El amor, su acción en ámbitos problemáticos
de la época
Una vez descrita la esencia del amor, el Padre Kentenich
pasa en el estudio mencionado la semana pasada a reflexionar sobre la actuación
o el obrar de ese amor en áreas problemáticas de nuestra época, proponiendo a
sus lectores al comienzo la siguiente tesis de trabajo:
“El
principal medio para superar los desafíos centrales del tiempo estaría en el
cultivo más cuidadoso del aquí esbozado estar espiritualmente en, con y para el
otro en un sentido auténticamente cristiano según las leyes de la transferencia
y transmisión orgánicas”.
Lo que esto significa lo muestra
o explica en tres ámbitos concretos de nuestra época: la ‘espiritualidad’ del
bolchevismo, los vínculos y el amor en el matrimonio y el problema de la falta
de autoridad con la ‘desaparición’ del padre en los últimos siglos.
Vinculación y amor en la ‘espiritualidad’ bolchevique
Explico a mis lectores previamente que para el Padre
Kentenich la palabra bolchevismo significa colectivismo con su visión de futuro;
el colectivismo promociona o procura un nuevo orden social del mundo y de la
humanidad, en donde se despersonaliza a Dios, al hombre y a la propia persona,
creando un “impersonalismo” generalizado, o lo que es lo mismo, formando al
“hombre masa” que vive sin vinculación alguna y que fomenta una forma de pensar
mecanicista, “atomizada”, que impregna todo su estilo de vida.
En el estudio que venimos comentando dice el Padre:
“En primer lugar, estoy
pensando en la inmunización contra la espiritualidad bolchevique y en la forma
de superarla. Es bien sabido cuánto he escrito sobre este punto a lo largo de
los años. Más aún: con qué frecuencia y con qué franqueza he hablado de ello en
las diferentes jornadas y conferencias durante las últimas décadas. Como ejemplo
de estas fuentes me refiero, por ejemplo, a todo lo relacionado con el 20 de
enero de 1942 y con el 31 de mayo de 1949. Como fuente importante al respecto
podrían tomar mi “respuesta” oficial al “informe” oficial del visitador
episcopal”.
Para ilustrar de forma clara todo lo que sabemos sobre
los fundamentos de esta visión, el fundador aporta un texto esclarecedor tomado
de una conferencia que un general estadounidense, Major Dr. William E. Mayer,
pronunció en una universidad de California en el año 1958 sobre el método que
los chinos utilizaban con éxito para “infectar” en un tiempo relativamente
corto con el espíritu bolchevique a los soldados estadounidenses capturados en
la guerra. El método era bastante sencillo dado que los vínculos personales emocionales
de los estadounidenses eran extremadamente débiles, por lo que los chinos lograban
en poco tiempo eliminar del todo los vínculos afectivos y someter a los
soldados a ellos y a sus ideas.
Las ‘limitaciones’ de este Blog me impiden reproducir
aquí el texto mencionado. Ahora paso al segundo ámbito problemático que cita el
Padre:
Vinculación y amor en el matrimonio
Sobre este tema escribe lo siguiente:
“El segundo de los problemas
que se pueden resolver mediante el cultivo de una personal y profunda
vinculación orgánica en el sentido querido por Dios de un estar espiritual de
uno en el otro, con el otro y para el otro, es el tan controvertido problema
del matrimonio.
En una alocución a recién
casados del 23 de octubre de 1940 el Papa Pio XII dice al respecto:
“Este
encanto del amor humano ha sido por siglos el tema inspirador de admirables
obras del genio, en la literatura, en la música, en las artes plásticas; tema
siempre antiguo y siempre nuevo, sobre el cual los siglos han bordado, sin
agotarlo jamás, las más elevadas y poéticas variaciones. ¡Pero con qué nueva e
indecible belleza aumenta este amor de dos corazones humanos, cuando con su
cántico se armoniza el himno de dos almas vibrantes de vida sobrenatural!
También aquí se verifica el mutuo cambio de dones; y entonces, con la ternura
sensible y sus sanas alegrías, con el afecto natural y sus lances, con la unión
espiritual y sus delicias, los dos seres que se aman se identifican en todo lo
que tienen de más íntimo, desde la profundidad inconcusa de sus creencias hasta
el vértice insuperable de sus aspiraciones”.
El
29.10.1951 el mismo Papa amplía este pensamiento a los miembros del ‘Congreso de
la Unión católica de obstétricas y de colegios de comadronas católicas de
Italia’ con esta observación:
“El acto conyugal, en
su estructura natural, es una acción personal, una cooperación simultánea e
inmediata de los cónyuges que, por la naturaleza misma de los agentes y la
propiedad del acto, es la expresión del don recíproco que, según la palabra de
la Escritura, efectúa la unión "en una sola carne".”
El fundador completa su reflexión en este ámbito citando
un artículo de Dietrich von Hildebrand del año 1961 titulado “El sentido
del matrimonio y el problema de la superpoblación”, del que traigo aquí las siguientes
frases:
“Solo podremos captar
el verdadero sentido y valor del matrimonio, si partimos realmente de la enorme
y profundamente significativa realidad del amor entre el hombre y la mujer.
Seamos sinceros: aquí nos encontramos con una contrariedad (escándalo) en la
tradición católica sobre el matrimonio. Se habla demasiado sobre los apetitos
de la carne, sobre el remedio contra la lujuria, sobre la ayuda mutua, pero muy
poco sobre el amor. Nos referimos al amor entre el hombre y la mujer, esta
fuente de felicidad tan profunda en la vida humana, este amor grande y radiante
del que el ‘Cantar de los cantares’ (8,7) dice: "Si alguien ofreciera todos los bienes de
su casa por el amor, se granjearía desprecio”.
………….
“Hay otro error fundamental que bloquea la comprensión del
auténtico sentido y valor del matrimonio: mientras que se considere la esfera
sexual en la persona como una mera subárea de los instintos y de las pasiones
biológicas, que no tienen una relación esencial con la esfera espiritual (tal
como la sed o la necesidad de dormir), y cuyo sentido radica en un sentido
externo al que sirven, se anula el camino al conocimiento de la verdadera
esencia y sentido de lo sexual. Si se considera esta esfera como una realidad
exclusivamente biológica, se permanece ciego para reconocer el misterio que en
ella prevalece: por un lado, el sentido y valor que puede tener, y por otro
lado la terrible ofensa moral de la impureza”.
(Continuaré la semana que viene con el tercer ámbito de acción del amor: el de la autoridad)
Me quedé con ganas de seguir leyendo, Paco... qué ganas de poder charlar largo y tendido con vos sobre estos temas... gracias!
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