Superar la
angustia
Si
como psicólogo analizo la condición humana y cristiana pienso tener que decir
que está llena de tensiones, y estas tensiones se ven constantemente
alimentadas por un temor y una angustia muy profundos. Así pues, el psicólogo
ve asociados a la condición humana un temor y una angustia implacables. No estará
de más que descorramos ahora el misterioso velo de nuestra alma. También
nosotros nos vemos mucho más torturados por el temor y el miedo de lo que lo
admitimos […].
¿Qué
entendemos por angustia? La angustia es un malestar psicofísico enormemente
fuerte a causa de la inferioridad frente a algo indeterminado, de la impotencia
que sentimos en nosotros frente a una oscura omnipotencia […].
Aprender a
decir sí de forma filial
Si
me permiten […] decir algo sobre los remedios […], notarán que los remedios contra
[la angustia] no son conducentes si no se agrega a ellos el arrojo de la
filialidad […].
Hasta
el fin de la vida tendríamos que esforzarnos por grabar en los sentimientos, el
corazón y la voluntad el arrojo de la filialidad. […] Otra expresión para ello
es: el arrojo de decir sí. Cristo también pronunció este sí en una difícil
situación de su vida: ¡Sí, Padre! Decir sí con audacia. […]
Observen
la vida de grandes hombres, observen su propia vida: ¿acaso no llegamos
periódicamente a un cierto límite, a una cierta barrera [ante la cual nos
preguntamos] «y ahora qué»? En cualquier caso, sentimos el corte, notamos que
saltar por encima de esa barrera es, en cierto sentido, un acto de arrojo;
sentimos que las cosas ya no son tan tranquilas, tan confortables y sosegadas:
hay que pasar a un plano más alto. Antes habíamos sentido los límites: ahora
hay que hacerlos saltar […].
Todos
nosotros […], que nos encontramos en la vida moderna, deberíamos movernos
constantemente en estas consideraciones. ¿Qué quiere Dios? Si el ser humano
necesita arrojo ya en su desarrollo puramente natural, ¡qué arrojo será
necesario para entrar en la oscuridad de la fe! […]
¿Sienten
ahora la grandeza que anida en nuestra filialidad? No tenemos que pronunciar un
sí desesperado, sino un sí audaz y alegre —aunque asociado a una gran
opresión—.
J.
Kentenich, 1937, en Kindsein vor Gott, 236, 241, 291 s.
Siga siendo
siempre el niño despreocupado
¿Qué
he de responder a sus afectuosas líneas? Dios lo ha conducido a través de la
noche oscura del alma. Fue bueno que así fuese. Ahora volverá a resultarle más
fácil regresar a la antigua sencillez, simpleza y derechura de la aspiración a
la virtud. Hágalo pronto. Dicho concretamente: no se deje atomizar más por lo
que escucha o lee. Y después, siga siendo, como era antes, el niño
despreocupado tomado de la mano de nuestra Madre del cielo.
J. Kentenich, 10-06-1920, en Brief an Fritz Esser
Me viene muy bien en estos momentos....ojalá pudieras estar despreocupados y dejarlo todo en manos de la Virgen. Mil gracias. Bss
ResponderEliminar"Un sí audaz y alegre, aunque asociado a una gran opresión". Esa lucidez para no caer en falsos optimismos que no conducen a nada, es impactante. Gracias Paco. Para reflexionar largo rato.
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