Una vez más, y como lo viene haciendo en el transcurso
del año 1956 en las celebraciones del día de la alianza, los 18 de cada mes, el
Padre Kentenich se refiere a la rosa, a la ‘Rosa mystica’ y a la rosa de
nuestros jardines. En la plática del mes de julio ve a María como “salud de
los enfermos” y como “refugio de los pecadores” y lo explica a
través del poder curativo del agua de rosas. Hoy se refiere al aceite de rosas
y a su simbología como expresión de la misericordia. Es María la madre de la
misericordia.
Para explicar esta comparación recuerda el episodio
evangélico de Lucas (10, 25-37), el hombre apaleado y herido en el camino de
Jerusalén a Jericó y el samaritano que sintió compasión de él y le curó las
heridas con aceite. En la antigüedad el aceite era usado para curar las
heridas, refrescar la piel y todo el cuerpo del enfermo. En la antigua
simbología cristiana se muestra al olivo, el árbol del aceite, como el símbolo
de la paz, de la misericordia y de la reconciliación.
“Observen ustedes ¿qué significado
tiene el aceite de rosas? Yo pregunto primero: ¿Quién es la rosa? La rosa es la
santísima Virgen. ¿Qué significado tiene el aceite de rosa? De esa rosa se
desprende misericordia. ¿Cómo se nos muestra la santísima Virgen? Como Mater
misericordiae.”
Misericordiosa fue María durante su vida y con toda
misericordia ha servido a sus semejantes. Por misericordia también dejó que
clavaran a su hijo en la cruz. Por amor a nosotros, por amor también a mí. Lo
que hizo en la tierra lo sigue haciendo en el cielo. Como su hijo, que desde la
cruz atrajo todas las cosas hacia Él, así Ella quiere atraer desde el cielo a
todos nosotros hacia sí misma y hacia su hijo Jesús.
“Miren, si Ella atrae a
todos los corazones hacía sí, queremos pensar que lo hace especialmente con
nosotros que hemos sellado una alianza con Ella: es nuestro corazón el que
desea atraer hacia sí. Reflexionando de qué forma quiere atraer de nuevo
nuestros corazones, podríamos decir que lo hace mediante sus ojos, mediante sus
manos y mediante su propio corazón.”
Recordando el texto de la Salve invita a sus oyentes a
rezar aquello de “Ea, pues, Señora Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos
tus ojos misericordiosos …..”. Porque María es la madre buena que no deja
solo a su hijo enfermo o necesitado, que no le pierde la vista.
“Ahora debemos fijarnos
especialmente en los ojos de la santísima Virgen. En verdad que son unos ojos
bondadosos y misericordiosos que nos atraen y despiertan. ….. Sus ojos me buscan también y quieren
saber cómo está el hijo, si está en peligro o necesita de su apoyo y socorro”.
En este día de alianza, el 18 de agosto, día muy cercano
a la festividad de la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo, el Padre
Kentenich nos recuerda que el buen Dios hizo a María madre nuestra y le regaló un
corazón maternal. Ella desde el cielo pone sus ojos en nosotros para cuidarnos
como lo hace cualquier madre terrenal con el hijo de sus entrañas. Por eso le
decimos: “vuelve a nosotros tus ojos de misericordia”.
Aceite de rosas por aceite de rosas, misericordia por
misericordia. María necesita también de nuestros ojos, de nuestra mirada, para
llevar a cabo su tarea. Nos necesita como instrumentos. ¿Tenemos nosotros ojos
de misericordia? La santísima Virgen está desvalida, como el Padre de los cielos
está también “desvalido”. Él quiere redimir el mundo y necesita nuestra
colaboración. Al sellar nuestra alianza de amor con María, Ella nos regala su
corazón y sus ojos misericordiosos. Y nosotros le regalamos los nuestros.
“Quiero ser misericordioso con
la Virgen, mediante mis contribuciones al capital de gracias. Misericordioso.
Me entrego a Ella como instrumento, Ella puede hacer conmigo lo que desee, nada
quiero poseer para mí, todo se lo entrego a Ella”.
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Para leer o escuchar la
plática mencionada haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
(disponible en español sólo la sinopsis,
dado que sólo se ha editado el texto alemán)
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