Bautizar la técnica.
Para nosotros como jefes rige la consigna de adherir
fervorosamente a Schoenstatt desde el punto de vista de que queremos construir
un nuevo orden social. Lo que queremos no es sentarnos en nuestro pequeño
cubículo y rezar, ni encarnar el benedictinismo en nuestras filas y llevar una
serena vida interior. Sin duda, eso también lo queremos, pero solamente para
llegar a ser, en última instancia, conquistadores del mundo, para representar
de nuevo a Colón, construir un mundo nuevo y ponerlo a los pies de Dios,
participar en la gran misión que tiene la santísima Virgen en el tiempo actual.
¿Cuál es, desde ese punto de vista, nuestra tarea frente
a la técnica? Permítanme que se lo diga claramente: no queremos asesinar la
técnica ‒nosotros también utilizamos los frutos de la técnica‒
sino que, para retomar una antigua frase, tenemos que bautizar la técnica.
¿Qué significa eso, en la práctica? Significa que todo lo
grande que ha concebido la mente humana, lo que ella ha inventado, ha creado,
lo que ha hecho surgir creativamente, todo eso queremos incorporarlo en los
grandes planes del Dios trino.
¿Qué tenemos que procurar? Que también la técnica y el
hombre técnico, la sociedad técnica, vuelva a comprender esta frase: el mundo
es siempre una imagen del Dios trino, y la misión del mundo de mañana es
exactamente la misma que tenía en el pasado. No queremos ser seguidores de la
máquina, sino utilizar todo lo mecánico para llegar a ser seguidores de Dios y
seguidores de Cristo. Podrá el ser humano crecer sin límites: nosotros queremos
alegrarnos de eso. Verdaderamente, el ser humano ha logrado cosas enormes.
Pienso, incluso, que quien comprenda en cierta medida
todas estas cosas se derrumbará, experimentándose como una pequeña nada,
aplastado por todo lo grande que hay en la creación y por el hecho de que el
hombre lo haya transformado y el modo en que lo ha hecho. Pero, por el otro
lado, no olviden esto: Deus semper maior [Dios siempre es más grande].
Nosotros somos pequeños y nos sentiremos cada vez más pequeños.
J. Kentenich, 14 al 18.10.1967, en Oktoberwoche
1967, 136 s.
¿Dominar o dejarse dominar?
Entonces ¿hemos de retroceder a la Edad Media, sacar las
líneas férreas, cortar los cables telegráficos, dejar la electricidad a las
nubes, devolver el carbón a la tierra, cerrar las universidades?
No ¡nunca! ¡No queremos, no debemos ni podemos hacer eso!
Por lo tanto ¡adelante! Sí, avancemos en la exploración y conquista de nuestro
mundo interior por medio de una consecuente autoeducación. Cuanto más progreso
exterior, tanto mayor profundización interior. Esta es la llamada, ésta es la
consigna que se da en todas partes. […]
En adelante ya no debemos permitir que nuestro saber nos
esclavice, sino que debemos tener dominio sobre él. […] ¡Por eso: autoeducación!
Adicción.
La adicción […] es una cadena de esclavitud. Es una
carencia de libertad personal.
J. Kentenich, 13.01.1958, en Am Montagabend,
t. 7, 221
¿Siempre viendo la televisión?
Si nosotros también comenzamos a hacerlo como la mayoría
de las familias hoy en día, que están siempre viendo la televisión […], la
familia se verá destrozada. [Sus miembros] se volverán extraños unos de otros.
J. Kentenich,
01.10.1956, en Am Montagabend, t. 3, 297
¿Es preciso que vea todo?
Y mis ojos tienen que ver todo. Entonces, naturalmente,
tengo mi televisor, que está siempre funcionando cuando estoy en casa. Y
precisamente las cosas más atractivas son las más importante para mí. ¿Se dan
cuenta? ¡Detrás de eso no hay fuerza alguna! No hay personalidad alguna.
J. Kentenich,
13.08.1956, en Am Montagabend, t. 3, 146
Deshacerse de las imágenes que representan una carga.
¡Cuántos de nosotros estamos muy cansados corporal y
psíquicamente por el trabajo! Cuanto mayor es la exigencia y la carga que
experimenta en ello el campo consciente, con tanto mayor facilidad puede
producirse una irrupción de las imágenes encerradas en el subconsciente tan
pronto como cede la sobrecarga del consciente. Es como con un barril lleno.
Aunque solo se lo llene de a gotas, finalmente, termina por desbordar en cuanto
está lleno. […]
Por de pronto, tenemos que procurar que ciertas cosas no
entren en el subconsciente, que no puedan ser absorbidas tan fácilmente en el
alma. Pero, una vez que están, debemos procurar que pronto sean expulsadas de
nuevo (= procesadas). […]
Contemplar imágenes buenas. Hay que introducir en el
subconsciente pensamientos positivos, imágenes buenas. Pero no de forma compulsiva.
J. Kentenich, 1927, en Allgemeine Prinzipienlehre,
63 s. (Ein Durchblick in Texten, t. 1, 239)
No hay comentarios:
Publicar un comentario