Hace más de cincuenta años, en concreto cincuenta y tres,
justo en estos primeros días del año, el Padre Kentenich se reunía un 7 de
enero de 1957 con su grupo de matrimonios de Milwaukee/USA para seguir hablando
de un tema que había iniciado semanas atrás: el Apocalipsis. Tengo que aclarar
que los tomos 3 y 4 de la serie “Los lunes por la tarde ….” no están traducidos
al español, por lo que me veo en la necesidad de comentar los textos del tomo
5.
La situación política mundial de aquellos años llevó a
que la población estadounidense tuviera miedo ante la amenaza de una inminente
guerra global. Esta circunstancia aconsejó al fundador de Schoenstatt a tratar
el tema del ideal del hombre apocalíptico en un tiempo apocalíptico. No sé si hoy
la situación en nuestro entorno, en nuestros países, es propicia o adecuada
para reflexionar sobre este tema, pero me adhiero a los pensamientos que podemos
leer en la ‘Introducción’ del libro citado:
“Según expone el autor, vivimos en un tiempo en el que nadie tiene derecho a vivir de forma mediocre. El Apocalipsis exige espíritu de mártires y, como los primeros cristianos, también nosotros tenemos que estar dispuestos a sufrir el martirio. ¿Cómo podemos prepararnos para ello? Tomando más en serio nuestra alianza con Dios y poniéndonos completamente a su disposición. La preparación interior al martirio comienza en el martirio de la vida cotidiana, en el sí a la voluntad de Dios en las pequeñas cosas de cada día. Esta orientación hacia Dios y su voluntad, la vida en alianza con Dios, confiere a nuestra vida un punto firme de reposo, y nos prepara para situaciones en las que nos veamos desafiados por las dificultades y el sufrimiento.”
Si la primera cristiandad, la que acompañaba al autor del Apocalipsis, vivía a partir del pensamiento de que la Iglesia estaba en peligro, y que pronto vendría el Salvador a juzgar a vivos y muertos, nuestra realidad nos lleva también a preguntarnos lo que ellos se preguntaban: ¿qué será ahora realmente de la cristiandad? Pensemos en nuestras iglesias, en los bancos vacíos, en la situación de algunos miembros del clero y sus pastores, en nuestra mediocridad, el relativismo, en la falta de ejemplaridad y otros aspectos más de nuestro día a día …….
“El Apocalipsis
nos narra acontecimientos aterradores, pero, en segundo lugar, sabe plantear
también exigencias terriblemente elevadas. ¡Exigencias terribles! La vez
anterior dijimos también con un par de palabras que el Apocalipsis exige de
nosotros simplemente espíritu de mártires. De modo que el Apocalipsis no dice:
no debéis cometer ningún pecado grave más. Tampoco dice, solamente: cumplid
vuestra obligación así en general, para que lleguéis todavía allá arriba, al cielo
—allí queda todavía un lugarcito para vosotros—. No dice, tampoco: Dios es un
buen hombre, no se toma las cosas tan a mal, todo irá bien. No: el Apocalipsis
dice, simplemente: ¿qué quiere Dios de vosotros en un tiempo apocalíptico?
Respuesta: espíritu de mártires.”
Deduzco de estas palabras que no tenemos derecho a vivir
de forma mediocre, y que nuestra actitud debe ser en cualquier caso vivir con
el sí incondicional a la voluntad de Dios en todas las circunstancias de
nuestra vida diaria. Esto puede ser lo que significa hoy “espíritu de mártir”.
Después de explicar algunos aspectos del libro bíblico
citado, el Padre Kentenich trae algunas referencias que pueden ser útiles
también para nosotros, que vivimos en las postrimerías de la segunda década del
siglo veintiuno. Cita a Pío XI cuando dice: “En nuestro tiempo nadie tiene
derecho a vivir de forma mediocre”, y a Jacques Maritain cuando advierte de que
la ‘forma normal de vivir del cristiano hoy es la forma heroica’.
Finalmente invita a sus oyentes a preguntarse sobre qué
deben de hacer para prepararse a vivir – y morir – como mártires. La tarea de
nuestra vida, les dice, será la de vivir consecuentemente en cada segundo el
espíritu del poder en blanco, o sea, decir en cada segundo “sí Padre”, o lo que
es lo mismo, vivir en serio el padrenuestro.
“Esto podemos hacerlo cada segundo, en toda situación.
¿Qué significa poder en blanco? No necesito explicárselo de nuevo. Ustedes son
todos genios de la economía; saben, por tanto, cómo se extiende un cheque en blanco.
Como pertenezco al Padre del cielo y a la santísima Virgen, he colocado de
antemano mi nombre (en el cheque en blanco): puedes disponer sobre mí como
quieras. Es decir, vivo en serio el padrenuestro. Cuán a menudo rezamos el
padrenuestro —hágase tu voluntad, no mi voluntad—. ¡Qué sencillo y qué grande
es! Como ven, entre nosotros los católicos es siempre así: decimos tantas
cosas, y no sabemos lo que decimos.”
Con el anhelo de que estos
pensamientos nos ayuden a conformar nuestro tiempo según la voluntad de Dios, aprovecho
la ocasión para desear a mis lectores un año 2020 muy bendecido.
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