viernes, 29 de mayo de 2020

Anunciar la muerte del Señor, ¿cómo?


Al meditar sosegadamente la frase del apóstol Pablo a los Corintios – "Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga" – se me ocurre que podemos dirigir nuestra mirada en varias direcciones. En primer lugar, es una mirada al pasado, en la misa recordamos lo que ocurrió en aquella ocasión, la primera vez; es también una acción de gracias y una conmemoración: aquí y ahora obedecemos el mandato del Señor que nos dijo: "Haced ésto en memoria de mí". Pero es además algo presente, es actualización y comunión: estamos viviendo unidos al Cristo que vive y sube al madero de la cruz. Y finalmente es un compromiso de vida: debemos anunciar con nuestra vida que Cristo vive en nosotros hasta que Él venga en la segunda venida, y podamos con él celebrar el banquete eterno, la cena de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19).

El Padre Kentenich, al recordar el tercer principio por el que nos regimos sus hijos espirituales en la celebración de la santa Misa diaria, lo explica así, para aclararnos lo que significa en concreto ese compromiso de vida al que aludimos antes:

“Y después la tercera ley: Morten Domini annuntiabitis, donec veniat. Anunciaré la muerte del Señor hasta que vuelta a juzgar a vivos y muertos. Quiero anunciar la muerte. Quiero anunciar que el Salvador se ofrece misteriosamente de forma incruenta al Padre en sacrificio por nosotros. Pero también quiero anunciar la muerte del Señor ascendiendo misteriosamente con el Señor a la cruz en la santa misa. Por eso, en la santa misa me dejo colocar la corona de espinas. Me dejo atravesar el corazón por la lanza, hincar los clavos en las manos y en los pies. De ese modo camino por la jornada diaria. Durante el día el Salvador debe pender nuevamente a través de mí en la cruz y redimir el mundo. Así, la ofrenda de mi vida se convertirá en una continuación de la santa misa matinal, del mismo modo como la santa misa es una actualización del sacrificio de la cruz.”

En la charla a los matrimonios que venimos comentando en estas últimas semanas, aborda el mensaje de Pablo desde otra perspectiva, la del sacrificio:

“El tercer principio nos ha sido transmitido por el apóstol Pablo: Morten Domini annuntiabitis, donec veniat. Quiere decir: Proclamaréis y debéis proclamar la muerte del Señor, hasta que vuelva. Tenemos que citar más exactamente el texto: Cada vez que celebráis y cada vez que comulgáis, debéis proclamar la muerte del Señor. ¿Comprenden lo que significa? Solo lo comprende el que ha penetrado más profundamente en la esencia de la santa misa. Sabemos — o lo oiremos más tarde — que, en la santa misa, el Salvador es nuestra víctima.

No sé si los hombres modernos tenemos presente que el sentido del sacrificio, en el sentido estricto de la palabra, es un impulso primordial de la naturaleza humana. Si consultan alguna vez a los prácticos y teóricos, nos dirán que casi todos los pueblos tienen un sacrificio. Ahora bien, en el sacrificio tienen que distinguir entre un sacrificio habitual de mortificación y un sacrificio en sentido propio, en el sentido estricto de la palabra. Eso ha de estar también en su catecismo, el que aprendimos cuando éramos niños. ¿Qué es el sacrificio en este sentido estricto? Es el ofrecimiento de un don visible a fin de reconocer a Dios como el supremo Señor.”

Y en otro retiro en Schoenstatt (La santa misa escuela de filialidad) lo puntualizará de esta manera:

“Si nuestra actuación en la santa misa fue profunda deberá encontrar una continuación en nuestro trabajo cotidiano. Si hemos subido con Cristo a la cruz de manera misteriosa y en entrega total, si manos y pies fueron clavados en la cruz, el Padre puede hacer con su hijo lo que le plazca; y si eso no se hace realidad durante el día - es decir, si tengo la ocasión de hacer algún sacrificio, por ejemplo, si estoy con alguien que me resulta antipático - y no lo hago, bajo de la cruz.”

“Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.”   Tarea exigente, lo que Pablo nos pide ……..


2 comentarios:

  1. Tarea muy exigente. Pero nos ayudaría a vivir más desprendidos de lo que hay que desprenderse...

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  2. Obrigado...é muito profundo. Não é fácil o que Paulo nos pede, mas o "caminho" é este.

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