viernes, 17 de enero de 2025

SUPERAR LAS DECEPCIONES EN EL MATRIMONIO

Una vez más, la pregunta: ¿de dónde puede provenir la decepción? [Puede provenir de que] en la imaginación me haya figurado al otro tal como la naturaleza lo desearía, pero no como es en realidad. ¿Qué más queda, en tal caso, sino que, de ahí en más, tenga que hacerme más realista? Se dice después: el camino del matrimonio es para nosotros siempre [también] un viacrucis. […] Y eso vale para todo matrimonio. Pero no deben perder de vista que así es toda vida humana, toda vida cristiana. En estas cosas tenemos que aprender a pensar de forma mucho más realista.

Una vez más: ¿por qué razones puedo estar decepcionado de mi vida matrimonial, de mi cónyuge? Pienso que ahora podríamos repetir, a nuestro modo, lo que comentamos a lo largo de esta semana. Quiero dar por de pronto una respuesta de principio, una respuesta teórica, que ustedes comprenderán de inmediato: debo de haber separado las distintas formas de amor. Tenemos que grabarnos esto siempre de nuevo: el amor matrimonial tiene que ser expresión de todo el organismo de las capacidades y posibilidades del amor.

En la práctica, eso significaría y lo digo ahora más en general, en el plano de los principios que el amor sexual ha estado separado del amor erótico, o separado del amor espiritual, o separado del amor sobrenatural. Primera respuesta y es toda una línea [de respuestas]. Tienen que comprobar ustedes mismos qué significa eso y en qué medida eso se ha dado en su vida. Naturalmente, es muy posible también que uno se diga: en mí fue así, pero en mi cónyuge fue distinto, es decir, yo me esforcé por mantener el organismo, pero el cónyuge no lo logró.

Una segunda respuesta o serie de respuestas: quizá tenga que decir que los dos o uno de nosotros se quedó detenido en la etapa en que el amor matrimonial era primitivo. Y ¿qué significa que era un amor primitivo? [Significa] que yo quería utilizar al otro sola o principalmente para satisfacerme a mí mismo. Yo quería ser feliz. Eso es amor primitivo. Que ese amor primitivo prorrumpa por momentos es humanamente comprensible. Pero, en lo esencial, tiene que convertirse más y más en un amor plenamente maduro. ¿Dónde se funda el amor maduro? ¿Cómo es? «¡Con tal que tú seas feliz!». Nos hemos unido y nos pertenecemos mutuamente: quiero hacer feliz a la otra parte.

¿Me permiten que lo repita? Primera serie de respuestas: no se ha realizado el organismo de las formas de amor correspondientes. Segundo: se ha observado ese organismo, pero el amor se ha quedado enganchado siempre en el estadio primitivo. ¿Comprenden la diferencia? No deben perder nunca de vista que una vida matrimonial realmente ideal, de alto nivel, presupone heroísmo en todo. Por eso, con razón se puede repetir la frase que habla sobre la «orden» de la familia, sobre la «orden» de la vida matrimonial.

¿Por qué he entrado yo a una orden religiosa, a una comunidad religiosa? Para aprender a amar heroicamente. Y todo mi matrimonio debe ser también una «vida religiosa» de ese tipo. Allí tengo que aprender a amar heroicamente. Por eso, me permitirán que repita una vez más la frase sobre el «monasterio» del matrimonio. Es una frase muy importante, significativa, y presupone toda una cantidad de cosas.

Y quiero dar una tercera serie de respuestas. ¿Dónde reside, en general, la debilidad del amor?

- Primero: en que puede separársela de las formas superiores del amor.

- Segundo: en que puede ser demasiado primitiva.

- Tercero: en que olvide que no hay amor sin sacrificio.

Un amor que no insta al sacrificio no es un amor sano. En alemán tenemos muchos adagios en ese sentido. Por ejemplo: el amor insta al sacrificio y el sacrificio insta al amor. O bien: el amor se alimenta del sacrificio. Allí reside muchas veces la gran dificultad: en que olvidamos que la vida matrimonial es una vida de sacrificio.

J. Kentenich, 10.04.1961, en Am Montagabend, t. 20, 248-250 

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