Nada hizo
vacilar el sí de María
En la
anunciación, ella pronunció su "sí" y nunca se retractó de él. Ni la
predicción de Simeón —«Mira, este niño va a ser causa tanto de caída como de
resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal de
contradicción y, a ti misma, una espada te atravesará el alma» (Lc 2,34s)― ni
el cumplimiento de este vaticinio en la huida a Egipto y en la muerte del
Señor, fueron capaces de hacer vacilar su sí. Por eso, la Sagrada Escritura
refiere tan elocuentemente: «Junto a la cruz de Jesús, estaba su Madre» (Jn
19,25).
Estaba allí como Madre dolorosa y como Reina de los Mártires, no de una
manera puramente externa: también su alma estaba allí, serena y firmemente anclada
en el terreno del sí que ya había dado. Su trémulo corazón de Madre lo repetía
temblando, incluso cuando manos amigas depositaban suavemente en su regazo el
cuerpo desfigurado y ensangrentado de su Hijo.
Texto tomado
de: "Werktagsheiligkeit", 1938.
"Que se
haga en mí según tu palabra"
Lo que dice
la Virgen no es "quiero", sino aceptación, algo auténticamente
femenino: ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum! (Lc 1,38)
(he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra). Este es el
impulso de entrega de todo el cosmos, que ha hallado aquí una encarnación, una
expresión: ecce ancilla Domini! Es la apertura total, incomparable,
metafísica, a lo divino, al Dios eterno.
En el
transcurso de los siglos, se han dicho muchas palabras, incluso oraciones de
gran peso. Pero la palabra más importante que ha dicho una boca meramente
humana, es esa simple palabra pronunciada por la sencilla sierva de Nazaret.
Aquí no sólo nos deslumbra una obediencia o docilidad moral, es toda la
metafísica de la creación y del hombre la que nos inunda de luz: ecce
ancilla Domini!
A esta
palabra sigue otra llena de vigor y creatividad: la palabra de la
transformación: et Verbum caro factum est! (Jn 1,14) (y el Verbo de Dios
se hizo carne). Así sucede también en nuestra vida: cuando nos abrimos
filialmente a lo eterno y a lo divino, también esto se hace realidad, en un
sentido análogo: et Verbum caro factum est! Entonces, toda palabra
divina tomará forma en nosotros.
(Texto tomado
de: "Pädagogische Tagung", 1950. Ver „Dios presente“ –
Recopilación de textos sobre la Divina Providencia, Editorial Nueva Patris,
Santiago/Chile, 2007, Págs. 207 y ss.).
ResponderEliminar! Que maravilloso seria que nuestra voluntad fuera tan fuerte o mas que nuestra debilidad humana...!. No nos queda mas que volver a pronunciar "SI", y esperar hacerlo bien.