• El amor es
una fuerza creadora
De ahí la
expresión que dice que el amor es de manera singular una fuerza creadora.
¡Una fuerza creadora! Les pregunto: nosotros, que somos educadores talentosos e
ingeniosos ¿por qué tenemos tan poco éxito en la educación? Porque hemos
considerado en medida demasiado reducida la fuerza creadora de los hombres en
la educación. Pablo supo hacerlo mucho mejor. Él orientó en forma totalmente espontánea
su forma de pensar y de actuar a partir del instinto primordial de la
naturaleza humana: soy la forma del rebaño, soy la forma de Cristo, y vosotros
sois mis seguidores. Soy la forma de la grey. Si están
vinculados a mi persona, asuman también mi forma. Esto es así, puesto que,
cuando los seres humanos están vinculados a mí, asumen mi forma, mi modo de
pensar. Ésta es la fuerza creadora. Cuando los seres humanos están vinculados a
mí, yo soy la forma de la grey. Ellos asumen mi forma, mi modo de pensar. Y el
apóstol contó con ello, y no sólo contó con ello sino que lo consideró como
algo evidente: estoy en el centro, soy vuestro jefe, pero vosotros sois de
Cristo. Ahí tienen la gran ley: vosotros os vinculáis a mí pero yo os vinculo a
Dios. Nosotros, que venimos de escuelas intelectualistas y tenemos una
orientación tan fuertemente conceptual, vemos las más de las veces un único camino:
allí está el ser humano, allá está Dios, por tanto ¡directo hacia Dios! En
cambio, Pablo dice: aquí estás tú, allá está Dios, y ahora vas en mí y
conmigo hacia Dios. Éste es el sentido profundo de la educación.
No debemos
despreciar la fuerza creadora del amor. ¿Acaso no lo hemos hecho demasiado? Por
supuesto, no pierdan de vista lo siguiente: si esto es verdad ¡qué imperativo
representa para mí; un imperativo que opera constantemente en mi interior para
ponerme las más altas exigencias! Ya tendrán claro —puesto que he hablado de
nuevos métodos pastorales— es decir, sentirán que hay algo original y
espontáneo que está palpitando en nuestro tiempo. Ya no existe, entre yo y el
pueblo, un eslabón intermedio. Me encuentro con mi personalidad desnuda frente
al pueblo desnudo. ¿Qué debo hacer? Conocer y observar las leyes de la
naturaleza. ¡Por eso, conectar mucho más intensamente mi educación con la
fuerza creadora del amor! ¡Pero, por eso, también aprender uno mismo a servir y
a amar en forma más desinteresada! Ya sabemos: el amor sólo se despierta y se
eleva a través del verdadero amor: si vis amari, ama! (¡si quieres ser
amado, ama!).
• El amor es
el vínculo de la perfección
Valdría la pena introducir aquí toda una serie de
preguntas pedagógicas pero eso no está dentro del interés del retiro. No
obstante, quiero mostrarles algunas frases. Escuchen los pensamientos hasta
donde sea necesario para captar con claridad la ley del amor. ¿Qué pretende el
filósofo con todas estas consideraciones? Escucha la palabra de san Pablo que
dice: el amor es el «vínculo de la perfección» (Col 3,14) y sabe arrojar
sobre esas palabras nueva luz proveniente de la psicología y de la filosofía.
¿Acaso no me vincula el amor en forma perfecta a Dios y a los hombres? El amor
es un vínculo perfecto, un vínculo de perfección, un vínculo en forma perfecta,
un vínculo de unos con otros. Tal vez sea suficiente con estas reflexiones.
(Tomado de Las Fuentes de la Alegría, Págs. 351-352, P. José Kentenich, Editorial Patris, Chile)
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