viernes, 26 de enero de 2024

SEGUIR EL RASTRO DE DIOS: LA VIDA DE ORACIÓN

Cuando vayan ahora a casa caminando, o cuando tengan un par de minutos de tiempo, o cuando vayan en el coche o en el tranvía, o cuando hagan no sé qué otra cosa estando tranquilos, consigo mismos,        […] reflexionen: ¿qué sucedió a lo largo del día de ayer? ¿Qué vivencias he tenido ayer? Por ejemplo,      en mi negocio: he tenido que vérmelas con mis trabajadores, ¡y qué difícil me han hecho la vida! ¿Qué hago ahora? Me pregunto: ¿es eso casual? (….) Para mí, la pregunta ahora es: Dios querido, ¿qué estás queriendo decirme? Por lo pronto tengo que decir que él está detrás (de lo sucedido). (….) Por ejemplo, la dureza con la que mis trabajadores me han tratado hoy. Ya es un gran avance que yo me diga: Dios está detrás (de eso). Y aunque solo lo haya permitido. Ahora viene la gran pregunta: Pues bien, Dios querido, ¿qué quieres propiamente con ello?

Verán: de otro modo, tal vez vaya en mi coche y piense: he hecho negocios. ¿No podrás ganar mañana un poco más? (En cambio,) ahora voy en el coche y mantengo trato con Dios. Pero de manera totalmente sencilla. Dios querido, ¿qué quieres decirme propiamente con ello? Y ahora tienen que pensar qué es lo que él les quiere decir: ¡Oh, Dios puede decir muchas cosas con pocas palabras! Tal vez quiera decirme: “Un momento: a veces eres terriblemente duro en tu vida. Ten cuidado, tienes que superar esa dureza en ti. ¡Y cuántas personas han sufrido ya bajo tu dureza!”

¿Lo ven? Entonces habré puesto la escalera para el entendimiento (….) Ahora hay que poner la escalera también para el corazón. ¿Qué significa eso? Lee regalo a Dios mi corazón y digo: Dios querido, tienes que ayudarme a que mi corazón también permanezca puro, que no me dé a los demás de forma dura, cruel y desmotivada. Entonces habré permanecido totalmente en el suelo, el terreno de la vida cotidiana, pero, al mismo tiempo, habré ascendido muy alto, hasta Dios.

J. Kentenich, 7 de mayo de 1956, en Am Montagabend, t. 2, 161 ss.

   

2 comentarios:

  1. Tener presente a Dios en cada hecho, en cada lugar... qué gran cosa, qué gran dificultad para el espíritu no entrenado... gracias Paco!

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  2. Me es fácil dar gracias a Dios por los pequeños y grandes regalos que me hace cada día pero me es muy difícil verle en la dificultad. Compartir convel esos momentos e intentar descifrar su voluntad.

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