No hay que
engañarse en el juicio acerca del tiempo y de las grandes potencias que actúan
en el presente. Y tampoco hay que engañarse acerca de lo que se puede esperar
de esa lucha. ¿Han percibido lo que quiere decir no engañarse en el significado
de la devoción mariana, el significado de la Santísima Virgen? En el tiempo
apocalíptico, María es la gran señal apocalíptica por antonomasia. En el
trasfondo, ella es la potencia que, en unión con Cristo, es atacada por la
potencia diabólica. Y ella es la que, como la gran Señal, llama poderosamente
la atención sobre sí misma y va en busca de instrumentos. No; no se trata aquí
de cosas secundarias, marginales. Lo mariano no es el centro, pero forma parte
del centro; no está al margen, a no ser que utilicemos la imagen del círculo:
en tal caso, la línea del círculo pertenece al círculo en igual medida que el
centro. En estos días queremos desechar también toda reserva; queremos trazar
con inexorable claridad lo que la imagen de María tiene que decir al tiempo
actual. (…)
Luchamos
para llevar la Iglesia a la otra ribera. Y ahora se plantea la pregunta:
¿cuáles son aquellas cosas esenciales que, en cualquier caso, deben rescatarse,
que para el tiempo venidero deben acentuarse con mayor fuerza aún que hasta el
presente? Entre estas cosas esenciales está la imagen de María. Por esa razón,
es traición a la Iglesia, traición al pueblo, traición al mundo entero, si
consideramos y tratamos lo mariano y, con ello, la declaración dogmatica de la
Asunción, como algo meramente secundario. (…)
La Santísima
Virgen se yergue hoy en el ámbito de la Iglesia católica, como signo de
contradicción. Este signo despierta o bien una respuesta afirmativa, o bien una
negativa. Ante él se dividen los espíritus. La figura de María es, por
consiguiente, el signo en el que se dividen los espíritus. Por tanto, ¡acabemos
con toda indiferencia! Y si no podemos superar esas indiferencias —superación
que, ciertamente, es y debe ser cada vez más nuestra tarea— queremos, entonces,
suplicar humildemente: hazme digno de alabarte, de ensalzarte; hazme digno de
llevarte al mundo. Hazme digno de tomar nuevamente sobre mis débiles hombros y
en mis débiles manos la gran misión que Schoenstatt tuvo desde el comienzo:
Madre tres veces Admirable,
enséñanos a combatir como luchadores
tuyos.
¿Perciben el
significado? Ésta es sabiduría antigua, espíritu del espíritu de los primeros:
Madre tres veces Admirable,
enséñanos a combatir como luchadores
tuyos,
y que, a pesar de la multitud
de poderosos enemigos,
en nuevos confines
los pueblos se pongan a tu servicio
Esta es
nuestra gran tarea:
para que el mundo por ti renovado
glorifique a tu Hijo Jesús.
Mientras
procuramos realizar esta tarea, se yerguen ante nuestra mirada espiritual las
grandes promesas que con tanto gusto escuchamos: "El que me halla, ha
hallado la vida, ha logrado el favor de Yahveh" (Pr 8,35). Los que me
sacan a la luz debidamente, los que son apóstoles míos, los apóstoles de la
devoción mariana, de la devoción mariana integral, poseerán la vida eterna.
Permítanme
interpretar, de modo diferente, la palabra "vida". Sabemos lo que
ella tiene que decirnos; conocemos la antigua tradición. ¿De qué vida se trata?
La vida es Cristo. "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6).
El que halla a María, llega a Cristo. La relación de María con Cristo es lo más
central de su vida. El que la halla, poseerá la vida.
Permítanme interpretar "vida" aún de otra manera, a fin de que no pierda nunca la idea central que quiero sostener firmemente en estos días. La "vida" puede significar también algo diferente. Puede significar un vivir natural y un pensar sano, natural, lo que aquí, en Alemania, sobre todo en los círculos académicos, ha desaparecido. "El que me halla, ha hallado la vida": un vivir sano, natural, y también un pensar sano, natural. Porque hemos perdido este modo de pensar y vivir sanos, no poseemos el correspondiente órgano para captar la imagen de María, la correspondiente facultad para captar la relación de las diferentes verdades entre sí.
Permítanme interpretar "vida" aún de otra manera, a fin de que no pierda nunca la idea central que quiero sostener firmemente en estos días. La "vida" puede significar también algo diferente. Puede significar un vivir natural y un pensar sano, natural, lo que aquí, en Alemania, sobre todo en los círculos académicos, ha desaparecido. "El que me halla, ha hallado la vida": un vivir sano, natural, y también un pensar sano, natural. Porque hemos perdido este modo de pensar y vivir sanos, no poseemos el correspondiente órgano para captar la imagen de María, la correspondiente facultad para captar la relación de las diferentes verdades entre sí.
(Texto tomado de: "Jornada de delegados de la Familia de Schoenstatt", 16 al 20 de Octubre de 1950 / «Semana de Octubre 1950» - Publicado en “Mit Maria ins neue Jahrtausend”, Schoenstatt-Verlag 2000 – Ver „La actualidad de María“).
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