En estos tiempos de pandemia generalizada, de reclusión
forzada y de presencia prohibida o regulada en nuestros templos seguimos
anhelando y reflexionando sobre la participación y celebración de la santa Misa.
Lo hacemos conducidos por el Padre Kentenich y sus charlas de los lunes a los
matrimonios de Milwaukee, en este caso inspirándonos en la charla del 11 de
marzo de 1957.
Aquel día les enunció los tres principios por los que nos
regimos en Schoenstatt al respecto. La semana pasada abordamos el primero,
Nulla dies ….., hoy traigo algunas reflexiones sobre el segundo. El Padre lo
explicaba así:
“El segundo principio reza: De sacrificio in
sacrificium. ¿Qué quiere decir esto? Tengo que reducir mi vida entera a un
día, y este único día está enmarcado por dos santas misas. Al comienzo de las
24 horas está la santa misa, y al final está la santa misa. ¿Qué quiere decir
el principio? Que las gracias que necesito para vivir de forma agradable a Dios
durante 24 horas las recibo a través de la santa misa. Lo que sucedió ayer no
me resulta más una carga, pues lo he depositado en el cáliz; y lo que sucederá
mañana no me inquieta todavía, pues de eso cuidará el Salvador mañana.
Como ven, esto es significativo: mi jornada diaria está
sostenida por la gracia de la santa misa. Por tanto, me acostumbro a vivir
siempre solamente por un día. El pasado ya no existe, el futuro no ha llegado
aún. Esto no significa que, por ejemplo, como hombre de negocios, no deba
reflexionar sobre lo que tengo que hacer mañana o dentro de medio año. Solo
quiero decir con ello que no me inquieto. Con el tiempo maduran las uvas. De
este modo solemos rezar también nuestra pequeña oración: «Oh Señora mía, oh
Madre mía, yo me ofrezco todo a ti… Te consagro en este día…».
Concentrarlo siempre todo en el hoy. Un auténtico schoenstatiano vive siempre
solo por un día. En el centro está la santa misa.”
En otras fuentes de la catequesis kentenichiana podemos informarnos con más exactitud sobre la forma y manera de vivir nuestro día en el espíritu de la Misa. Recordemos, por ejemplo, las estrofas de la ‘Misa del instrumento’ en el librito de oraciones ‘Hacia el Padre’. Allí rezamos, al finalizar la misa, las estrofas del ‘Envío’:
Desde el altar
nos dirigimos, Señor, a dar tu forma a la vida cotidiana.
Por todos los medios
queremos arrebatar el mundo y los corazones hacia el cielo, hacia el Padre.
Así como el pan y el vino
inmolándose se consagran a ti, en todas las cosas debe renovarse el o f e r t o r i o. |
Todo exclame en coro:
"Santo es Dios"; todo debe c o n s a g r a r s e, y ser y obrar santamente.
Todo sea c o m u n i ó n
en ti, Hijo de Dios, un festejo con el cielo y manifestación de la gloria divina.
Todo sea tu Reino,
e igual a ti, su Cabeza; todo alabe con alegría a la Trinidad en las alturas. Amén. |
En todas las cosas ‘renovar el ofertorio, obrar santamente consagrando todo, y hacer que todo sea comunión en y con Cristo Jesús’.
Al meditar sobre estos consejos del Padre Kentenich he recordado los primeros tiempos de nuestra formación en el Instituto de Familias de Schoenstatt. Fue en un retiro, Mayo de 1984. El Padre José Manuel López H., entonces en España, nos introdujo en el pensar del Fundador acerca del sacrificio de la Misa y la vida de cada día en nuestro matrimonio. El texto pertenece a la herencia de nuestro curso, lo titulamos “Eucaristía y matrimonio”, y pienso que a mis lectores les haré bien poder leerlo, meditarlo y llevarlo a la vida. El que así lo desee, puede encontrar el texto en el siguiente enlace. Aprovecho para agradecer una vez más al P. José Manuel, ahora en Chile, por todo el cariño que nos tenía.
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Para leer o escuchar el texto del retiro,
haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
"Lo que sucedió ayer no me resulta más una carga, pues lo he depositado en el cáliz; y lo que sucederá mañana no me inquieta todavía, pues de eso cuidará el Salvador mañana."
ResponderEliminarAyer en la oración familiar, me quedaron resonando las palabras: "Ayúdame a vivir de tal manera, que el morir sea fácil como corresponde a un heredero del cielo"... eso es vivir la misa también. El hoy, el presente, encierra una fuerza tremenda para la espiritualidad "de carne y hueso". Cómo me gusta este espacio, Paco! Gracias!!