Grados de desarrollo del amor
En una plática dictada en
EE. UU. a matrimonios, el padre Kentenich muestra cómo el amor experimenta un
desarrollo y necesita educación. Él compara los grados de desarrollo que se dan
en la alianza de amor con los que se dan en el matrimonio, o sea, con la
alianza de amor que los cónyuges han sellado entre sí. Habla de la escala o de
la montaña del amor. El fundamento raigal del amor es un sano amor a sí mismo,
y hay que cultivarlo.
Primer grado del amor: el amor se busca a sí
mismo. Al comienzo nuestro amor es egoísta. Nos entregamos a
la santísima Virgen, a Dios, porque esperamos de ese modo obtener ventajas. Ese
es un amor primitivo, el amor se busca todavía a sí mismo.
Si decimos que el amor, e incluso el amor a Dios y a la
santísima Virgen o, mejor dicho, nuestra alianza de amor tiene grados de
desarrollo, entonces es evidente que la alianza de amor que hemos sellado entre
nosotros como cónyuges exige de forma singularísima un desarrollo, una escala
de distintos grados.
Si recuerdan qué escala de grados conocemos en la alianza
de amor con la santísima Virgen y con Dios, sabrán de inmediato qué escala de
grados tiene la alianza de amor entre nosotros, entre el esposo y la esposa. En
la mayoría de los casos nuestra alianza de amor con Dios y con la santísima
Virgen es al comienzo una alianza de amor egoísta, es decir, nos regalamos a la
santísima Virgen y a Dios porque esperamos de ese modo obtener ventajas
propias. Examinen si no ha sido ese también el caso en la alianza de amor entre
ustedes.
Segundo grado del amor: el amor busca al tú. Si
el amor crece, les damos a Dios y a la santísima Virgen un cheque en blanco.
Les decimos: puedes hacer conmigo lo que quieras. Así es también el amor en el
matrimonio: le doy a mi cónyuge un poder en blanco. En primer plano está
entonces el bien del otro. Este es un amor desinteresado. El amor busca al tú.
Segundo grado de la alianza de amor con Dios y con la
santísima Virgen: nos damos mutuamente el poder en blanco, el cheque en blanco.
Es un alto grado de amor mutuo y de la alianza de amor mutua. […] [Es decir,]
les doy a la santísima Virgen y a Dios un poder en blanco; […] les digo: puedes
hacer conmigo lo que quieras y como quieras. Pero la santísima Virgen y Dios me
dan también un poder en blanco a mí.
Examinen cómo es el poder en blanco que nos hemos dado
como cónyuges. Como verán, allí está totalmente en primer plano el bien del
otro, no el propio bien.
Tercer grado del amor: el amor puede doler.
Les decimos a Dios y a la santísima Virgen: el amor puede doler. Es un amor
dispuesto al sufrimiento: puedes poner cargas sobre mí, estoy dispuesto a
cargar contigo y a llevar cargas por ti, a aceptar conscientemente el dolor por
amor.
Después, la alianza de amor con la santísima Virgen y con
Dios contiene una inscriptio («inscripción» en el corazón del otro; en este
contexto se trata de la disposición, por amor, a sufrir). Permítanme
preguntarles: ¿cómo es la inscriptio que nos damos mutuamente como esposos? Ahí
tienen ustedes todo el organismo del amor conyugal desde abajo hasta lo más
alto, hasta la cumbre de la montaña del amor. ¿Comprenden, entonces, qué
educación vigorosa, qué educación al amor exige hasta el fin de la vida la alianza
de amor mutua que nos regalamos mutuamente? […]
El padre Kentenich coloca estos grados de desarrollo del
amor también en el contexto del amor corporal:
¿Qué queremos regalarnos el uno al otro como cónyuges a
través de la mutua entrega del cuerpo? […]
Queremos hacernos felices el uno al otro. […] Es decir,
no solamente queremos regalarnos y permitirnos mutuamente el placer sexual,
sino hacemos felices el uno al otro, de persona a persona. […]
Lindíssimo Paço, muchas gracias !!!
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