viernes, 20 de octubre de 2023

¿CÓMO GESTIONAR EL MIEDO?


Superar la angustia profunda

Cuando hay estados de angustia el cuerpo nunca es la única causa: las dolencias físicas se han incrustado en sus efectos en el alma. Los médicos aconsejan un cambio de ambiente y de aire. Podemos intentarlo, y puede ser que eso alivie y atenúe. Pero estoy convencido —tal vez, ustedes también lo estén— de que la angustia profunda no se supera con un cambio tal. Es lo que justamente quiero destacar: es lícito aplicar todos los medios denominados de régimen propio según el sentido que tienen, pero, sin la correspondiente ingenuidad y filialidad [frente a Dios, el Padre celestial], no conducen a la meta […].

La fuerza para soportar cosas

El motivo más simple y efectivo es siempre el siguiente: doy alegría al Padre del cielo. Si a él le alegra, por ejemplo, que yo haga soberanamente el ridículo, entonces yo también quiero alegrarme de ello. […] Tienen que notar cómo la filialidad da realmente la fuerza para paralizar cosas, para soportarlas y, tal vez, en determinados casos también para superarlas por completo. […]

Experimentamos en nosotros mismos. ¡No estudiar mucho, sino experimentar! Si lo experimentamos en nosotros mismos, lo tendremos con seguridad; y si otros experimentan lo mismo, tendremos un saber experiencial. No nos dejamos desbaratar el saber experiencial por todo tipo de sofisticaciones teóricas.

J. Kentenich, 1937, en

Kindsein vor Gott, 335 ss.

Saltar con audacia

El Dios vivo nos habla. El Dios vivo nos habla en su persona, pero también a través de su palabra, del acontecer del mundo. […] Un salto, un salto audaz a sus brazos: eso es la fe en la Providencia. Es algo así como decir, por ejemplo: [estando arriba,] en la cima de una montaña, ahora tengo que saltar hacia abajo, al mar.

Esta es la fe en la Providencia. ¡Saltar a los brazos de Dios! Dios es el que está detrás de todo el acontecer del mundo, detrás de todas las situaciones: esté yo sano o enfermo, tenga éxito o fracase, nada de eso es casual, Dios está detrás. La fe en la Providencia me hace dar audazmente el salto a los brazos de Dios, que está detrás de todas esas cosas.

El águila es arrojada fuera del nido

O bien, otra imagen. ¿Podemos imaginarnos más o menos cómo se siente un pichón de águila que es arrojado por primera vez fuera del nido? Con inquietud interior se deja arrojar fuera de su nido. ¿Qué vendrá ahora? De pronto siente que sus alas son sostenidas por el aire y, entonces, asciende seguro hacia lo alto, hacia el sol. Este es el hombre que tiene fe en la Providencia: ha saltado fuera del nido, expulsado de todas las circunstancias satisfechas de su vida. Pero ¿hacia dónde ha saltado? ¿Hacia lo incierto? Oh, no hacia lo incierto, sino siempre a los brazos de Dios, a los brazos del Dios eterno, a los brazos del Dios infinito.

J. Kentenich, 26 de mayo de 1963, en

Aus dem Glauben leben, t. 7, 151 s.

  

1 comentario:

  1. Que maravilla Paco, ojalá seamos capaces de dejarlo todo en manos de Dios y en su divina providencia....seríamos más felices.
    Enhorabuena por tu blog.
    Virginia

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