¡Que no haya día sin la
santa Misa!, deseaba el Padre Kentenich para todos sus hijos. Aquí, en mi
tierra de España, seguimos sin poder hacer realidad este consejo. El
confinamiento por un virus es el culpable. Agradecemos las posibilidades que
Internet nos brinda con la transmisión de las misas en diversos altares del
mundo, pero nos falta, anhelamos, la celebración conjunta y personal de este
gran misterio, la liturgia del sacrificio del Señor.
Esta clausura obligada me
lleva a menudo (curiosamente) a la nostalgia: en estos días estoy hurgando en
los recuerdos de mi infancia. Entre ellos, el recuerdo de mi padre, el maestro
de escuela de los años de la postguerra española. De niño me senté en los
bancos de aquella escuela del pueblo …… la de mi padre. De él aprendí yo el catecismo,
porque, en aquellos tiempos, los maestros eran a la vez los catequistas. Su
fuente, el célebre ‘Catecismo Ripalda”.
¿Qué
aprendí de él sobre la Misa? Junto a mis compañeros de escuela, repitiendo en
coro y en voz alta, contestando todos a las preguntas del maestro, aprendimos:
En cuanto al oír Misa, decidme: ¿Qué cosa es Misa?
“Un sacrificio que se hace de Cristo, y una representación de su vida y
de su muerte”.
¿A quién se hace este sacrificio?
“Al Padre Eterno”
¿Para qué?
“Para tres fines: para darle gracias, satisfacerle, y pedirle beneficios”.
El Padre Kentenich nos habla también de la Misa como representación
y de la ofrenda de este sacrificio al Padre. La eucaristía fue siempre
para él “una fuente inagotable de gracias, el momento de mayor intimidad con el
Señor y la ocasión para tomar las decisiones de mayor envergadura”, leemos en
el libro ‘La santa Misa, escuela de filialidad’, que nos regala textos
de un retiro predicado por el Padre en el año 1937, y del cual extraigo los
siguientes pasajes:
“La liturgia de
la santa misa es lo más importante para nosotros. …… Quiero hablarles
sencillamente de ella. Me voy a expresar gráficamente para darle a nuestros
sentimientos un punto de partida comparando la santa misa con un drama teatral.
Ahora deben pensar qué puntos de coincidencia hay entre la santa misa y un
drama. No voy a nombrarles todos los puntos, sino que voy a señalarles tres de
ellos en los que ambas cosas se distinguen. ….. La primera diferencia: Si vemos
un drama teatral en el escenario, sabemos que sólo se trata de una representación.
Por ejemplo, se representa a un rey. Es sólo una representación, un recuerdo de
algo que ya pasó o que tal vez podría haber sucedido.
¿Notan ustedes
la diferencia? La santa misa no es solamente una representación sino viva
realidad.
¿Qué quiere
decir esto? ¿Qué es lo real en la santa
misa? ¿Qué representa el sacrificio de la santa misa? El sacrificio de la cruz.
Por lo tanto, recuerda algo: es un signo, un símbolo o un recuerdo. ¿Es la
santa misa simplemente un recuerdo? ¿El sacerdote en el altar solamente nos
recuerda que Jesús, en aquellos tiempos ofreció el sacrificio en el Calvario?
Eso ya sería
hermoso. Pero sin embargo no es lo más profundo, el núcleo de la santa misa. En
la santa misa tenemos al Salvador verdadera y efectivamente. En la luz de la fe
vemos - si puedo expresarlo así - cómo Él baja desde la eternidad a la
temporalidad y repite y renueva sobre el altar el sacrificio de la cruz de
manera misteriosa. Por lo tanto, no es solamente representación sino realidad.
Acuérdense
simplemente de estas cuatro palabras: drama teatral: representación, santa misa:
viva realidad.” ………
Más tarde, en el mismo retiro, el Padre Kentenich habla
también del Padre Eterno en relación al sacrificio de la Misa.
“Jesús:
nuestro camino al Padre. Si consideramos nuestra propia experiencia diremos
que Jesús será para nosotros camino hacia el Padre, en la medida en que
nosotros lo amemos íntimamente. Debo estar vinculado profundamente a Él;
entonces me resultará natural vincularme por medio de Él con el Padre. Por lo
tanto Jesús no es sólo racionalmente el camino hacia el Padre sino también
vitalmente; y para que esto sea verdad es necesario que yo lo ame íntimamente.
La liturgia
presupone - mirándola desde el punto de vista de una sana sicología - una
intimidad con Cristo.
Ya les dije que
podemos considerar a la santa misa como medio de alabanza. En lugar de alimento
uso una expresión más linda que me propuso uno de ustedes: medio de vida. La
liturgia debe ser considerada también como objeto de culto.
¿Qué quiere
decir eso? Yo mismo estoy vinculado a Él, yo mismo lo alabo, yo mismo quiero
amarlo profundamente.
……. Vuelvo otra
vez a la idea de ayer: pienso en mi miseria y en mi pecado, y me siento tan
pequeño ante el Padre celestial… en vez de decir: me siento pequeño ante el
Padre celestial, es comprensible que, por decirlo así, me esconda en Jesús,
ante el Padre. Yo estoy vinculado a Jesús; Él y yo somos una sola cosa. ¡Contacto
íntimo entre Él y yo! Tal como Jesús se hizo pequeño en el Monte de los Olivos,
así yo quiero adoptar esta actitud en el Salvador.
A aquel a quién
todo esto todavía no le resulte natural, debe procurar ir armando poco a poco
el puente de unión entre lo que hemos experimentado y lo que hemos oído.”
Buen consejo, esto último, para reflexionar y rezar en
esta semana. ¡Mis saludos!
Gracias Paco por estás reflexiones!
ResponderEliminarGracias Paco y Annalise, las palabras del Padre nos confortan, en esta espera
ResponderEliminarMuito obrigado Paco!
ResponderEliminar