La frase pronunciada por la Santísima Virgen: “Ecce
ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum” – Eh aquí la sierva del Señor,
hágase en mí según tu palabra – resume el mensaje de la charla en este nuevo
lunes en la tarde. Algunas de las personas presentes en las reuniones pasadas
continuaban haciéndose preguntas sobre el tema de la Inscriptio, o sea el de
esa actitud del alma que pide a Dios le envíe la cruz y el dolor si así está en
sus planes, que se haga en definitiva siempre su voluntad.
Esta práctica, les dice, presupone “la convicción
vivencial de que Dios es realmente Padre y de que, como Padre, quiere siempre
lo mejor para mí”.
“Si estuviésemos
vivencialmente compenetrados en lo profundo de nuestra interioridad de que Dios
es nuestro Padre, no nos resultaría nada difícil entregar en sus manos, por así
decirlo, las riendas de nuestra vida y decirle: ahora puedes hacer conmigo lo
que quieras, llevarme en el coche como quieras. Sé que me conoces mejor de lo
que yo mismo me conozco y que me amas más de lo que yo mismo me amo. No puedo
hacer nada mejor que entregar en tus manos incondicionalmente las riendas y
decirte: haz conmigo lo que quieras. Y si quieres enviarme cruz y sufrimiento,
sé que es tu amor el que lo hace y que ese amor tiene en mente lo mejor para mí.”
Un lector amigo me ha enviado el texto de una de las charlas
que el Padre Kentenich dio a un grupo de sacerdotes diocesanos de Schoenstatt
en el año 1966. En esta ocasión les aclara también a los allí presentes las
diferencias entre el ‘Poder en blanco’ y la ‘Inscriptio’. Traigo a continuación
dos extractos de la misma para que nos sirva también a nosotros en nuestra
reflexión.
“Una explicación para aclarar la relación que
existe entre el Poder en Blanco y la Inscriptio. Ya lo sabemos: el Poder en
Blanco es disponibilidad, disponibilidad a decir sí; la Inscriptio pide, pide
que la Divina Providencia justamente le envíe a uno aquello que le resulta más
difícil si es que está en sus planes. Esto tengo ahora que fundamentarlo
sicológicamente: si no nos esforzamos por vencer la disposición negativa de
nuestra naturaleza, la disposición contra una forma concreta de sufrimiento,
entonces vivimos permanentemente con un temblor interior o reprimimos ese
estado concreto. Después, cuando nos sobreviene el sufrimiento, nos desplomamos
víctimas del dolor.”
………..
“Podemos decir que hoy es absolutamente
recomendable pensar de la siguiente manera: ¿qué es lo que me resultaría más
difícil? Y poder imaginar: ¿Señor si tú me enviaras esto o aquello, sería capaz
de asumirlo? Existe en cada persona sin excepción y con mucha probabilidad
alguna cosa de la cual uno diría: Señor todo lo que tú quieras, pero por favor
sólo eso no. Vean Uds., frente a esto siempre enseñé lo siguiente: nosotros no
deberíamos estar tranquilos hasta que pudiéramos decir con convicción interior:
¡si está en tus planes, querido Dios, entonces no sólo digo que lo acepto y que
lo soporto, sino que te lo pido! Entienden
Uds. ¿por qué? Ya he tenido oportunidad de recalcarlo un par de veces: desde el
comienzo fue para mí un ideal especialmente grande autoeducarme a una libertad
interior infinitamente profunda, a la libertad de los hijos de Dios. La
libertad de los hijos de Dios - la necesidad de llegar a ser libre de todas las
angustias que no poseen una causa [real], pero también de las angustias
provocadas por un motivo interior.”
Quiero terminar con uno de los pensamientos del Padre
Kentenich que transmite a los matrimonios de Milwaukee en su reunión de este
lunes: él insiste en la necesidad de adquirir primero la correcta imagen de
Dios como Padre misericordioso, y que esto se lo pidamos fervientemente a la
santísima Virgen:
“¡Madre, haz de
mí un hijo del amor misericordioso del Padre! ¿Qué significa esto? Haz que, en
todas las situaciones de mi vida, también en todos los golpes del destino,
sienta la amorosa mano paternal de Dios. Pero dame también la fuerza para
decir, en todas las situaciones: ¡Ita, Pater ita Mater in aeternum! Por tanto,
todo depende de que adquiramos la correcta imagen de Dios como imagen del
Padre. Y esta gracia tiene que implorárnosla la santísima Virgen en virtud de
la alianza de amor.”
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Para leer o escuchar el texto de la
charla, haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
Así reza el Padre Kentenich por nosotros: Suplico para ustedes un fuerte crecimiento hacia “la plena madurez de Cristo,” hacia la mayoría de edad, la independencia y la audacia en Cristo. Junto con Pablo rezo: “Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, por la riqueza de su gloria, fortaleceros interiormente mediante la acción de su Espíritu; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, y os llenéis de toda la plenitud de Dios.”
ResponderEliminarEste es el Reino de Cristo en la tierra, que se va perfeccionando poco a poco, pero no será pleno hasta que la Iglesia siga a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal.
En los tiempos que nos tocan vivir el Padre (JK) nos invita a ser
heroicos viviendo la plena madurez de Cristo en nuestros corazones, subidos a la cruz. En otro momento decía: con María hacia el Altar, (altar del sacrificio) porque así está en el plan de Dios.
Podemos concluir con el PK que en la época actual debemos acentuar muy especialmente la educación por el amor y la cruz. Quien no logra hacer suyo el amor a la cruz y el amor a Dios de manera extraordinaria y no guía constantemente por esa doble dirección, no puede esperar que las dificultades, la cruz y el sufrimiento lo ayuden a encontrar a Dios
rápida y profundamente.
Así nos recalca una y otra vez el llamado de la época actual: “¡Despertad y despertaos mutuamente!”