viernes, 24 de enero de 2020

¿Casualidades o muestras concretas de su amor?


En los últimos encuentros con los matrimonios del grupo de Milwaukee constatamos cómo el Padre Kentenich destaca la misericordia del Padre de los cielos con nosotros las creaturas, subrayando la necesidad de una respuesta de amor por nuestra parte. Dios se pone a nuestra disposición y nosotros nos ponemos a disposición de Él y de sus designios. Un ejemplo es y seguirá siendo la santísima Virgen, nuestra aliada. Su actitud: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

Como escuchamos ya en pláticas anteriores, en María aprendemos la dinámica de esta disponibilidad ante Dios, que pasa por dos momentos o actitudes: tenemos que escuchar la voz del Padre, tenemos que aprender a escuchar, y, segundo, debemos aprender a obedecer.

“¿Qué quiere decir que tenemos que escuchar lo que nos dice el Padre del cielo? Sabemos de cuán múltiples maneras nos habla el Padre: a través de inspiraciones interiores, de los superiores, de la Sagrada Escritura. Todo eso lo sabemos. Pero a lo que apuntamos especialmente es que él nos habla también a través de las circunstancias.”

Me parece que esto último no es muy habitual en el hombre de hoy, pues en la práctica vivimos como si todo lo que sucede durante el día fuese casual. El Padre Kentenich cita al respecto un pasaje de una carta que el rey de Prusia Federico II le escribió al perseguidor de la Iglesia, el francés Voltaire: «Cuanto más viejo se vuelve uno, tanto más se convence de que su santa majestad, la casualidad, se ocupa de las tres cuartas partes de todos los asuntos de este miserable universo». (Federico II, carta a Voltaire del 26-12-1773).

¿Qué significa que tres cuartas partes de todo lo que pasa en mi vida es mera casualidad? Detrás de ello no hay Providencia alguna, no hay un Dios personal que sostenga todo eso, lo guíe y dirija. Sucede simplemente así. ¿Y el cuarto restante? Ese depende de mí, de mi voluntad, de mi cálculo, de mi perspicacia.”

Pero sabemos a la luz de la fe que no es así. Si quiero ponerme a disposición del Padre de los cielos y deseo oír su voz, debo saber que en esta voz no hay casualidad alguna. Todo se encuentra en la mano del buen Padre, incluso lo más pequeño de mi quehacer cotidiano.

“Dios dirige; Dios guía y Dios conduce el mundo y lo ha dispuesto todo, también los acontecimientos más pequeños de mi vida cotidiana. Por tanto, detrás de todo veo al Dios personal, al Padre Dios, nada es casual. Podrá parecer, alguna vez, que todo ocurre por casualidad, pero para mí no hay casualidad alguna. Por eso veo también a Dios detrás de todo y estoy a la escucha: ¿qué me quiere decir a través de éste o aquel acontecimiento?”

Si estamos convencidos de que es así, y queremos ponernos a disposición suya lo hacemos desde la convicción creyente de que Dios, disponga lo que disponga, lo hace siempre por amor, un amor personal a mí, un amor misericordioso conmigo, porque Dios, el que gobierna el mundo, lo hace todo por amor. Ese amor es un amor personal con cada uno de nosotros. En nuestro día a día, las casualidades no existen, sabemos que todo lo dispone Dios por amor a su criatura, por amor misericordioso y personal a cada uno de nosotros. Estoy convencido de que, si viviéramos con este convencimiento, nuestra vida sería más placentera, menos estresante que la de ahora.

Para finalizar quiero traer una pequeña historia que el Padre Kentenich les cuenta a los matrimonios:

“Se cuenta de un santo, Félix de Nola, que fue acosado por los perseguidores de los cristianos. Le estaban pisando los talones y no podía sino esperar que, en cualquier momento, lo atraparan. En su huida se desvió en una ocasión hacia un lado y se ocultó rápidamente en una cueva. Por supuesto, tenía que contar con que los perseguidores llegaran enseguida. Pasaron un par de minutos, de pronto estaban delante de la cueva. Entonces vieron cómo una araña comenzaba a tejer su tela. Y se dijeron: no, ahí no puede ser, pues, de lo contrario, la araña no trabajaría. ¿Cuál fue el resultado? Pasaron de largo.
Como ven, fácilmente se está inclinado a decir: fue casualidad. ¡No hay casualidad alguna en nuestra vida! Dios ha previsto todo desde la eternidad y calculó desde la eternidad la actividad de la araña. Si estoy constantemente a la escucha de Dios, tengo que creer en él y creer que él tiene en su mano las riendas de mi vida.”
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Para leer o escuchar el texto de la charla, haz 'clic' en el siguiente "Enlace":

Nuestra fe en el amor misericordioso de Dios - 21 de enero de 1957


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