La educación de los muchachos
(La próxima semana publicaremos la reflexión sobre la educación de las chicas)
Una fantástica disposición para la crítica.
La reflexión del adolescente sobre sí mismo desemboca muy
pronto en una disposición casi fantástica para la crítica. El varón adolescente
está predispuesto ante todo a la crítica en cuanto a lo «verdadero». Se
convierte en filósofo. Su tanteo en búsqueda de la verdad absorbe todas las
cuestiones: su propia vida, el nacimiento, la muerte, la vida sexual, la
libertad.
¿Dónde están las causas? Una de ellas, que no raras veces
genera ansiedad en jóvenes escépticos, es la sinceridad de los adultos. Si en
esa edad el educador no es sincero hasta en los mínimos detalles, puede
provocarle muchas luchas al varón adolescente.
Recuerdo en este punto mi propio desarrollo. Yo era un
escéptico nato. Lo fui hasta la ordenación sacerdotal. Estudiaba mucho, a
menudo hasta entrada la noche. Leía todo tipo de cosas, pero no llegué a ser
más maduro por ese camino. Me uní a uno que era mayor. Una vez comprobé que
había incurrido en una exageración. El resultado fue el siguiente: si no puedes
creerle en ese punto, tampoco puedes hacerlo en otras cosas.
Dar respuesta.
Esto es lo más necesario: que como jóvenes encontremos a
una persona ante cuya autoridad nos inclinemos instintivamente. Conozco a un
muchacho que no encontró a nadie que pudiese resolver sus dudas. Los mismos
profesores mostraron a menudo su lado flaco. La consecuencia fue que el joven
tuvo que luchar durante muchos años con la fe. ¿No lo han notado ustedes
mismos? Los que menos saben son los que más insisten en su autoridad. Cuanto
más lo hacen, tanto más irritan el entendimiento y, de ese modo, empujan al
muchacho a una soledad cada vez más profunda. El despertar de la disposición
para la crítica es algo edificante, grato. Por eso, no inquietarse cuando el
varón adolescente ya no cree, cuando se vuelve crítico. No es un brote salvaje
si presenta dificultades. Ante todo, no es más que el sano despertar del alma.
Si el alma no hubiese despertado, no podría realizar nada grande en el futuro,
no podría imponerse. Este período de la disposición para la crítica es
solamente un estadio transitorio en el que el muchacho manifiesta gusto y amor
por los juegos del pensamiento, por el ajedrez. Justamente en ese tiempo tengo
que dar respuesta a las preguntas del muchacho. Por lo común, esta disposición
para la crítica no se expresa en el muchacho en un apasionamiento, pues tiene
su correctivo en las muchas exigencias de la vida.
Sin embargo, hay tipos para los cuales el afán de crítica
es un peligro permanente. ¿Dónde reside su curación? Solo en que se vean
arrojados a la vida y tengan que trabajar y luchar. Solo se curarán cuando
hayan podido comprobar la verdad en la vida.
Pero ¿dónde reside el sentido profundo [de todo esto]?
Búsqueda de seguridad.
Primer sentido: no es más que la expresión de un
sentimiento de vida sano. Podemos contenerlo, pero no cercenarlo.
Segundo sentido: es la búsqueda de seguridad en sí mismo.
¿Por qué se habla tanto? Para estar seguro de que otros
lo comprenden a uno. Por eso [en el muchacho] no hay cesión alguna. Solo
comprendo lo que he reconocido. Soy ciego para las razones de los demás. ¿Por
qué se confía tan ciegamente en la tesis del profesor? Es la necesidad de
seguridad para sí mismo. El muchacho adolescente no puede soportar a la larga
la inseguridad constante. Por eso, tanto para el educador como para el educando
parece importante estar ante todo muy identificado con una dirección muy determinada
antes de procurar conocer las otras.
Tercer sentido: A menudo puede no ser nada más que un
bello espectáculo. Pero eso es muy exterior. Mucho más importantes eran los
otros dos puntos.
J. Kentenich, septiembre de 1926, en Zur
Psychologie der Jugend. Seelenführerkurs, 50 ss.
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