El día 2 de febrero de 1957 fue sábado, pero las familias de Milwaukee se reunieron con el Padre Kentenich para celebrar con él el primer aniversario de su alianza de amor. La plática de este día puede servirnos como base para un día de reflexión o un día de retiro (¿el retiro de cuaresma de este año?), en el que también aquellos de nosotros que sellamos un día la alianza de amor con María en el Santuario de Schoenstatt nos preguntemos lo que el fundador preguntaba ese día a los matrimonios presentes en el Santuario: ¿qué nos ha traído realmente la alianza de amor en los días y meses pasados desde que la selláramos en aquel día tan especial?
La propuesta para la reflexión fue (y es) la siguiente: la alianza de amor se ha convertido poco a poco en el punto de inflexión de nuestra vida y comienza ahora a expresarse y a tornarse en el centro de toda nuestra vida.
“¿Qué significa que se ha convertido en un punto de inflexión? Sabemos lo que indica la palabra: un giro que nos aparta del propio yo, del pensar puramente natural, del mundo, y que nos orienta hacia el mundo y la realidad sobrenatural, trascendental. ….. Ustedes saben cómo hemos expuesto la alianza de amor en el último tiempo. Hemos dicho que consiste en una perfecta disponibilidad mutua. Consideren lo siguiente: ¿se ha puesto la santísima Virgen a nuestra disposición en el curso de los doce meses? ¿Qué ha puesto ella a nuestra disposición? Se ha puesto ella misma, ha puesto toda su personalidad a nuestra disposición. Ahora comprendemos mucho mejor la persona de la santísima Virgen, toda su grandeza, su misión en el mundo y en la Iglesia —muy en general, pero también desde Schoenstatt—. De modo que ella nos ha desvelado su persona, nos ha desvelado su misión.”
Nuestra reflexión personal quiere llevarnos a descubrir y valorar en nuestras propias vidas cómo la santísima Virgen ha puesto a nuestra disposición su bondad, su poder y su misericordia, y cómo ese amor misericordioso nos ha introducido más y más en el corazón del Padre celestial y de su Hijo Jesús. La experiencia de aquellos matrimonios fue que la alianza de amor llegó a ser un punto de inflexión en sus vidas, entre otras cosas porque ahora veían el mundo de forma totalmente diferente que antes, con otros ojos. ¿Cómo es en nuestro caso?
La segunda parte de la reflexión nos quiere llevar a esta otra cuestión: ¿podemos decir también que nosotros nos hemos puesto a disposición de Dios, el Padre del cielo, y de la santísima Virgen? El Padre Kentenich les cuenta en la plática sus experiencias personales y las de toda la familia de Schoenstatt desde que se selló por primera vez la alianza de amor en el pequeño Santuario de Schoenstatt en Alemania, el 18 de octubre de 1914.
Una última reflexión: La historia de la alianza de amor no es sólo una historia de amor personal, sino también la historia de una entrega mutua que ha traído una fecundidad incalculable en la Iglesia, y que quiere poner un mundo a los pies de la santísima Virgen. Ella quiere que nosotros hagamos nuestra contribución siendo fieles a la alianza de amor que un día sellamos con Ella.
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