viernes, 15 de mayo de 2020

NULLA DIES SINE SACRIFICIUM MISSAE


¡Que no haya día sin la santa Misa!, deseaba el Padre Kentenich para todos sus hijos. Aquí, en mi tierra de España, seguimos sin poder hacer realidad este consejo. El confinamiento por un virus es el culpable. Agradecemos las posibilidades que Internet nos brinda con la transmisión de las misas en diversos altares del mundo, pero nos falta, anhelamos, la celebración conjunta y personal de este gran misterio, la liturgia del sacrificio del Señor.

Esta clausura obligada me lleva a menudo (curiosamente) a la nostalgia: en estos días estoy hurgando en los recuerdos de mi infancia. Entre ellos, el recuerdo de mi padre, el maestro de escuela de los años de la postguerra española. De niño me senté en los bancos de aquella escuela del pueblo …… la de mi padre. De él aprendí yo el catecismo, porque, en aquellos tiempos, los maestros eran a la vez los catequistas. Su fuente, el célebre ‘Catecismo Ripalda”.

¿Qué aprendí de él sobre la Misa? Junto a mis compañeros de escuela, repitiendo en coro y en voz alta, contestando todos a las preguntas del maestro, aprendimos:

En cuanto al oír Misa, decidme: ¿Qué cosa es Misa?
“Un sacrificio que se hace de Cristo, y una representación de su vida y de su muerte”.
¿A quién se hace este sacrificio?
“Al Padre Eterno”
¿Para qué?
“Para tres fines: para darle gracias, satisfacerle, y pedirle beneficios”.

El Padre Kentenich nos habla también de la Misa como representación y de la ofrenda de este sacrificio al Padre. La eucaristía fue siempre para él “una fuente inagotable de gracias, el momento de mayor intimidad con el Señor y la ocasión para tomar las decisiones de mayor envergadura”, leemos en el libro ‘La santa Misa, escuela de filialidad’, que nos regala textos de un retiro predicado por el Padre en el año 1937, y del cual extraigo los siguientes pasajes:

La liturgia de la santa misa es lo más importante para nosotros. …… Quiero hablarles sencillamente de ella. Me voy a expresar gráficamente para darle a nuestros sentimientos un punto de partida comparando la santa misa con un drama teatral. Ahora deben pensar qué puntos de coincidencia hay entre la santa misa y un drama. No voy a nombrarles todos los puntos, sino que voy a señalarles tres de ellos en los que ambas cosas se distinguen. ….. La primera diferencia: Si vemos un drama teatral en el escenario, sabemos que sólo se trata de una representación. Por ejemplo, se representa a un rey. Es sólo una representación, un recuerdo de algo que ya pasó o que tal vez podría haber sucedido.

¿Notan ustedes la diferencia? La santa misa no es solamente una representación sino viva realidad.

¿Qué quiere decir esto?  ¿Qué es lo real en la santa misa? ¿Qué representa el sacrificio de la santa misa? El sacrificio de la cruz. Por lo tanto, recuerda algo: es un signo, un símbolo o un recuerdo. ¿Es la santa misa simplemente un recuerdo? ¿El sacerdote en el altar solamente nos recuerda que Jesús, en aquellos tiempos ofreció el sacrificio en el Calvario?

Eso ya sería hermoso. Pero sin embargo no es lo más profundo, el núcleo de la santa misa. En la santa misa tenemos al Salvador verdadera y efectivamente. En la luz de la fe vemos - si puedo expresarlo así - cómo Él baja desde la eternidad a la temporalidad y repite y renueva sobre el altar el sacrificio de la cruz de manera misteriosa. Por lo tanto, no es solamente representación sino realidad.

Acuérdense simplemente de estas cuatro palabras: drama teatral: representación, santa misa: viva realidad.” ………

Más tarde, en el mismo retiro, el Padre Kentenich habla también del Padre Eterno en relación al sacrificio de la Misa.

Jesús: nuestro camino al Padre. Si consideramos nuestra propia experiencia diremos que Jesús será para nosotros camino hacia el Padre, en la medida en que nosotros lo amemos íntimamente. Debo estar vinculado profundamente a Él; entonces me resultará natural vincularme por medio de Él con el Padre. Por lo tanto Jesús no es sólo racionalmente el camino hacia el Padre sino también vitalmente; y para que esto sea verdad es necesario que yo lo ame íntimamente.

La liturgia presupone - mirándola desde el punto de vista de una sana sicología - una intimidad con Cristo.

Ya les dije que podemos considerar a la santa misa como medio de alabanza. En lugar de alimento uso una expresión más linda que me propuso uno de ustedes: medio de vida. La liturgia debe ser considerada también como objeto de culto.

¿Qué quiere decir eso? Yo mismo estoy vinculado a Él, yo mismo lo alabo, yo mismo quiero amarlo profundamente.
……. Vuelvo otra vez a la idea de ayer: pienso en mi miseria y en mi pecado, y me siento tan pequeño ante el Padre celestial… en vez de decir: me siento pequeño ante el Padre celestial, es comprensible que, por decirlo así, me esconda en Jesús, ante el Padre. Yo estoy vinculado a Jesús; Él y yo somos una sola cosa. ¡Contacto íntimo entre Él y yo! Tal como Jesús se hizo pequeño en el Monte de los Olivos, así yo quiero adoptar esta actitud en el Salvador.

A aquel a quién todo esto todavía no le resulte natural, debe procurar ir armando poco a poco el puente de unión entre lo que hemos experimentado y lo que hemos oído.”

Buen consejo, esto último, para reflexionar y rezar en esta semana. ¡Mis saludos!

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