viernes, 26 de julio de 2019

El perfume de la rosa, santidad por santidad


Nos encontramos en la celebración de un nuevo día 18, el dieciocho de mayo de 1956. Es el día de la alianza, el día en la que los hijos de Schoenstatt renuevan, a ser posible en el Santuario, su alianza de amor con la santísima Virgen. El Padre Kentenich está en esta ocasión también en el Santuario, y renueva junto a los allí presentes su alianza con María. Lo hace, y pide a los suyos que así lo hagan, para expresar el amor a la Virgen y para protestar contra todo lo que pueda apartarles de ese amor a ella.

La renovación de este día estará marcada por un acento especial que quiere ser la motivación que lleven a su casa los matrimonios presentes en el acto. Antes de detenerse en ello, el Padre Kentenich recuerda que en las celebraciones de los meses precedentes lo habían hecho, recordando el ramo de rosas del día de su alianza, bajo las consignas de rosa por rosa, espina por espina, hoja de rosa por hoja de rosa y capullo de rosa por capullo de rosa (Ver comentarios en las ‘entradas’ anteriores). En este nuevo día 18 la consigna quería ser el intercambio mutuo del perfume de la rosa, que nuestro fundador interpreta como un intercambio de la santidad, es decir la santísima Virgen nos regala su santidad y nosotros le regalamos el esfuerzo por nuestra santidad.

Lo hace basándose en la iconografía de santa Cecilia, aquella mártir romana que nosotros recordamos como patrona de la música. Según cuenta un tratado de vidas de santos de la antigüedad (La leyenda dorada), Cecilia, que había consagrado a Dios su virginidad, recibió de un ángel en el día de la boda una corona de azucenas, mientras que su marido Valeriano recibía otra corona, en este caso una corona de rosas.  Un regalo que quería apuntar hacia la santidad de los dos esposos. Ambos fueron martirizados a causa de su fe. En ambas coronas y en su perfume ven los autores piadosos el perfume de la santidad. Así también el Padre Kentenich. Leemos en la plática de este día:

“Mi querida Familia de Schoenstatt, pienso que también nosotros podríamos ver de alguna manera al ángel de Schoenstatt delante de nosotros. También él sostiene dos coronas de rosas en las manos, una sobre la cabeza de la santísima Virgen y la otra sobre nuestra cabeza. Y ahora, escuchen la consigna: ¡Corona por corona! ¿Qué significa la frase? La santísima Virgen quiere colocar su corona de rosas sobre nuestra cabeza, y nosotros le ofrecemos a la santísima Virgen nuestra corona.

Su corona. ¿Cómo es esa corona? Es la corona de su santidad, el perfume de su santidad. Espontáneamente nos preguntamos: ¿cómo es esa corona, más en detalle? ¡Corona por corona! ¿Cómo es nuestra corona? ¡Oh, aquí podemos constatar muy rápidamente la diferencia! Por un lado, una corona perfecta, asegurada; y, por el otro, una corona imperfecta y aún no asegurada”.

Mientras que la santidad de la santísima Virgen es una santidad perfecta y ya coronada, la nuestra quiere ser la expresión de una lucha diaria, una aspiración por la santidad, por la santidad de la vida diaria. La corona se nos regalará más tarde. Ahora pedimos a ella que cuide de que lleguemos a ser realmente personas y familias santas. Y además, se nos concede también hacer otra petición, que muchas personas, sobre todo aquellas de nuestra propia familia, se vean atraídas por el perfume que emana de la persona de nuestra madre y reina, para que de su mano puedan ser también santas. El Padre Kentenich termina su plática con un consejo:

“Así vemos, pues, la consigna para este mes: ¡Perfume de rosa por perfume de rosa! Y así avanzamos a través del mes. Santidad por santidad.”
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Para leer o escuchar la plática mencionada haz 'clic' en el siguiente "Enlace":

Perfume de rosa por perfume de rosa, santidad por santidad - Plática del 18 de Mayo de 1956

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