Con audacia
El
hombre audaz no es que vaya por la vida sin miedo, sino sin particular miedo.
No va por la vida con rodillas temblorosas. Por ejemplo, no es vergüenza alguna
que, si me veo arrojado en medio de las dificultades del tiempo actual, mi
corazón experimente un temblor interior; o, por ejemplo, que, si tuviésemos que
perder la libertad, tuviésemos un cierto sentimiento de angustia. Esto no es
falta de hombría, es algo enteramente humano. El Salvador también lo
experimentó: ¡qué angustia estremeció al Dios hecho hombre! ¡Por angustia
derramó gotas de sudor, y hasta sudó sangre! […]
En
efecto, la palabra del Salvador nos dice que Dios permite tanta incertidumbre
para que el ser humano siga siendo consciente de que depende de Dios. Podemos
asegurarnos cuanto queramos: todo eso puede quedar destruido de la noche a la
mañana. Por más que pueda tener un puesto asegurado, mañana pueden echarme. El
hombre que tiene fe en la Providencia sabe de la seguridad del péndulo: por eso
es tan sereno y audaz. Es decir: todas las cosas fluyen, todo lo humano se ve
arrojado de ese modo. El ser humano no tiene seguridad en las cosas del mundo,
tampoco en las leyes y costumbres. Solamente hay seguridad en manos de Dios. El
hombre audaz sabe ver en todas partes el plan de vida de Dios e incorporarse a
ese plan. […] Desde luego, en todo ello es lícito que haya un poquito de
preocupación y de prudencia, pero solo un poquito.
J. Kentenich,
extracto de una carta, manuscrito
La seguridad está arriba,
«en el gancho»
La
seguridad propia del ser humano en cuanto tal es siempre la seguridad del
péndulo. Hacia abajo el péndulo está inseguro: puede ser puesto en movimiento
por cualquier soplo de viento. Algo semejante ocurre a menudo con la seguridad
del ser humano en la tierra. ¿Dónde tiene su seguridad el péndulo? Arriba, en
el gancho. Algo semejante sucede en el ser humano. Solo estoy asegurado en
Dios. El hombre actual no tiene ya seguridad alguna en los demás hombres, y ha
arrojado de sí la seguridad en Dios. Es necesaria la vinculación al gran Dios.
J. Kentenich, 1946, en
Das katholische Menschenbild, 39
Estar seguros en el «nido
primordial»
Seguridad
del péndulo: puede que la naturaleza se estremezca y tiemble transitoriamente
cuando se nos retira nuevamente el suelo bajo los pies o cuando se nos corta
una seguridad terrena, mundana […] [Pero el hombre creyente] se habrá decidido
con prontitud de nuevo por Dios y habrá buscado conscientemente refugio en su
hogar primordial, en el corazón de Dios. Allí está cobijado y seguro como en
ninguna otra parte del mundo. Nadie tiene tan buenas intenciones para con él
como Dios, y nadie es capaz ni tiene disposición como Dios para que todo lo
desagradable y malo redunde en su bien.
J. Kentenich, abril-junio de 1944, en
Marianische Werkzeugsfrömmigkeit, 37
Seguridad del péndulo,
poder en blanco
¿Qué
es lo que resuena más fuerte en la expresión «poder en blanco»? Es justamente
aquello que está grabado muy profundamente en el rostro del tiempo moderno: la
oscuridad, la incertidumbre y la inseguridad de la vida actual.
Tienen
que prestar atención, en general, a que ninguna de estas expresiones ha sido
«fabricada». Lo que se ha desarrollado entre nosotros con esas expresiones no
se ha plasmado nunca en el escritorio, tras una larga reflexión. Esas
expresiones son muchas veces fruto de una ocurrencia repentina.
¡Poder
en blanco! Examinen nuevamente cómo se capta aquí la vida psíquica moderna,
puesta como está en este tiempo oscuro, tenebroso.
Poder
en blanco: ¿qué significa? Significa que le regalo a Dios un poder en blanco.
Piensen en un cheque en blanco. No necesito exponerlo ahora, pues se trata de
asuntos corrientes. Un papel en blanco, y el nombre infrascrito. ¿Quién puede
escribir en el papel lo que quiera? ¿Comprenden qué importante es esto?
O
bien, tomen otras expresiones que giran en torno al mismo proceso de vida:
internarse en una eterna inseguridad de péndulo a fin de adquirir una seguridad
de péndulo. Desde luego, son formulaciones jocosas que de pronto se hicieron
populares: fuera con la seguridad de caja, ¡a la seguridad de péndulo! Los
acontecimientos históricos pueden hacer que, abajo, el péndulo se vea lanzado
constantemente de un lado al otro, como sucede justamente con un péndulo.
¡Conformidad con la voluntad de Dios!
¡Cómo
suena esa expresión! En primer lugar, encierra en sí una estática. El cheque en
blanco expresa toda la dinámica que se exige de todos nosotros si queremos o
debemos ver correctamente la vida actual, desenvolvernos correctamente en ella.
J. Kentenich, 23 de
noviembre de 1965, en Rom-Vorträge 17.-23.11.1965, 213 s.
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