viernes, 31 de enero de 2025

¿QUÉ ES LO QUE OTORGA FUERZA EN LAS CRISIS?

Carta del padre José Kentenich del 11 de diciembre de 1916 a Josef Fischer, que estaba en el frente durante la primera guerra mundial.

 

Me apremia dejar todo otro trabajo de lado y dedicarle unas líneas en respuesta a su breve misiva. No por temor, sino por preocupación y por vivo interés. Desde la recepción de sus amables líneas he rezado ya mucho por usted, tanto aquí, en mi habitación, como abajo, en nuestro santuario. […]

Solo es una pena que no se haya manifestado usted antes. Podríamos haber implorado ya antes nuevas fuerzas para usted. Nuevas fuerzas, pero no la liberación de sus dificultades. Con ello expreso de inmediato mi posición. Por un lado, sin duda me da pena verlo sufrir y luchar de ese modo; por el otro y no me lo tome a mal no podía darme usted noticia más grata.

Todo su pasado, en especial el más reciente, es una prueba cierta de que nuestra Madre del cielo lo ha tomado totalmente en su escuela, lo ha educado y quiere seguir educándolo como un luchador por su gloria y la de su Hijo.

A través de dificultades previas, de índole más exterior, está usted preparado para salir victorioso de luchas incomparablemente mayores y más difíciles. Su total desvalimiento consolida el fundamento que se encuentra inconmoviblemente afirmado en todos los verdaderos hombres de Dios. […] Me refiero al espíritu filial, a la humildad. No importa que yo esté o no feliz y contento con tal que se reconozca y ame más a Dios y a María. Estoy dispuesto a soportar […] por la salvación de las almas todos los tormentos, todos los dolores. Este es el ánimo desinteresado y humilde para el cual, por lo visto, nuestra Madre del cielo quiere educarlo ahora. […] Pues solo entonces será usted en sus manos una apuesta segura, un instrumento realmente fiable al que ella pueda confiar sin reservas la preocupación por sus tareas, queridas por Dios. Este es un motivo de alegría mía por el tormento de su alma.

Usted ha establecido bien el contacto exterior con su grupo. Pero si quiere usted prestarle más servicios, primeramente tiene que haberse puesto a prueba, preferiblemente haber luchado hasta el extremo. Quizá, a través de su valiente lucha le ahorre usted a otros [de nuestro grupo] luchas semejantes. […] Creo que así está bien, si es que quiere y debe ser usted el día de mañana un guía espiritual capaz.

Pero todo eso suena muy frío, muy teórico. ¿Me permite que retire un poco el velo que recubre mi pasado? Desde mi entrada al noviciado hasta mi ordenación sacerdotal y todavía un poco más allá tuve que superar constantemente las luchas más frenéticas. De felicidad y satisfacción interior no había ni el más mínimo rastro. Mi director espiritual no me comprendía y, con mi insana orientación racionalista y escéptica de pensamiento, tenía solo poca sustentación sobrenatural. Fueron demenciales sufrimientos interiores y exteriores quiero decir: espirituales y, además, también corporales. Quizá le cuente más adelante algo más al respecto. Si yo no hubiese tenido ese desarrollo completamente anormal, no habría podido ser para vosotros lo que en virtud de mi posición debo ser y me he esforzado por ser. Haga usted la aplicación a su estado y a su futuro. Pero comprenderá usted también mi pleno e íntimo interés en las fases de sus luchas.

Solo quiero asegurarle todavía que gustosamente lo recuerdo en la oración. Y basta por hoy. Indicaciones prácticas recibirá usted en siguientes cartas. Sería bueno que ahora se sentara y procurara escribirse todas sus luchas desde el corazón. De ese modo podré aconsejarlo también con más facilidad y seguridad, eso sin tener en cuenta que pena compartida es media pena. Espero su amable visita con más alegría que de costumbre. […]

Un saludo cordial y mi bendición sacerdotal.

Con sincero amor, J. Kentenich

 

1 comentario:

  1. Buenas tardes. Cierto es que hay momentos en los que tu vida parece desmoronarse, llenándote de temor. Pero más cierto es que cuando el cansancio y el agobio, parece no dejarte seguir, silba en tu oído esa dulce voz que en estos días me dice. NO OLVIDES, QUE SIEMPRE ESTOY CONTIGO, AQUÍ A TU LADO.
    Gracias a ello y al amor incondicional de nuestra Madre Maria, seguiremos .Un fuerte abrazo Paco y muchísimas gracias.

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