Como nos cuenta el P. Hernán Alessandri (+18.12.2007) en su libro “La propuesta Evangelizadora de Schoenstatt”, el Padre Kentenich captó un “mal de fondo” de nuestro tiempo, al que detectó como la última raíz de las múltiples convulsiones de tipo cultural y social que nos sacuden. A dicho mal lo llamó ‘colectivismo mecanicista’. En su propia vida, el Padre Kentenich enfrentaría, personal y dolorosamente, este drama del hombre contemporáneo. Recordemos, por ejemplo, sólo su infancia. Sabemos que a menudo Dios prepara así a quienes escoge para una misión, les hace experimentar previamente los mismos males que mediante ellos propone curar.
Como uno de los problemas más destacados de este ‘colectivismo
mecanicista’ está la cuestión el padre. En múltiples retiros y charlas
habló nuestro fundador de ello. Recuerdo, por ejemplo, la jornada que conocemos
con el título “Que surja el hombre nuevo”.
Quiero traer a este Blog un texto del Padre sobre el tema
citado, que me ha parecido digno de estudio y reflexión en estos tiempos que
nos ha tocado vivir a la generación ‘post fundatoris’. Es parte del Estudio
que vengo mencionando en las semanas pasadas, y que por su extensión
distribuiré en varias entregas (para mantener la estructura del Blog). Una
observación previa: los subtítulos en negrita que contiene el texto han sido
incluidos por el P. Heinrich M. Hug en su revisión del texto original para
facilitarnos la lectura y comprensión del mismo. Recordamos que se trata del
escrito de 1964 titulado “Heimwärts zum Vater geht unser Weg”, tratado sobre el
“principio paternal” tal como se vivió en la comunidad de las Hermanas
de María – con la presencia del Padre y Fundador - hasta 1951.
El texto que sigue es continuación del que transcribí la
semana pasada. Dice así:
Vinculación
y amor y autoridad – 200 años de historia del problema del padre
El
tercer problema que se puede y se debe resolver mediante el misterio del amor
es el problema de la autoridad.
Desde
hace aproximadamente 200 años se viene experimentando un desarrollo complejo,
que hoy ha alcanzado un momento culminante, sobre todo en la rebelión de los
hijos. Evidentemente que no es sólo un fenómeno alemán y centroeuropeo, sino
que es también internacional.
La
culpa de los hijos – su rebelión contra los padres
En
este tema es probable que Estados Unidos desempeñe un papel de liderazgo. El
inglés Geoffrey Gorer caracteriza a América como verdaderamente el ‘país hijo’,
que se rebeló contra la despótica Inglaterra y se separó de ella. Según Gorer, ‘la
gestación de un estadounidense requiere que el padre sea rechazado como modelo
a seguir y como fuente de autoridad’. Con el tiempo, esta actitud básica y
fundamental penetró tan profundamente en su sentir vital que él mismo de forma
espontánea claudicó en su calidad de padre, y ahora se resigna y se da por
satisfecho con ser despreciado y rechazado por sus hijos. Ha llegado tan lejos
que ahora él espera simplemente que sus hijos se rían de él, y a que, si se
atreve a apelar a su autoridad, lo corregirán con las palabras: tú presumes de
ti mismo.
En
Alemania, el padre, que fue venerado y reconocido allí como un patriarca en los
siglos pasados, parece haber desaparecido prácticamente desde el punto de vista
de esta función.
A la
búsqueda de razones para la rebelión de los hijos – motivos internos y externos
Los
sociólogos aducen como razón para ello el cambio radical de todo el orden
social como consecuencia del desarrollo tecnológico y económico, por lo cual la
familia
“de
una comunidad de producción ha llegado a ser una cooperativa de consumidores, y
de la jerarquía ordenada y orgánica familiar se ha pasado a una comunidad de techo
y mesa poco cohesionada, en casos aislados en una comunidad ocasional de
intereses …”
Al
hacerlo, no se pase por alto lo que las guerras mundiales y revoluciones, a través
de las circunstancias trágicas que las acompañaron, contribuyeron a la erosión
de la estructura jerárquica del núcleo de la sociedad humana.
Pero
se cometería un error si se quisiera responsabilizar principal o exclusivamente
a las circunstancias externas la rebelión surgida históricamente de los hijos
contra los padres y del consecuente “parricidio” o “muerte del padre”.
La
culpa de los padres – su fracaso
Los
sociólogos demuestran que la culpa de los padres no es menor que la de los
hijos. El alejamiento de los padres del ideal de una paternidad creativa y
desinteresada, en parte como causa, en parte como efecto, acompañó el ritmo de
renuncia de las obligaciones de los hijos. En lugar de que los padres se
exigieran a sí mismos, se exigieran un espíritu de sacrificio desinteresado e
inspirado por el amor y el coraje en la confianza, es decir, la actitud básica
que es la fuente de una autoridad espiritual interior, se endurecieron a menudo
con exigencias externas que ellos mismos no cumplían, requirieron sólo
obediencia externa y se contentaron con el uso de disciplinas sin alma para que
se cumpliera su voluntad. Como resultado de esta constante insistencia en la
autoridad puramente externa, a menudo degeneraron en déspotas desenfrenados”.
(Continuará)