viernes, 9 de julio de 2021

Dignidad de padre

Una vez presentadas las principales tareas educativas del padre, nuestro fundador hace referencia a la ‘Jornada Pedagógica’ que él mismo diera en Schoenstatt en el año 1950, aportando a su ‘Estudio’ de 1964 textos de la misma.

La jornada se tituló “Un esbozo de una pedagogía moderna para el uso del educador”. Hoy podemos nosotros leer los textos de las charlas, y estudiarlos también, en un libro titulado “Pedagogía para educadores católicos”, editado por las Hermanas de María de Florencio Varela, Buenos Aires, en la ‘Colección Grandes Jornadas’.

En la ‘Duodécima conferencia’, páginas 205-221, el Fundador investiga cómo se pone de manifiesto concretamente la conciencia de ser padre cuando ella se arraiga en la paternidad divina. Responde: en la conciencia de una singular dignidad de padre y en una vigorosa actividad como padre.

Hoy me detengo en el texto referido al apartado de la dignidad de padre.

La dignidad de padre se mide utilizando como patrón la dignidad del eterno Padre Dios. Aquellas palabras de Jesús: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48) resuenan a los oídos de todo auténtico cristiano plenas de majestad y belleza. Si hay alguien a quien esta exhortación esté dirigida especialmente, ése es el padre humano. Precisamente porque él comparte y experimenta, como Dios Padre, la realidad de engendrar. “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.” El padre humano es en todo sentido (de acuerdo con su vocación y según sus posibilidades) el más maravilloso transparente del eterno Padre Dios y el más directo. Es adecuado, entonces, examinar las cualidades del Padre eterno y meditar sobre cómo esas cualidades pueden aplicarse también al padre humano.

Inmutabilidad

Dios Padre se nos aparece como absolutamente inmutable. En el Apocalipsis se lee lo siguiente: “Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono” (Ap 4, 2). Dios Padre es el único que no está en movimiento. Todo el cielo se halla en continuo movimiento, pero el que está sentado en el trono permanece allí en reposo inmutable.

Los jesuitas aplican a su Padre General el siguiente principio: “Primus motor non movetur”, vale decir, no debe moverse aquel que es el impulsor fundamental de todo movimiento. La inmutabilidad divina… De manera similar debe haber una cierta inmutabilidad en los principios y en las decisiones de quien es portador de la autoridad paternal en la familia, y en todos aquellos que posean o aspiren a una autoridad paternal derivada.

Son muy pocos los padres que hoy tienen conciencia de esta dimensión metafísica de su autoridad. Además, son presa de la vacilación y juguete de las distintas corrientes del tiempo y las ambiciones y pasiones del propio corazón. ¿Dónde encontrar padres que realmente sean imagen y semejanza del Padre eterno?

Omnipresencia

Dios es Padre eterno e inmutable; pero también es omnipresente. De manera semejante, el padre humano tiene que ser omnipresente para sus hijos, ya sea física o al menos espiritualmente. Debe tenerlos siempre presentes en su mente, en su perspectiva de interés, en su corazón. Los otros intereses pasan a un segundo plano. El padre tiene sus hijos, por los cuales se sacrifica, para los cuales está siempre presente y a los cuales tiene presente en sus pensamientos.

Omnisciencia

Dios Padre es omnisciente. Así, pues, el padre humano también debe saber todo lo que de alguna manera concierna a sus hijos. No se trata de un conocimiento obsesivo, sino bondadoso y extraordinariamente enaltecedor. El conocimiento es enaltecedor cuando el padre cree siempre en lo bueno que hay en su hijo, aunque haya sufrido ya mil decepciones. El cree en lo bueno, tiene fe en la misión original de su hijo.

Sabiduría

Dios Padre es suma sabiduría. El padre humano, su semejanza en la tierra, debe ser también sabio. Sabrá medir sabiamente lo que su hijo puede soportar. Sabiamente pesará la carga que le imponga; sabiamente planteará las exigencias y sabiamente dosificará los regalos que le haga.

Santo

Dios Padre es infinitamente santo. Ustedes, los que son padres, deben ser santos, tal como lo es el Padre celestial. ¿Quién es santo? Aquel que gire continuamente en torno al eterno Padre Dios y de sus deseos y voluntad.

Misericordioso y justo

Dios Padre es misericordioso y justo. Ese es también el ideal del padre humano: justicia, honradez y equidad inquebrantables. En su convivencia familiar, el padre no adopta actitudes confusas; no se deja sobornar, sino que es la personificación de la justicia y del sentido de la verdad.

Pero Dios Padre es, asimismo, infinitamente misericordioso y sabe perdonar cuando el hijo perdido regresa a su casa, aun cuando en su estadía en el extranjero se haya alimentado de la comida de los cerdos que pastoreaba o bien, haya llegado al extremo de levantarle la mano a su propio progenitor… Dios recibe y perdona una y otra vez al hijo perdido, con misericordia y amor, y le restituye sus derechos de hijo.

He aquí el maravilloso ideal del padre; he aquí su dignidad, fundamentada en la capacidad y actividad engendradora, que a su vez es imagen terrena del eterno e infinito Engendrador que reside en el seno de la Santísima Trinidad.”

 

1 comentario:

  1. Gracias Paco, por este comentario tan importante. Lamentablemente el mundo de hoy busca y promueve padres conformistas y blandos. Pero que desastres! Salen hijos perdidos en el mundo. Ojalá volvamos a apreciar las verdaderas características de un padre para educar a hijos sanos y felices que vivan dignamente bajo la protección de Dios.

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