viernes, 27 de diciembre de 2024

COMUNIDAD DE CORAZONES

Unidos en el corazón.

¿Qué querrá decir «comunidad de corazones»? Y ¿qué podemos hacer para llegar a ser una comunidad de corazones? O, mejor dicho, ¿cómo tiene que ser mi corazón para que pueda ofrecérselo al otro? ¿Cómo tiene que ser mi corazón para que pueda preparar a otros […] un lugar, una morada, un nido en ese corazón? […]

Pienso que tendría que destacar esencialmente tres cualidades:

Amor que cobija. En primer lugar, tendría que ser un amor que cobija: yo cobijo al otro. Y si es realmente una comunidad de corazones, […] solo tienen que arrojar una mirada, por ejemplo, en una familia sana. En efecto, en una familia tal se piensa […] que la madre es el ideal del amor, de un amor que cobija. Supongamos que alguien un hijo o una hija [se enajena de la familia, nadie quiere tener nada más que ver con esa persona] [] Para nosotros es evidente que ese hijo sigue teniendo siempre un hogar cobijador en el corazón de la madre. […]

Suponiendo, entonces, que alguno de nosotros se descarríe: está claro que una comunidad de corazones, si está pensada en serio, se obliga oh, no necesita obligarse, es una obviedad a lo siguiente: todos sin excepción tienen en mi corazón un hogar que cobija; en todas las situaciones, también en situaciones excepcionales. Nos cobijamos mutuamente, lo hacemos realmente en serio, con apertura, con sinceridad, pero con todas nuestras debilidades.

Amor que enaltece. En segundo lugar, debe ser un amor que enaltece, no que rebaja. ¿Y qué significa esto? […] Basta con que recordemos las leyes de gravedad de la naturaleza; basta con que recordemos en qué situación cultural hemos nacido; basta con que arrojemos una mirada a nuestro alrededor. […] ¡Qué grande será, en un tiempo previsible, el peligro de que nos rebajemos en lugar de enaltecernos! Tiene que ser, pues, un amor que enaltezca, un amor que tire siempre hacia arriba y que llamee como un fuego poderoso, un fuego de Dios, un fuego encendido por Dios que quisiera llevar consigo todo hacia lo alto e introducirlo en el amor infinito.

Amor que sostiene y soporta. Y ¿qué es lo más esencial, lo más concreto? […] Es el amor que sostiene y soporta. […]

 

Actuar desde la comunidad de corazones. Ahora bien, ¿qué tenemos que hacer para poder ofrecernos mutuamente ese gran regalo como comunidad de corazones? Dicho de otro modo: ¿cómo tenemos que educar nuestro corazón? […]

Un corazón respetuoso. Tenemos que cuidar de llevar en el pecho un corazón respetuoso.

¿Qué significa un corazón respetuoso? Un corazón que tiene respeto por el otro, un respeto real; tengo respeto incluso si descubro al otro en sus debilidades, en todas sus limitaciones, en todas sus fracturas y derrumbamientos. […]

Un corazón bondadoso. Necesito un corazón bondadoso. Un corazón bondadoso que pase por alto las limitaciones, un corazón bondadoso que acoja tantas cosas hirientes, tantas limitaciones […] que, en sí, perturban humanamente la relación, como si no existieran para nada.

Pero no con una cierta finalidad, como si dijera: el otro tiene que soportarme a mí, por eso yo quiero soportarlo también. No: eso tendría que brotar de una bondad desbordante. Una riqueza interior de bondad sincera, benevolente, tendría que atravesar y extenderse de nuevo por nuestro corazón. Un amor respetuoso, un amor bondadoso.

Un corazón con consciencia de responsabilidad. […] Si tarde o temprano de alguna manera nos desviamos por un camino no tan bueno y [los nuestros] no se atreven a advertirme de ello, […] para nosotros tendría que ser algo obvio [que nos tratemos unos a otros con franqueza y mutua responsabilidad]. […]

Querer descubrir lo bueno. Probablemente no encuentren ustedes a ninguna persona que no tenga un núcleo bueno, en el que no se esconda todo un lingote de piedras preciosas. Naturalmente, primero tengo que descubrirlo y reconocerlo. Y desde luego, tampoco encontrarán a nadie en el que esa piedra preciosa no esté salpicada e incrustada de mucha suciedad y piedra, rocas de todo tipo.

Entonces, nuestra tarea será cuidar de que la piedra preciosa cobre brillo, que todo lo demás que impide que la piedra preciosa cobre su pleno brillo sea retirado y sacudido. […]

Es una señal de superficialidad humana el hecho de que, en la mayoría de los casos, veamos la imagen que tenemos unos de otros atravesada por todo tipo de rayas y consideremos demasiado poco los aspectos luminosos.

Posiblemente, mientras nuestro encuentro mutuo se producía en ropa de domingo, era natural que tuviésemos ilusiones unos de otros. Pero a partir del momento en que nos conocimos realmente, en que estuvimos día y noche juntos, probablemente ser dio el gran peligro de que viéramos todo lo que hay en el otro solamente como una maraña de hilos. Eso es un gran error.

Tienen que ser honestos y, durante un tiempo, de forma muy unilateral, conscientemente unilateral, ver en el otro los rasgos bellos, las disposiciones nobles. O sea, educarse para meter por de pronto lo negativo en el bolsillo no es preciso que lo nieguen y, entonces, descubrirán cuánta riqueza de corazón hay en su pequeña comunidad, una riqueza que, sin embargo, en su mayoría está todavía latente. ¡Cuánta riqueza de sentimientos, cuánta noble voluntad! y, seguramente también, ¡cuánta claridad interior anida en todos! No de tal modo que todo estuviese clarificado. Pero sí en camino de estarlo. Y puesto que muy fácilmente estamos inclinados a tirar unos de otros hacia abajo y a registrar en nosotros la imagen negativa, la caricatura, nos apoyamos demasiado poco unos a otros. Es una gran pieza de maestría estar y caminar juntos, vivir y amar uno en el otro, valoramos y protegernos mutuamente como personalidades y, a pesar de ello, tener una visión clara de las limitaciones que cada uno lleva marcadas en la frente. […]

Es una obra de arte de primer nivel, con aspiración a lo alto, a lo infinito, decir un sí a nuestras limitaciones y proseguir serenamente nuestro camino.

J. Kentenich, 20.04.1963, en Ein Durchblick in Texten, t, 3, 52

 

1 comentario:

  1. Querido Paco... gracias por estos textos tan llenos de humanidad. Es muy exigente alcanzar esa mirada prístina del amor que se entrega aún con las propias limitaciones y las de los demás. Para trabajarlo concienzudamente... Te mando un gran abrazo y que tengas junto a Anneliese un lindo 2025 lleno de ese amor que se goza en el Señor.

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