viernes, 25 de octubre de 2019

Las cosas del mundo (2)


Venimos reflexionando sobre el valor positivo de las cosas de este mundo, nuestra relación con ellas, y para ello nos fijamos en el método que el Padre Kentenich aconseja a sus oyentes en las tardes de los lunes de Milwaukee. Cuatro son las tareas que les señala al respecto: valorar o ver, disfrutar, renunciar y dominar las cosas, siempre correctamente: o sea, valorar correctamente, disfrutar correctamente, renunciar correctamente y dominar correctamente las cosas.

Y para aclarar lo que quiere decir con la palabra correctamente, subraya que la condición para ello es que no separemos nunca las cosas terrenas de Dios. Todas las cosas, todos los acontecimientos, incluso los más pequeños o problemáticos, debo ponerlos siempre en relación a Dios, considerarlos siempre desde la perspectiva de la fe. Y también la cruz y el sufrimiento. Gráficamente nos invita a usar para ello el “catalejo” o telescopio de la fe, o a “poner una escalera” y subir por ella hacia Dios, ver en todo ello los planes de amor de Dios.

A todos nosotros nos cuesta poner en práctica el consejo que el Padre nos da. Para superar esta dificultad nos recuerda las palabras de Jesús a sus discípulos: "En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados." en Mateo 10,30.

“Tienen que ver de qué forma tan popular puede exponerlo el Señor. Dice él: Ni siquiera un cabello… Son los cabellos pequeños que se encuentran en la parte posterior del cuello. ¡Santo Dios!, ¿quién presta atención a esos pequeños cabellos, a ese vello del cuello? ¡Cuántos cabellos de ese tipo se caen sin que nadie se percate! ¿Qué quiere decir el Señor con esto? Ni siquiera un pequeño cabello cae de vuestra cabeza sin que haya estado en el plan de Dios. ¿Entienden qué quiere decir? Es una protesta contra la concepción errónea de que Dios no se preocupa más por nosotros. Como ven, Él lo ha expresado de forma muy popular. Dicho en términos de principios, significa que Dios se preocupa de cada uno y, en cada uno, de cada nimiedad.”

Un desafío para el hombre moderno, pensar que hasta un resfriado no ocurre sin que Dios se interese por nosotros. Todo, hasta la más “pequeña nimiedad”, dice el Padre Kentenich, todo lo tiene registrado el Señor. Nada viene por azar, todo viene de la bondad de Dios. Es difícil entenderlo porque nos falta el espíritu de fe. Es aquí adonde debemos aplicar lo del “catalejo”, o aquello otro de la “escalera” para acceder a las alturas divinas.

Una forma adecuada para avanzar en este camino es el método peculiar de meditación que se practica en Schoenstatt:

¿En qué consiste? Imagínense que ahora se están yendo a casa o tienen un par de minutos libres, o van en el coche, o en el tranvía, o no sé lo que hacen cuando están solos y en silencio. En esos casos solemos hacer lo siguiente: reflexionamos qué sucedió ayer durante todo el día. ¿Qué vivencias he tenido ayer? ……. Ahora viene la gran pregunta: Dios querido, ¿qué quieres tú con ello? ……. Entonces coloco primero la escalera para el entendimiento. Ahora tiene que subir la cabeza. Tengo que preguntar, a la luz de la fe: Dios querido, ¿qué es propiamente lo que quieres decirme con lo sucedido? Entonces tienen que reflexionar sobre lo que él quiere decirles. A menudo, Dios puede decir mucho con muy pocas palabras. ……. Después hay que colocar la escalera también para el corazón. ¿Qué significa eso? Le regalo a Dios mi corazón y le digo: Dios querido, tienes que ayudarme a que mi corazón permanezca también puro, que no me dé a los demás de forma tan dura, cruel y desmotivada. ……. En lo dicho he permanecido completamente en la tierra, en el nivel de lo cotidiano, pero he ascendido al mismo tiempo bien hasta lo alto, hasta Dios.”

La meditación diaria nos ayudará a valorar correctamente las cosas del mundo poniéndolas bajo la perspectiva de la mirada y de la voluntad de Dios. Buscar la forma y manera de adentrarnos en todo a Dios. Poder decir “Mi Dios y mi todo”.

Nos quedan los otros pasos: aquello de disfrutar, renunciar o dominar correctamente las cosas. Para explicarlo les trae a sus oyentes de nuevo una referencia a San Francisco de Sales:

“San Francisco de Sales escribió una vez frases muy hermosas a una señora. La dama estaba casada, y el marido tenía siempre una actitud muy moderna y mundana. Ella no podía ir a la iglesia. A lo sumo lograba alguna vez ir el domingo a escondidas y fugazmente a la iglesia. Y tenía que vestirse de tal modo que apenas resultaba decente, y muchas veces tenía que cambiarse la ropa de etiqueta.
¿Y saben qué le aconsejó san Francisco de Sales? ¿Qué piensan ustedes? ¿Habrá dicho: dale pedradas a tu marido y, después, búscate otro o divórciate? No: no hizo tal cosa. La mujer quería llegar a ser santa. Y san Francisco de Sales le dio una respuesta peculiar: seguramente no es correcto lo que hace su marido. Y entiendo bien que eso hiere su interioridad más íntima. Pero no debe olvidar que Dios está detrás de ello. Y ¿qué quiere Dios? Quiere tener su voluntad, su corazón. ¿Y qué hace Dios por ese motivo? Quiebra su voluntad propia. ¿Y a quién utiliza para hacerlo? Utiliza la superficialidad de su marido. Por eso le aconsejo apretar los dientes. Procure dar alegría a su marido aun cuando su corazón esté sangrando. Está usted en el camino a la santidad.
¿Quién ofrece ahora el mayor sacrificio en este caso? ¿Piensan ustedes que es la carmelita, que ayuna y está acostumbrada a hacerlo, o la mujer que "sólo" enfrenta y domina su vida? Ahí ven ustedes qué es santidad en el mundo. ¡Y cuántos santos hay en el mundo a quienes nadie ve! La santidad consiste en "cortarle la cabeza" a la voluntad propia y entregar totalmente mi voluntad a Dios.”
  
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Para leer o escuchar la sinopsis y la charla haz 'clic' en el siguiente "Enlace":

Ver correctamente las cosas del mundo - 7 de mayo de 1956

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