viernes, 3 de abril de 2020

Hacer del Gólgota nuestro lugar preferido


Me permito adelantar algunos pensamientos entresacados de esta carta que el Padre Kentenich escribiera a las Hermanas de María desde su confinamiento en la cárcel de Coblenza, y que pueden ayudarnos a transitar por los caminos de la vía dolorosa que nos está tocando vivir a muchos de nosotros.

En estos tiempos no dependemos de la cercanía física, nos está vetada; no podemos hablar a los hombres de Dios, pero sí podemos hablar a Dios de los hombres. En nuestro silencio y confinamiento aspiramos a alcanzar la “plena madurez de Cristo”, alcanzar la mayoría de edad, la independencia y audacia de Cristo. El camino para ello es la interiorización y realización de la “inscriptio”.

Sabemos lo que significa esta palabra: lo expresamos al rezar aquella oración de San Ignacio que comienza con la frase “Toma, Señor, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, toda mi voluntad y todo mi corazón. …..” Y para nosotros que hemos sellado la alianza de amor con María significa algo más: no queremos separar a Cristo de María, ni a María de Cristo, queremos con María, hacer del Gólgota, del altar y del tabernáculo nuestro lugar preferido. Si Dios nos lleva a la escuela del sacrificio, sabemos que en calidad de miembros de Cristo somos asociados a su pasión, y es así cómo se dará una abundante fecundidad en nuestra vida, también para bien de los demás.


(De la colección “Cartas del Carmelo”)

Carta a la Hna. Anna [12].    Para la comunidad de las hermanas
28 de octubre de 1941

¡Grüß Gott! [13]

Ya desde hace mucho tiempo me veo impedido de partirles el pan de la Palabra de Dios y no sé aun cuando volveré a poder hacerlo.
Qué bueno que el alma sea un espíritu y que no dependa de la cercanía física; afortunadamente Dios mantiene despejado el camino de acceso directo al corazón del hombre y Él mismo determina el clima en el cual ese corazón pueda cumplir su vocación principal de la manera más rápida y segura; afortunadamente, por último, nosotros no sólo podemos hablar a los hombres de Dios sino también a Dios de los hombres. Aprovecho intensamente esta posibilidad, de modo similar a como lo hiciera Pablo (Gal 4,19).

Como regalo de octubre, suplico para ustedes un fuerte crecimiento hacia "la plena madurez de Cristo" (Ef 4,13), hacia la mayoría de edad, la independencia y la audacia en Cristo. Junto con Pablo rezo: "Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, por la riqueza de su gloria, fortaleceros interiormente mediante la acción de su Espíritu; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, y os llenéis de toda la plenitud de Dios" (Ef 3,14-19).

El camino para alcanzar esa reorientación pasa por la interiorización y realización del espíritu de la inscriptio.

Lo que se ha llamado inscriptio -inspirándose en Agustín- Ignacio lo describe en aquella recomendable oración: "Toma, Señor, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, toda mi voluntad y todo mi corazón. Todo me lo has dado, todo te lo ofrendo sin reservas; haz con ello lo que Tú quieras. Sólo una cosa te pido: tu gracia, tu amor y fecundidad. Tu gracia para que me incline con alegría ante tu voluntad y deseos; tu amor para creerme, saberme-y a veces sentirme amado siempre como las niñas de tus ojos; tu fecundidad para que yo sea muy fecundo para Ti y para la santísima Virgen, para nuestra obra común. Así entonces seré rico en plenitud y no querré nada más".

Para nosotros la interiorización [del espíritu de la inscriptio] consiste en que en el camino hacia el Padre no separemos jamás a la santísima Virgen de Cristo ni a Cristo de su Madre. Sobre todo cuando renovamos el acto y el espíritu de inscriptio. En la práctica esto significa lo siguiente: junto con María, hacer del Gólgota, del altar y del tabernáculo nuestro lugar preferido. O bien: en su corazón, descubrir vivencialmente el Gólgota, el altar y el tabernáculo y de ese modo ir hacia el Padre corazón en corazón, conformando una santa triunidad.

La realización de la inscriptio ocurre en la vida diaria. No queremos pertenecer a aquellos que al rezar saben decir mucho sobre la entrega total, pero que luego reúnen todos los caballos del mundo para que tiren del carro [de la propia, pequeña vida] [14]  y lo hagan volver atrás cuando Dios comienza a tomar en serio nuestra oración y hace con nosotros lo que Él quiere.

Esto vale especialmente cuando Dios nos lleva a la escuela del sufrimiento. Para Pablo es natural que nosotros, en nuestra calidad de miembros de Cristo, seamos asociados a su pasión, y que el padecimiento no sólo signifique colapso de fuerzas humanas sino también, y sobre todo, surgimiento de fuerzas divinas y, de esa manera, abundante fecundidad de nuestra vida y de nuestro obrar (Col l,24; 1Co 4,9).

Que en los próximos meses la gracia de la inscriptio fructifique en el sentido de la fiesta de Cristo Rey: "¡Omnia opera mea Regi crucifixo et glorioso!" [15]

Un cordial saludo y bendición para todos. J. K.


Notas

(12)  La hermana Anna fue Superiora General de la comunidad de las Hermanas de María desde su fundación en 1926 hasta 1950.
(13)  Saludo típico alemán. Traducido literalmente significa: ¡Qué Dios le salude! También se lo puede traducir como ¡Dios te salve! Se lo usa en lugar de ¡Buenos días!, ¡Buenas tardes!, ¡Buenas noches!, ¡Hola!, etc.
(14)  Las palabras entre corchetes se tomaron de otra versión de esta carta, por considerar que aquí se las ha omitido y completan el sentido de la frase.
(15) ¡Todas mis obras para el Rey crucificado y glorioso!



3 comentarios:

  1. Muchas gracias por tu reflexión querido Paco. Las palabras del Padre Kentenich no pueden ser más acertadas para el tiempo que estamos viviendo.

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  2. Querido Paco, el Padre nos pide y nos muestra que nexesitamos esa mayor madurez para abrazar y amar profundamente el Golgota. Creo que no hay otra forma de hacerlo sino es de la mano, e incluso en los brazos de Maria, que nos lleva a su Hijo, ayudándonos poco a poco perder el miedo..., pero cuanto me falta todavía!!!
    Me encanto la reflexión del Padre, donde dice que habla a Dios de los hombres! Yo le hablo a Dios de ti, de tu preciosa Anneliese y de lo mucho que los quiero! Cuidense mucho!

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  3. Hola Paco :Me ha gustado mucho tu escrito de esta semana. Hay que interiorizarlo mucho, y lentamente.

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