miércoles, 31 de octubre de 2012

El carácter mariano de Schoenstatt



El carácter marcadamente mariano de nuestra Familia proviene de su historia. El mismo corresponde a las leyes de gobierno del mundo, de ordenamiento del mundo y de perfeccionamiento del mundo, y a la condición sensible de nuestra naturaleza humana.

En sabiduría y respeto por sus criaturas, Dios gobierna el mundo a través de causas segundas. Él tiene a bien hacer partícipes a las cosas y a las personas humanas de sus propiedades, derechos y poderes, y quiere que nosotros entreguemos a esas cosas y personas el amor y el apego que le corresponden a Él y que, a través de ellas, los transfiramos a Él. De esa manera surge un gran organismo de vinculaciones. El Dios infinitamente bondadoso creó en María un ser al que otorgó, en forma pródiga, sus propias cualidades. Por eso, Él quiere y desea que nos sirvamos de María como de un lazo santo, vinculándonos íntimamente a ella para ser así llevados con ella hacia lo alto, hacia su corazón.

Como nuestra naturaleza no es meramente espiritual, sino también sensible, su hambre de eternidad se exterioriza en un fuerte anhelo por seres transparentes de Dios. El omnipotente, infinitamente bondadoso y omnisciente toma en cuenta, de múltiples maneras, esa necesidad. Él nos envió a su Hijo unigénito, en quien se nos presenta el rostro del Padre celestial vuelto hacia nosotros. Él nos dio la multitud de los santos. También ellos tienen, a su manera, la misma tarea. Y en la misma línea se encuentra la persona de la santísima Virgen. Habiéndola creado Dios "como en un éxtasis", ella es, en forma preclara, un espejo de las perfecciones divinas. El que la contempla y se regala a ella, se sabe profundamente en la cercanía de Dios, se siente estremecido ante su grandeza y atraído hacia su corazón en forma sencilla y eficaz. Por propio oficio ella es para nosotros la portadora, dadora y servidora de Cristo y de Dios. El que la encuentra, encuentra la vida y obtiene la salvación del Señor (cf. Pr 8,35).

Esta posición objetiva de María en el plan de salvación se pone de manifiesto, con extraordinaria intensidad, en la historia de nuestra Familia: la bendita entre las mujeres es a quien la Familia debe su origen, y ella es al mismo tiempo parte integrante de su meta. Y ella ilustra también en forma gráfica todo su método de trabajo.

Todo lo que se ha dado en la Familia ha surgido en dependencia consciente de su intercesión y de su ejemplo. Por eso nos agrada llamarla nuestra fundadora, nuestra señora, nuestra reina. Y todos nuestros anhelos y esfuerzos se orientan a sabernos interiormente dependientes de ella. ………………..

El hecho de que la Familia se haya vinculado tan profunda y orgánicamente a María es la razón por la cual permaneció siempre receptiva y abierta a lo divino y luchó con éxito por una gran intimidad con Cristo y por un amor filial al Padre. Y si guardó siempre una sana medida y una vigorosa profundidad en su actitud litúrgica, se debe, una vez más, a su vinculación y actitud marianas. ……………….

Pero no nos damos por satisfechos sólo con orientarnos constantemente por la Santísima Virgen como modelo e intercesora: de acuerdo a la intención de Dios, ella puede y debe ser también fin parcial orgánico de nuestra labor apostólica. Así corresponde al espíritu del Acta de Fundación y a la historia toda de nuestra Familia.

(Texto tomado de: "Palabras de Oportunidad" ("Worte zur Stunde"), del 18 de Octubre de 1939. Plática considerada por el Fundador y su obra como la segunda Acta de Fundación. Publicado en "Mit Maria ins neue Jahrtausend", Schoenstatt-Verlag 2000 - Ver: "La actualidad de María").

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