Para concluir sus reflexiones
sobre la ética del instinto sexual el Padre Kentenich añade en esta ocasión algo
sumamente importante para los padres y educadores, la importancia de la
atmósfera en el hogar y la importancia de la oración.
Pedagogía del instinto sexual
"Naturalmente, con esto tocamos
un capítulo que carga una enorme responsabilidad sobre nosotros como educadores
actuales, como padres actuales. Todos lo sabemos, ¿no es verdad?: La cultura
actual está tan fuertemente impregnada por lo sexual que es extraordinariamente
difícil preservar la pureza de estado en nuestros hijos. Y si sabemos la importancia
que tiene la pureza a lo largo de toda la vida, para todos, en especial para
nuestros hijos, comprenderemos cómo es natural que nos sintamos interiormente
llenos de angustia. […]
Si en general hoy nos
encontramos desvalidos frente a la educación, lo estamos de forma eminente
frente a la educación a la pureza. Y creo que debería pedirles también que
tomen consciencia de que la Santísima Virgen quiere realizar de manera
excepcional esa tarea con nosotros, a través de nosotros y por nosotros. Ya
solamente esta profunda convicción de que la Santísima Virgen hace esto
significa realmente una cierta tranquilidad y liberación interior. […]
Importancia de la atmósfera y de la oración
Hablar no produce este efecto;
por el contrario. Solo tenemos que procurar que en la casa reine la atmósfera
apropiada. Esto es mucho más importante que hablar siempre de nuevo sobre estas
cosas. Pueden estar convencidos de que la Santísima Virgen quiere [realizar] una
pieza de maestría en nuestros hijos. Por eso, por un lado, hagámoslo objeto de
nuestra petición confiada; y, segundo, no estará de más que introduzcamos
también a nuestros hijos a que, desde [pequeños], pidan cada noche —o, mejor
aún, cada noche y cada mañana— la gracia de la pureza […].
Esto es costumbre en el
conjunto de la Familia [de Schoenstatt]: hay dos pequeñas oraciones que nos
gusta rezar y que hacemos rezar a nuestros hijos. La primera, que ustedes ya
conocen, es la oración de alianza: «Oh Señora mía, oh Madre mía…». Si
hasta ahora ya lo han hecho, pienso que en el futuro deberían hacerlo aún más
partiendo de esta conciencia: de esa manera encomendamos a la Santísima Virgen
sobre todo la pureza de nuestros hijos. De modo que ella cuidará de que el
corazón del niño siga siendo siempre un santuario de la MTA. No es necesario
que esté diciéndole siempre a mis hijos que esa es la razón. Simplemente, tiene que hacerse vida. Pero
mantengo la costumbre.
Y después, una segunda
oración. No sé si ya la habrán rezado alguna vez:
«Dios te salve, María,
por tu pureza conserva puros mi cuerpo y mi alma;
ábreme ampliamente tu corazón
y el corazón de tu Hijo.
Concédeme un profundo conocimiento de mí mismo
y la gracia de la perseverancia y de la fidelidad
hasta la muerte.
Dame almas,
confíame a las personas
y todo lo demás tómalo para ti.
Amén»
Esta es la pequeña oración que yo hice para mí cuando era un niño. En esa oración está contenido todo lo que la Familia entera ha [realizado] más tarde; [en ella] está contenido todo el espíritu de la Familia. Valdría la pena exponerlo alguna vez, pero no quiero hacerlo ahora. Escuchen, pues: se trata de una oración sencilla, muy pequeña. En ella está contenida la alianza de amor: «Ábreme ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo»."
J. Kentenich, 10 de febrero de 1964, en Am Montagabend, t. 29, 301 ss.
Me gusta muchísimo este blogspot. Sus reflexiones son de gran ayuda y sus enseñanzas nos hacen ser mejores personas. Mil gracias. Virginia
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