través de Suabia […]un sacerdote dijo lo siguiente: hace tiempo ya que predico sobre la filiación divina, pero con un éxito cada vez más fugaz. […] Es importante que yo presente esas verdades de tal manera que sean una respuesta a una necesidad. […] Esas verdades y valores tienen que dar alguna respuesta a un impulso en nosotros.

J. Kentenich, 28 al 31.05,1931, en Ethos und Ideal in der Erziehung, 224 s.

  

viernes, 23 de agosto de 2024

¿Para qué existo? PEDAGOGÍA DE IDEALES

 

¿Para qué existo? 

Descubrir los talentos que ha recibido el hijo ¿Para qué existes? ¿quién eres? ¿qué podrías ser? ¿qué plan tiene Dios sobre ti?

Hay distintos temperamentos. Cada hijo tiene su propia personalidad. Ayuden a sus hijos a desplegar sus propios talentos. Solamente desarrollar lo que está en ellos. Piensen que de un peral no se pueden obtener ciruelas. Hay que ser un artista, descubrir el proyecto de Dios.

Dios revela su proyecto a través de los talentos del niño.

Alguien con un gran amor tiene un deseo ilimitado de servir al modo en que Dios lo quiere de nosotros. Cooperar para que el hijo sea formado según el plan de Dios, ver lo que Dios quiere y realizar las grandes ideas que él ha depositado en nosotros. Una buena formación es solamente una parte de la educación. El niño tiene que realizar lo que Dios ha planeado.

J. Kentenich, primavera de 1955, en Am Montagabend, t., 1, 43

 

Proteger y desarrollar la originalidad del niño.

Si estoy bien orientado, ustedes tienen la costumbre de, a la noche no sé qué tan a menudo sentarse juntos y reflexionar qué características tienen los hijos, qué puede hacerse [en la educación]. Tienen que mantener esto siempre con firmeza: no concebir la unidad como uniformidad. Dejar que cada hijo sea como es. Y da también mucha alegría [] ver al hijo, a sus hijos con esas predisposiciones a menudo fundamentalmente distintas. Y cuánta alegría da si pueden decirse: quiero proteger, desarrollar esa originalidad y hacer también que el hijo sea consciente de ella. No decir, como se hacía antes en la ascética: ¡a este ya lo pondré yo en su lugar! Sí, eso también se puede hacer, pero lo más importante es que cada hijo tiene que aprender a aceptarse. Y si yo como padre o madre apoyo eso… puede ser que cometa errores, lo más probable es que los cometamos; siempre es difícil distinguir qué es peculiaridad propia y qué es una mala costumbre. El principio tiene que ser que yo deje que el hijo sea lo que es. Dios lo ha creado de ese modo, el hijo no tiene que ser como yo. Cada cual tiene el derecho a su ser original. ¡Y yo quiero protegerlo! Y cuando se reúnen en torno a la mesa y filosofan sobre este o aquel hijo, ¡ya verán qué alegría les da!

J. Kentenich, 04.06.1966, en Briefe und Ansprachen an seinen Familienbund, 100

 

Retener siempre esto: cuanto más sobrenatural [se es], tanto más natural y original [hay que ser]. También en la educación de los hijos. Si no dejan que los hijos sean originales por supuesto, siempre es difícil preguntar qué es peculiaridad propia y qué es una mala costumbre. Pero esto no es tan trágico. Si viven en la atmósfera correcta, no deben perder nunca de vista esto []: la Providencia tiene también a sus hijos en sus manos. La Providencia me tiene a mí también en sus manos y nos forma a través de las circunstancias.

J. Kentenich, 04.06.1966, en Briefe und Ansprachen an seinen Familienbund, 97 s.