Cuando se leen las pláticas del Padre Kentenich de los
días 18 de este año 1956 que venimos comentando, constatamos su gran carisma
pedagógico y las características didácticas y metodológicas que le eran propias
en su trabajo de pastor, educador y guía de almas. Y no sólo eso, sino que
también apreciamos su anhelo y esfuerzo por mostrar a María como la gran
educadora en la espiritualidad de alianza que caracteriza a Schoenstatt y a las
personas y comunidades que la forman.
El grupo de matrimonios de Milwaukee que había sellado su
alianza de amor a principios del año habían regalado a la Virgen como muestra
de su amor un ramo de rosas. Al terminar la ceremonia recibió cada uno una rosa
para llevar a casa, y recordar así lo realizado y vivido en el Santuario; era
el regalo que la Santísima Virgen le hacía a ellos, la muestra de su amor. El
Padre Kentenich observa esta realidad y la aplica en su labor pastoral con el
grupo. No sólo se ha dado un intercambio de rosas, sino que el mismo apunta a
un intercambio de corazones entre los protagonistas de la alianza. Poco a poco,
en los meses sucesivos, en las celebraciones del día de la alianza, irá descubriendo
el simbolismo y la riqueza de este intercambio y proponiendo su aplicación práctica
a la vida de los matrimonios y sus familias.
En la primera celebración del 18 después del día de la
alianza se refirió al intercambio de espinas entre María y los que a ella se
consagran, y les mostró a la reina del cielo como a la Mater dolorosa por
excelencia, aquella que ha padecido por nosotros como corredentora de su propio
Hijo, y a la que le llevamos nuestras rosas sin omitir las espinas de nuestra
propia vida. Cruz por cruz, sacrificio por sacrificio.
En la plática de este 18 de marzo que hoy podemos leer en
el ‘enlace’ que apunto abajo, se fija en las hojas de las rosas, en su color
verde, símbolo de la confianza, en la nervadura de la hoja, símbolo de las
dificultades y en la forma del borde aserrado de la hoja, símbolo de las
elevadas metas de nuestra vida. Hoja de rosa por hoja de rosa. Es la santísima
Virgen la que primero nos regala su confianza y nos invita a que le regalamos a
ella la nuestra, una confianza que quiere mostrarse también en las situaciones
más difíciles, y también frente a las metas más elevadas.
Al mostrar a sus oyentes las cualidades de la confianza
de María destaca, primero, su confianza en Dios puesta de manifiesto en el
canto del Magníficat, en donde ella alaba la omnipotencia, la misericordia y la
fidelidad de Dios con ocasión de la anunciación y en toda su vida posterior para,
segundo, referirse también a su confianza en nosotros. Leemos en la plática:
“La santísima
Virgen asume esta grandiosa meta y, en las situaciones difíciles, cree, confía.
¡Confianza por confianza! La santísima Virgen nos regala esa confianza, esa
confianza heroica en las situaciones más difíciles, (frente a) la grandiosa
meta, (esa confianza) que ella demostró tan espléndidamente. Pero la confianza
de la santísima Virgen tiene también otro lado: se dirige también a nosotros.
Para que
entendamos la magnitud de su confianza haré referencia a una gran ley del orden
de la salvación: Dios es omnipotente, el Salvador es omnipotente, pero ambos
son "impotentes", es decir, no pueden hacer nada sin nosotros. El
Dios omnipotente, el Hijo de Dios omnipotente se ha hecho pequeño, desvalido
frente a nosotros. Es un misterio verdaderamente tremendo, como dice Pío XII. Y
san Agustín nos advierte: Dios ha creado el mundo sin nosotros, pero no quiere
redimirlo sin nosotros.
La santísima
Virgen está también bajo esa misma ley. Ella tiene la gran tarea de ayudar a
salvar el tiempo actual, a colocarlo a los pies del Señor. Y ella depende de
nuestra colaboración. Por eso leemos también: nada sin la santísima Virgen,
pero también nada sin nosotros”.
Nosotros confiamos en la santísima Virgen. Muchos de
nosotros rezamos a menudo “En tu poder y en tu bondad fundo mi vida, en ellos
espero confiando como un niño ….”. Y el Padre Kentenich recuerda que ella
también deposita en nosotros su confianza. ¿Cómo es la confianza que María
deposita en nosotros? Ella deposita su confianza también en nuestro poder, en
nuestra bondad y en nuestra misericordia. Ella espera que asumamos nuestra
misión para el reino de su Hijo con toda libertad y decisión, que lo hagamos
con nuestra magnanimidad y que lo llevemos a cabo con toda nuestra
determinación.
“Por tanto, ¿en
qué basa ella su confianza? Ella nos da una vez más la verde hoja de rosa.
Confía en nuestro poder; confía, segundo, en nuestra bondad y, tercero, en
nuestra fidelidad, en que seremos fieles a ella en todas las situaciones,
también en las más difíciles.
…… Entendemos,
pues, que el grado de su confianza sea magnánimo. Ella confía en que, en su
difícil situación, le ayudaremos a salvar el mundo”.
El Padre Kentenich invita por eso a
sus oyentes a consagrar todas las fuerzas de su vida en la realización del Acta
de Fundación, a construir como instrumentos de la santísima Virgen un mundo
nuevo en Cristo Jesús.
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Para leer o escuchar la plática
mencionada haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
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