miércoles, 1 de mayo de 2013

La auténtica grandeza de María


La auténtica grandeza de María: su "sí" a los planes de Dios

Ustedes pueden redescubrir toda la grandeza de la Virgen, la raíz, el significado, la condición de esa grandeza, simple y llanamente en estas palabras: ita, Pater (sí, Padre). Cada segundo de su vida fue únicamente un "Sí, Padre"… De eso se trata: del ita, Pater, de decir sí a los deseos del Padre.

Texto tomado de: "Ansprache an die Marienschwestern", 1950.

María en la anunciación

En este sentido, tienen un ejemplo preclaro en la escena de la anunciación. La santísima Virgen estaba atenta. También nosotros queremos tomar nuestra vida como una cadena ininterrumpida de escenas de anunciación. No es que en cada ocasión tenga que tocarnos un ángel y hablarnos. ¡El ángel del Señor anunció a María! El "ángel del Señor" bien puede ser mi enemigo, mi amigo, el dictador. Y noten que la santísima Virgen, una vez recibido el mensaje, comienza a reflexionar. ¡Si pudiéramos nosotros también reflexionar! «Reflexionó qué podía significar este saludo».

Hoy día hemos usado la expresión: sacramentalidad del momento. Ustedes saben lo que significa. Dios quiere decirme algo en cada suceso y en cada segundo. Y me hace notar que, con cada mensaje, me regala la gracia correspondiente para aceptarlo y realizarlo de acuerdo a su voluntad. Pensemos en la otra expresión: comunión con la voluntad divina. Una expresión bellísima: comulgo en cada momento con la voluntad divina. Y ¿de qué manera se me manifiesta la voluntad divina? Dios mismo me lo dice a través de las circunstancias. Debemos madurar en tal grado que, con el tiempo, lleguemos a ser pequeños artistas, pequeños maestros en el arte de interpretar y aplicar la voluntad de Dios a nuestra vida.

Un maestro de la interpretación leerá la voluntad de Dios en todas las circunstancias, y un maestro de la vida la realizará en toda ocasión. El hombre providencialista es el hombre de visión amplia y profunda. Y tengan en cuenta que tendremos esta visión en amplitud y en profundidad sólo si el Espíritu Santo desarrolla la fe en nosotros, a través de sus dones, hasta su plena madurez.

(Texto tomado de: "Exerzitien für die Bundesschwestern", 1950. Ver „Dios presente“ – Recopilación de textos sobre la Divina Providencia, Editorial Nueva Patris, Santiago/Chile, 2007, Págs. 207 y ss.)

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