Meditación
El tipo
de meditación, tal como es popular entre
nosotros, no es de orden secundario: posgustar y examinar las misericordias divinas
y las miserias humanas, o examinar previamente y pregustar con vistas hacia el futuro
es hoy en día esencial, más esencial que antes.
J. Kentenich, 22 de
noviembre de 1965, en
Rom-Vorträge
17.-23.11.1965, 166
Tenemos
que reunir un saber experiencial. ¿Qué significa eso? ¡Adentrarse en la propia
historia de vida! Saber experiencial. ¿Acaso no he experimentado innumerables
veces la conducción misericordiosa de Dios en mi vida? Ahora solo necesito
recordarlo que muchas veces decimos sobre el tipo de meditación preferido.
¿Cómo hemos de meditar? Queremos nadar en el mar de las misericordias de Dios y
de las propias miserias a partir de la propia vida. ¿Dónde me ha mostrado Dios
que tiene mi vida en sus manos? Posgustar, examinar. ¿Posgustar qué cosa? Las
mise5ricordias divinas y las miserias personales. (…..) Este tipo de meditación
podemos y deberíamos aplicarlo todos aunque no tengamos mucho tiempo. Son cosas
que, probablemente, ya hemos considerado en común. Podemos hacerlo estando de
viaje, cuando vamos en el tren o dondequiera que estemos. Estas son las cosas:
hacer una retrospectiva y, después, mirar dentro de nuestra vida.
J. Kentenich, 19 de
agosto de 1967, en Es geht dich an, t. 2, 198 s.
Llevarse a la boca un
caramelo: meditar, posgustar
Pienso
que debería pedirles una vez más que intenten realmente introducir pausas en su
labor cotidiana, retirarse alguna vez a fin de interiorizarse en sí mismos.
Pero no estoy pensando en tomar un libro y repetir lo que el autor del libro
les dice, ni tampoco en rezar el rosario, sino en llevarse un caramelo a la
boca. ¿Quién es el caramelo? Dios. Ahora, de alguna manera “chupo”, disuelvo y
trago a Dios. Esto es lo que yo llamo tiempos de reflexión: es ocio, reflexión
sobre sí mismo. Y, después: caminar hacia Dios en la vida cotidiana.
Si lo
hacen, con el tiempo les resultará fácil lograrlo también en las cosas
cotidianas. Antes se lo llamaba “meditación”. Nosotros lo llamamos tiempos de
reflexión, tiempos de posgustación. Peero ¿qué es lo que degusto? ¡Degusto a
Dios, a Dios, siempre a Dios! Se trata siempre de Dios. Es que no lo conocemos.
Decimos todo tipo de cosas sobre él, pero todo es aprendido, solamente
aprendido. (…..)
Ahora
él me envía, por ejemplo, pobreza, enfermedad. ¿Qué he de hacer ahora de nuevo?
Siempre lo mismo: se trata de un regalo de amor de Dios, de requerimientos de
amor de Dios. ¿Y cuál es mi respuesta? Posgustar a Dios, él me desprende de
todo lo terreno y me impulsa más a adentrarme en Dios. (….)
Se
trata de poner todas las cosas, todos los valores en relación con Dios y de
utilizarlos como escalera hacia Dios.
Reservar un tiempo de
reflexión cada día
No les digo
que ustedes deberían realizar meditaciones de horas de duración. No: tenemos
que encontrar a Dios en la vida cotidiana, en nuestra vida cotidiana. Pienso
que, entonces, ustedes deberían reflexionar cómo pueden logarlo de la mejor
manera.
También aquí
me permito decirles, una vez más: si no acostumbran a establecer para cada día
un tiempo de reflexión – pero en la forma que les he dicho -, no creo que lo
logren. ¿Por qué? Porque entonces no es más que una bonita idea. Se dice de inmediato:
sí, lo haré. Pero si el amor no se cultiva de alguna manera …..Tengo que
cultivar el amor, entonces produce efectos. No se da por sí solo que yo pueda
lograrlo, sobre todo en un tiempo como el nuestro, que ya no conoce más este
tipo de prácticas.
J. Kentenich, 19 de mayo de 1958, en Am Montagabend, t. 9, 97
"Tengo que cultivar el amor, entonces produce efectos. No se da por sí solo que yo pueda lograrlo, sobre todo en un tiempo como el nuestro, que ya no conoce más este tipo de prácticas." Qué texto lindísimo. Para leerlo todos los días y que nos ayude a posgustar a Dios...
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