LA FE EN LA PROVIDENCIA
Hoy dejamos el tema de la
sexualidad y nos adentramos en algunos textos referidos a nuestra “VIDA CON
DIOS”. El Padre Kentenich enseñó a los suyos a cultivar y crecer en la “fe
práctica en la Divina Providencia”, o sea en el convencimiento de que Dios guía
nuestros pasos, de que lleva en sus manos el volante. Con ello nos anima a
poner toda nuestra confianza en que Dios como buen padre nos ama y cuida de
nosotros. En una charla a los matrimonios del mes de enero de mil novecientos
cincuenta y cinco decía lo siguiente:
“En la vida cotidiana
tenemos que ver a Dios detrás de todas las cosas, en nuestras alegrías y
sufrimientos. Dios no es un tirano, sino un padre amoroso que nos ama como a la
niña de sus ojos. Nos ama como si fuésemos su único hijo, como si no existiera
nadie más fuera de nosotros. Dios cuida de forma totalmente personal de
nosotros. Pensemos siempre que todo lo que nos ocurre está en el plan [de
Dios], que tiene un motivo determinado, aunque momentáneamente nos duela. En
todo momento tenemos que sostener con firmeza que Dios es nuestro padre amoroso
y pronunciar con disposición nuestro «sí, Padre», independientemente de que él
nos envíe una cruz o una alegría. Tenemos que depositar toda nuestra confianza
en la Providencia de Dios.
Debemos hacerlo como el niño
cuyo padre es médico. Ya conocemos el ejemplo: el niño está muy enfermo; el
padre le dice que tiene que ser operado, y de inmediato, sin anestesia. El niño
tiene mucho miedo, pero sabe que su padre tiene conocimiento de lo que es mejor
para él y que salvará su vida. Gime de dolor, pero se somete a la voluntad del
padre, porque sabe: papá me ama y hará todo lo que esté en su poder para
salvarme.
También el Salvador se
lamentó en el Monte de los Olivos cuando previó su pasión. Pero también él
dijo: «Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42). Tal vez
nosotros también tengamos que cargar una pesada cruz. No hay problema en que le
digamos al padre qué pesada es la cruz y le pidamos ayuda. Solo tenemos que
agregar siempre: «No se haga mi voluntad, sino la tuya».
Vamos a depositar toda
nuestra confianza en la Providencia de Dios.
Él reconoce a su mejor amigo
Les cuento otra pequeña historia. Imagínense:
es invierno. Alguien está fuera rezando el rosario, está feliz meditando qué
bueno es Dios. De pronto, una bola de nieve le golpea por detrás la cabeza. El
señor se vuelve indignado: quiere ver quién se ha permitido semejante cosa.
Entonces reconoce a su mejor amigo, parado frente a él con rostro sonriente.
¿Qué hace entonces? Antes de percatarse, ya se está riendo con él. Aun cuando
la bola de nieve duela en el momento, él perdona gustosamente a su amigo, porque
este no tenía mala intención. El ejemplo podemos aplicarlo a Dios. Todo viene
de una amorosa mano paterna, aun cuando duela mucho. Tenemos que llegar a ser
personalidades, no ser hombres masa. Debemos poner la escalera para el
entendimiento y el corazón y ver a Dios detrás de todas las cosas. Ya sabemos:
en el mundo nada sucede sin Dios. Él lo ve todo. Él lo dispone o lo permite
para que, a través de ello, lleguemos al cielo.”
J. Kentenich 22.01.1955 en “Am Montagabend, Tomo 1
Paco me ha gustado mucho. Creo que no conocemos a Dios por eso dudamos de Él. Si le conociéramos con profundidad le amaríamos con locura¡
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