viernes, 29 de marzo de 2024

JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos, Señor Jesús, … que has muerto por nosotros en la cruz.


Ahora estás suspendido
entre cielo y tierra
para que surja una nueva creación de amor.
Tú, el Dios Omnipotente,
estás allí tan inefablemente pobre,
porque tu amor es tan hondo y es tan cálido.

Para conducirnos rápido y seguros hacia ti,
moribundo nos quieres regalar tu Madre:
"¡Ahí tienes a tu Madre!"
"¡Ahí tienes a tu hijo!"
Así resuenan tus palabras desde la cruz,
tu trono de Rey.

Los hombres que se aferran a sus bienes,
a sus posiciones que fácilmente desplazan
la verdadera imagen de Dios,
ellos te clavan
al madero del desamparo y la ignominia,
el que con fuerza sacude y despierta las conciencias.

Aquellos que prescinden de María,
Quien, según el plan del Padre,
siempre debe estar junto a ti,
no comprenden
la plenitud de tu Obra,
no captan la totalidad de su fuerza y de su luz.

Mirar con amor tu cruz me sirva cada vez
para no confiar más
en el dinero y en los bienes materiales,
y poder así con facilidad, entregarme totalmente
a ti y a María Madre,
con el corazón y el, pensamiento.

Por ti, Señor Jesús, con María, tu Madre y Esposa,
la que vence la Serpiente pisando su cabeza,
concédenos ser, en el Espíritu Santo,
instrumentos del Padre,
para construir aquí en la tierra
su Reino de Amor. Amén.

Del Via Crucis del ‘Hacia el Padre’, pág. 102/103 

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