viernes, 25 de agosto de 2023

ATMÓSFERA EN EL HOGAR

Para concluir sus reflexiones sobre la ética del instinto sexual el Padre Kentenich añade en esta ocasión algo sumamente importante para los padres y educadores, la importancia de la atmósfera en el hogar y la importancia de la oración.

Pedagogía del instinto sexual

"Naturalmente, con esto tocamos un capítulo que carga una enorme responsabilidad sobre nosotros como educadores actuales, como padres actuales. Todos lo sabemos, ¿no es verdad?: La cultura actual está tan fuertemente impregnada por lo sexual que es extraordinariamente difícil preservar la pureza de estado en nuestros hijos. Y si sabemos la importancia que tiene la pureza a lo largo de toda la vida, para todos, en especial para nuestros hijos, comprenderemos cómo es natural que nos sintamos interiormente llenos de angustia. […]

Si en general hoy nos encontramos desvalidos frente a la educación, lo estamos de forma eminente frente a la educación a la pureza. Y creo que debería pedirles también que tomen consciencia de que la Santísima Virgen quiere realizar de manera excepcional esa tarea con nosotros, a través de nosotros y por nosotros. Ya solamente esta profunda convicción de que la Santísima Virgen hace esto significa realmente una cierta tranquilidad y liberación interior. […]

Importancia de la atmósfera y de la oración

Hablar no produce este efecto; por el contrario. Solo tenemos que procurar que en la casa reine la atmósfera apropiada. Esto es mucho más importante que hablar siempre de nuevo sobre estas cosas. Pueden estar convencidos de que la Santísima Virgen quiere [realizar] una pieza de maestría en nuestros hijos. Por eso, por un lado, hagámoslo objeto de nuestra petición confiada; y, segundo, no estará de más que introduzcamos también a nuestros hijos a que, desde [pequeños], pidan cada noche —o, mejor aún, cada noche y cada mañana— la gracia de la pureza […].

Esto es costumbre en el conjunto de la Familia [de Schoenstatt]: hay dos pequeñas oraciones que nos gusta rezar y que hacemos rezar a nuestros hijos. La primera, que ustedes ya conocen, es la oración de alianza: «Oh Señora mía, oh Madre mía…». Si hasta ahora ya lo han hecho, pienso que en el futuro deberían hacerlo aún más partiendo de esta conciencia: de esa manera encomendamos a la Santísima Virgen sobre todo la pureza de nuestros hijos. De modo que ella cuidará de que el corazón del niño siga siendo siempre un santuario de la MTA. No es necesario que esté diciéndole siempre a mis hijos que esa es la razón.  Simplemente, tiene que hacerse vida. Pero mantengo la costumbre.

Y después, una segunda oración. No sé si ya la habrán rezado alguna vez:

 

«Dios te salve, María,

por tu pureza conserva puros mi cuerpo y mi alma;

ábreme ampliamente tu corazón

y el corazón de tu Hijo.

Concédeme un profundo conocimiento de mí mismo

y la gracia de la perseverancia y de la fidelidad hasta la muerte.

Dame almas,

confíame a las personas

y todo lo demás tómalo para ti.

Amén»

Esta es la pequeña oración que yo hice para mí cuando era un niño. En esa oración está contenido todo lo que la Familia entera ha [realizado] más tarde; [en ella] está contenido todo el espíritu de la Familia. Valdría la pena exponerlo alguna vez, pero no quiero hacerlo ahora. Escuchen, pues: se trata de una oración sencilla, muy pequeña. En ella está contenida la alianza de amor: «Ábreme ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo»."

 

J. Kentenich, 10 de febrero de 1964, en Am Montagabend, t. 29, 301 ss. 

1 comentario:

  1. Me gusta muchísimo este blogspot. Sus reflexiones son de gran ayuda y sus enseñanzas nos hacen ser mejores personas. Mil gracias. Virginia

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