Acabamos de comenzar el mes de mayo, el mes de María en
estas latitudes europeas. Es una ocasión de oro para comentar algunas de las
charlas del Padre Kentenich que podemos leer en el tomo 1 de la serie “Los
lunes en la tarde”, y que nos recuerdan nuestra alianza de amor con la Reina de
los cielos en su Santuario de Schoenstatt. El mensaje de estas pláticas sigue
siendo de plena actualidad para todos los que tuvimos el gran regalo de
hacer la alianza con la santísima Virgen.
En la tarde del jueves 2 de febrero de 1956
algunos matrimonios de la parroquia de Milwaukee sellaron su alianza de amor
con María en el Santuario cercano a Milwaukee. El Padre Kentenich les dirigió
la palabra en una pequeña homilía que hoy intentaré comentar, destacando alguno
de los detalles que personalmente más me han llegado al corazón.
Cada matrimonio de los que sellaban la alianza había
llevado al Santuario una rosa roja para regalar a la Santísima Virgen, y estaba
previsto que al terminar el acto cada matrimonio recibiera también una rosa
como regalo de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt. El Padre Kentenich
interpreta la intención de los protagonistas del intercambio: por parte de los
hijos, los que se arrodillaban ante el altar, quería ser la petición de “Madre, no olvides a tu hijo”, y por
parte de María una contestación salida de su corazón maternal, “Hijo, no olvides a tu Madre”. Así leemos
al final de la charla.
La misma comienza con algo que todos nosotros hemos
experimentado alguna vez y que nos agrada experimentar siempre de nuevo, cuando
el ajetreo de la vida diaria en la familia, en el trabajo o en la diversión deja
sitio para ello: la tranquilidad, el silencio.
“Cuanto más avanzamos en edad, tanto
más fuertemente sentimos que no son las horas ruidosas las que satisfacen
nuestro corazón. Todo lo contrario: sentimos que los acontecimientos
silenciosos que tienen lugar en un segundo plano son más importantes que los
rimbombantes y estridentes.
Rememoren aquel momento cuando se encontraron por primera vez con su
cónyuge: fueron horas de silencio, horas muy importantes que significan mucho
para nosotros. Cuando intercambiaron los anillos… una hora silenciosa, una hora
significativa… Cuando nació el hijo… una hora silenciosa. Así pues, las horas
silenciosas, ocultas, son a menudo las más importantes.
El ruido nos inquieta, pero no cala profundamente en el corazón. En las
horas silenciosas se gesta lo grande.”
Y efectivamente, algo grande y decisivo para los allí
presentes se estaba gestando en el silencio de la oración. Quería ser un
perfecto intercambio de corazones entre María, nuestra Señora de Schoenstatt, y
los que hacían la alianza. En ese intercambio de amor, María decía un sí sin
condiciones a cada una de las personas que se entregaban a Ella, un sí personal
a cada persona tal cual era, regalándole un hogar en su corazón de Madre.
“……. Pero muy distinto es el caso de
María: ella pronuncia un sí personal a mi persona, me acepta tal cual soy; me
acoge muy personalmente.
Mediten sobre cuánta gente pide e implora ser amada, tener hogar en el
corazón de una persona amada. Pero ningún lugar es como el nuestro: nosotros
tenemos un hogar, un hogar personal, un nido en el corazón de la santísima
Virgen.
Vamos avanzando en años; algunos de nuestros hijos piensan ya en casarse.
Sentiremos el vacío que dejarán en nuestro hogar. Entonces recordaremos que
tenemos un corazón, que conocemos un corazón que nos ama entrañablemente.”
Es el corazón de la Madre de Dios que se nos ha regalado en
la alianza sellada en el Santuario. ¡Un
corazón marcado por el sacrificio! Me ha llamado mucho la atención que el
Padre Kentenich destaque esta característica en un momento que, a primera
vista, pudiéramos llamar de gozo y alegría. El corazón de María está marcado
por la cruz, y ese es el corazón que Ella nos regala.
“¡Sí, hijo!" Su sí está
respaldado por sacrificios, por eso es muy valioso. ¿O acaso nos pasa como a
tantas personas (como comentó alguien hace poco) que se dicen: "La
santísima Virgen está muy lejos; ella es para mí como una estatua de
yeso"?
¡Cuántos sacrificios costaron a la querida Madre llegar a ser nuestra
madre! ¿A qué me refiero? ¿Qué hizo ella? Pues bien ¿cuál era el bien más
importante que poseía? Ella sacrificó por nosotros a su divino Hijo, nuestro
Señor. Tanto nos amó el Padre que entregó a su primogénito por nosotros. Podemos decir lo mismo de María.
Lo más valioso que tenemos son nuestros hijos.
Supongamos que tuvieran que entregar a su único hijo… ¿qué sentirían? Eso pasó
a la santísima Virgen; ella pagó un elevado precio, y lo hizo por nosotros.
Por amor a nosotros ofreció su divino Hijo al Padre.”
Si
tanto le ha costado a Ella ser nuestra Madre, y sellamos con Ella la alianza,
si hemos intercambiado nuestros corazones, es razonable que también me deba
costar algo mi amor hacia la persona amada. En caso contrario sería como un
juego de niños, no tendría trascendencia alguna. En la charla podemos leer:
“¡Te ha costado tanto, Madre! También debe costarme algo a mí. ¿Y qué me
costará a mí? Mi "yo". Doy mi sí al sacrificio, a todo lo que
venga. Doy mi sí a Dios y también a la santísima Virgen.
Mi sí me costará sacrificios. Cuesta mantener nuestras promesas
matrimoniales; cuesta observar los mandamientos en el ámbito laboral y la vida
diaria; ser fieles a nuestros hijos aun cuando éstos nos vuelvan la espalda;
ser fieles a nuestro cónyuge. Le digo sí a mi cónyuge. Todo esto lo incluyo en
mi "sí, Madre". Si queremos ser realmente santos, digamos sí cuando
la santísima Virgen nos lleve lentamente hacia la cumbre del Calvario.”
¿Puede ser una idea para reflexionar y llevar a cabo en
este mes que dedicamos a María?
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Para leer o escuchar la charla completa
haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
Mil gracias por hacer estos textos y reflexiones más accesibles. He intentado escucharlo, pero el enlace lleva solo a un archivo de texto, no de audio, o al menos yo no lo he visto.
ResponderEliminarEstimado Gonzalo, puedes acceder al audio así: cuando abras el archivo de texto aparecerá arriba a la derecha "Lector inmersivo". Accede entonces al audio. Puede ser que no aparezca directamente, pero también lo puedes encontrar a través del menú al que accedes pinchando arriba a la derecha los tres puntitos ... . Buena audición.
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