sábado, 30 de septiembre de 2023

RELACIÓN CON DIOS PADRE - FE EN LA PROVIDENCIA

El problema más difícil para la cristiandad actual es la fe práctica en la Providencia […] A muchas personas no les cuesta creer en la divina Providencia tal como ha actuado en los siglos pasados.

La dificultad […] comienza cuando, aquí y ahora, es decir, en el acontecer mundial actual, se trata de [creer en] una planificación del amor, la sabiduría y la omnipotencia divinas o de [creer en] un Padre Dios que tiene en sus manos las riendas del acontecer mundial y que conduce todas las cosas hacia una meta claramente reconocida y querida. Esto es lo que llamamos fe práctica en la Providencia.

J. Kentenich, 1952-53, en

Texte zum Vorsehungsglauben, 26

Este tanteo y esta búsqueda del plan divino, la escucha atenta de los deseos de Dios y la obediencia alegre son siempre la nota característica de la Familia [de Schoenstatt]. Por eso decimos también que el mensaje de la fe en la Providencia es el mensaje de Schoenstatt sin más.

J. Kentenich, 1952, en

Texte zum Vorsehungsglauben, 60

Es muy valioso que nos acostumbremos a examinar retrospectivamente en el pasado cómo Dios nos ha marcado el rumbo en cada caso; que yo mantenga firmemente solo esto: ¡Dios me quiere!, y yo quiero regalarle mi amor […]; que yo responda a la cruz y al sufrimiento solamente con amor: [la cruz y el sufrimiento] son un saludo de Dios.

Esto vale también para las comunidades religiosas cuando sobrevienen dificultades. Dios tiene con ellas intenciones determinadas. Mi propia visión no llega lejos, pero Dios ha diseñado un plan universal y también el pequeño plan de vida [individual]. Él conduce día tras día la vida del individuo y de las comunidades. Solo es preciso que hagamos una cosa: querer a Dios.

J. Kentenich , 28-11-1937, en

Das Lebensziel des Christen, 37

Detrás de todas las cosas está la voluntad paterna de Dios. Me sé amado; el destino de mi vida no se ve arrojado ciegamente de un lado a otro: detrás de ese destino se encuentra el Padre Dios […] Pero yo quiero estar también convencido de que Dios pronuncia un sí personal a mi destino. El Dios que pronuncia ese sí es un Dios personal. Eso es importante.

J. Kentenich, 28-11-1937, en Das Lebensziel des Christen, 42 s..

 

DECIR SÍ A DIOS Y A SUS DESEOS

Superar la angustia

Si como psicólogo analizo la condición humana y cristiana pienso tener que decir que está llena de tensiones, y estas tensiones se ven constantemente alimentadas por un temor y una angustia muy profundos. Así pues, el psicólogo ve asociados a la condición humana un temor y una angustia implacables. No estará de más que descorramos ahora el misterioso velo de nuestra alma. También nosotros nos vemos mucho más torturados por el temor y el miedo de lo que lo admitimos […].

¿Qué entendemos por angustia? La angustia es un malestar psicofísico enormemente fuerte a causa de la inferioridad frente a algo indeterminado, de la impotencia que sentimos en nosotros frente a una oscura omnipotencia […].

Aprender a decir sí de forma filial

Si me permiten […] decir algo sobre los remedios […], notarán que los remedios contra [la angustia] no son conducentes si no se agrega a ellos el arrojo de la filialidad […].

Hasta el fin de la vida tendríamos que esforzarnos por grabar en los sentimientos, el corazón y la voluntad el arrojo de la filialidad. […] Otra expresión para ello es: el arrojo de decir sí. Cristo también pronunció este sí en una difícil situación de su vida: ¡Sí, Padre! Decir sí con audacia. […]

Observen la vida de grandes hombres, observen su propia vida: ¿acaso no llegamos periódicamente a un cierto límite, a una cierta barrera [ante la cual nos preguntamos] «y ahora qué»? En cualquier caso, sentimos el corte, notamos que saltar por encima de esa barrera es, en cierto sentido, un acto de arrojo; sentimos que las cosas ya no son tan tranquilas, tan confortables y sosegadas: hay que pasar a un plano más alto. Antes habíamos sentido los límites: ahora hay que hacerlos saltar […].

Todos nosotros […], que nos encontramos en la vida moderna, deberíamos movernos constantemente en estas consideraciones. ¿Qué quiere Dios? Si el ser humano necesita arrojo ya en su desarrollo puramente natural, ¡qué arrojo será necesario para entrar en la oscuridad de la fe! […]

¿Sienten ahora la grandeza que anida en nuestra filialidad? No tenemos que pronunciar un sí desesperado, sino un sí audaz y alegre —aunque asociado a una gran opresión—.

J. Kentenich, 1937, en Kindsein vor Gott, 236, 241, 291 s.

Siga siendo siempre el niño despreocupado

¿Qué he de responder a sus afectuosas líneas? Dios lo ha conducido a través de la noche oscura del alma. Fue bueno que así fuese. Ahora volverá a resultarle más fácil regresar a la antigua sencillez, simpleza y derechura de la aspiración a la virtud. Hágalo pronto. Dicho concretamente: no se deje atomizar más por lo que escucha o lee. Y después, siga siendo, como era antes, el niño despreocupado tomado de la mano de nuestra Madre del cielo.

J. Kentenich, 10-06-1920, en Brief an Fritz Esser

  

1 comentario:

  1. Gracias Paco! El texto es muy potente y... práctico! Tenés textos del padre donde hable más de la angustia?

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