viernes, 12 de enero de 2024

LA ORACIÓN EN FAMILIA ALIVIA LAS TENSIONES

La oración en familia es la llave para el día y el candado para la noche. Para la noche necesitamos un candado, pues, de otro modo, tenemos miedo: si no cerramos, ¡podría entrar alguien en la casa! Pero también necesitamos una llave para el día.

En toda vida de familia hay tensiones. Para referirnos a ellas solemos decir que tales cosas pasan en las mejores familias. Y así es: dondequiera que haya seres humanos se manifiesta la humana fragilidad. Lo mismo sucede también en la familia religiosa. La oración en común en la familia alivia las tensiones, y de forma totalmente natural, espontánea; alivia tensiones a mi izquierda y a mi derecha. Supónganse que, con mi hijo, mi hija, mi esposo, con quienquiera que sea, hemos tenido un altercado —¡y prolongado!—. De ese modo, la atmósfera de la familia se purifica gracias a la oración.

J. Kentenich, 25 de agosto de 1963, en

Aus dem Glauben leben, t. 9, 75

 

Un tú grande y concreto se encuentra en mí y a mi alrededor

Tengo que esforzarme por mantenerme siempre de forma muy sencilla y serena en relación con el gran Dios que está presente a mi alrededor. Procuren responder a todo lo que Dios les envíe con un acto correspondiente.

Conversarlo todo con el Dios que está presente no significa fantasear en el aire, en un espacio vacío: es darme cuenta de que mi yo concreto se encuentra frente al Dios grande y concreto. Un tú grande y concreto se encuentra en mí y a mi alrededor. De forma sencilla, simple, casi infantil tienen que comentar con Dios todo lo que llegue a su vida.  En todas partes tienen que ver su mano, su mano bondadosa, su mano de Padre.

 

J. Kentenich, 4 de noviembre de 1934, en Friedrichroda, Turingia 

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