La pedagogía de movimiento lleva por el camino del movimiento hacia una meta a la que se aspira a llegar. Muchas veces, la meta hay que mantenerla «in mente» y, primeramente, percibir qué es lo que mueve interiormente al otro, al grupo ‒o a uno mismo‒. Si la comprensión se establece, pueden emprenderse pasos hacia la meta de manera efectiva.
¿Qué
mueve interiormente a las personas?
Si se quiere interpretar a partir de las almas el deseo y
la voluntad de Dios hay que mantener un contacto cuidadoso y constante con
ellas, hay que comprender, abrir las almas, leer en ellas y llevar lentamente
lo que se ha captado a la Familia [= comunidad] en su conjunto. Esta es la
única manera en que crece a la larga una atmósfera de comunidad sana y con la
impronta de Dios.
Nuestros jefes tienen que realizar el más minucioso
trabajo de hormiga y, sobre todo, cultivar […] el contacto interior. […]
Para mí personalmente ha sido siempre una obviedad, antes
de dictar un curso, intercambiar por lo menos un par de palabras con alguno de
los participantes a fin de tener la ocasión de arrojar una mirada rápida al
fondo del alma de modo de descubrir qué corrientes espirituales están vivas en
ella. Y durante la conferencia se me había convertido en segunda naturaleza
interpretar a partir del brillo de las miradas lo que ocurría en las almas a
fin de enlazar con ello y, de ese modo, seguir trazando y dibujando las líneas
de forma lenta pero segura y ayudar así a crear una gran atmósfera de comunidad
en la que el individuo se sintiese a gusto y por la que fuese arrastrado y
formado.
J.
Kentenich, 09.12.1953, en Mach heimisch in ihr Führerfähigkeiten (manuscrito),
Hablar
con cercanía a la vida.
Dicho sea de paso, desde el punto de vista pedagógico es
siempre importante que en sus conferencias les muestren a sus oyentes cómo son
ellos realmente, o sea, no dictar conferencias siguiendo libros, sino a partir
de la vida, tener contacto con la vida. Ustedes pueden leer en los ojos si el
muchacho ha comprendido lo que ustedes han dicho, si [su mensaje] le ha
llegado.
J. Kentenich,
27.02.1952, en Brasilien-Terziat (manuscrito)
Comprensión
pedagógica significa:
Primero, que yo piense con aquello que dice mi
interlocutor.
Segundo, presupone una resonancia de mi alma. Esto es muy
esencial. Si me limito a escuchar, a elaborar conceptualmente lo que quiere
expresar mi interlocutor, entonces no podemos hablar de una comprensión
pedagógica. En mí tiene que resonar lo que suena en mi interlocutor. No es
necesario que yo mismo lo haya experimentado: no tengo que haber yacido yo en
el lodo si el otro yace en el lodo.
Tercero, un decir sí, por lo menos al punto de vista de
mi interlocutor.
Cuarto, ciertamente también una fe, y una fe sincera en
el valor de aquello que mi interlocutor persigue y quiere.
Quinto, una fe firme en la misión personal de mi
interlocutor.
J. Kentenich, 21.05.1932, en Marianisch-pädagogische
Tagung (manuscrito), 336 s.
Mover
hacia una meta.
En el proceso pedagógico hay que transmitir valores. Los
valores son una meta consciente o inconsciente. El padre Kentenich da al
proceso de apropiación de valores el nombre de «pedagogía de movimiento»:
moverse con el educando hacia una meta.
Ahora cabe preguntarse: ¿cómo puedo acercar todos esos
valores lo más posible al alma? Ahora viene el psicólogo, que quiere captar los
aspectos más fundamentales. En última instancia, se trata del conjunto de
cuestiones que giran en torno a estos dos pensamientos: ¿cómo puedo acercar al
alma estas cosas, estas verdades, primero, en el plano del conocimiento?; y,
segundo, ¿en el plano de los impulsos?
En el plano del conocimiento.
¿Cuándo ocurre que una verdad incida desde el punto de
vista del conocimiento en lo más profundo de mi interioridad?
Primera posibilidad: por ejemplo, salgo a pasear o paso
en vehículo y leo en el diario: en tal mina de carbón se ha producido una gran
desgracia. ¿Producirá ese conocimiento una gran impresión e influencia en mí?
Probablemente, no.
Segunda posibilidad: leo la edición del mediodía. Las
distintas escenas se describen allí de la forma más drástica y cercana a la
vida que se pueda. ¿Producirá esa descripción una impresión profunda en mí? Sí.
¿Por qué? Porque ahora el objeto me es acercado desde el punto de vista del
conocimiento.
Tercera posibilidad: mientras paso por el lugar, de
pronto se produce una explosión. Allí el objeto está lo más cerca posible de mí
y, sin duda, producirá en mí una impresión profunda.
Del mismo modo queremos hacerlo nosotros con las verdades
sobrenaturales. Tenemos que desmenuzar de tal modo los distintos conjuntos que
se nos acerquen lo más posible.
En el plano de los impulsos.
Tenemos que acercar esas verdades al alma también en
cuanto a los impulsos. Es decir, esas verdades, esos valores deben dar también
una respuesta al instinto de felicidad que quiere desplegarse en mí. […]
Puedo recordar que, cuando hace años viajé a través de
Suabia […]un sacerdote dijo lo siguiente: hace tiempo ya que predico sobre la
filiación divina, pero con un éxito cada vez más fugaz. […] Es importante que
yo presente esas verdades de tal manera que sean una respuesta a una necesidad.
[…] Esas verdades y valores tienen que dar alguna respuesta a un impulso en
nosotros.
J. Kentenich, 28 al 31.05,1931, en Ethos und Ideal
in der Erziehung, 224 s.
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