Según las enseñanzas del padre Kentenich, la espiritualidad de Schoenstatt es depositaria de tres mensajes: la alianza de amor, la fe en la divina Providencia y la fe en la misión. A estos tres mensajes corresponden tres caminos: la espiritualidad de alianza, la santidad de la vida diaria y la espiritualidad de instrumento.
Ya al echar una primera mirada sobre estas categorías básicas de nuestra espiritualidad, se advierte que, junto con la alianza de amor, la fe en la divina Providencia ocupa un lugar central. Y al observar con mayor detenimiento se percibe enseguida en qué medida en este mensaje de la fe en la divina Providencia subyace también una especial originalidad y misión del padre Kentenich y de su espiritualidad. Esa originalidad se nos manifiesta cuando planteamos la pregunta: ¿Cómo reconocer la voluntad de Dios en el marco de su providencia? La teología y espiritualidad corrientes nos responderían enseguida remitiéndonos a la revelación en Jesucristo, a las Sagradas Escrituras, a la tradición y a la doctrina de la Iglesia. …… Pero el padre Kentenich escoge un punto de partida más abarcador. Le interesa poner a disposición medios auxiliares para la toma de decisiones en la vida diaria (santidad de la vida diaria). ….
El texto que
sigue expone los criterios elaborados por el padre Kentenich para reconocer la
voluntad de Dios.
“En todo la espiritualidad del instrumento se basa en el
deseo y voluntad de Dios. De ahí que ponga mucho énfasis en conocer esa
voluntad. Está en su misma naturaleza aprovechar como fuente de conocimiento el
carácter instrumental de las cosas creadas: la palabra hablada, las causas
segundas, la estructura del ser de las cosas, las corrientes de la época, el
acontecer mundial o las disposiciones y permisiones en la vida personal.
La palabra de Dios
1. Dios nos habla mediante las Sagradas
Escrituras y las mociones y luces interiores
Por eso la espiritualidad de instrumento se deja inspirar
con gusto por la palabra de Dios, vale decir, lee con gusto las Sagradas
Escrituras. Lo hace a menudo, con provecho, reparando cuidadosamente en las
inspiraciones de la gracia.
Para no errar en lo concerniente a la lectura de las
Sagradas Escrituras, se atiene a la interpretación de la Iglesia; y para no
errar en lo concerniente a las mociones interiores, pone empeño en cultivar una
sencilla apertura ante el confesor o director espiritual.
2. Las causas segundas libres
Dios creó libre al ser humano y por respeto a esa
libertad lo utiliza con gusto como corregente en el gobierno del mundo. Así hay
que entender el axioma: Deus operatur per causas secundas liberas. En este sentido puede aplicarse análogamente a Dios y su praxis la ley de la
transferencia orgánica, vale decir, la sabiduría eterna transfiere al ser
humano una parte de sus cualidades, por ejemplo, una porción de su sabiduría,
poder, bondad y fidelidad, a fin de guiar, ganar y vincular a sí otros hombres.
Por lo común, mediante esas personas Dios comunica sus deseos e intenciones a
otros. Así procedió con san Pablo luego de su conversión: lo condujo hacia
Ananías, quien le había de decir qué hacer.
La espiritualidad del instrumento posee un órgano formado
para percibir la voluntad de Dios en fuentes de conocimiento que en sí mismas
son instrumentos. No espera obstinadamente a que Dios le comunique directamente
su voluntad, sino que mantiene un fino oído para todo lo que Dios le haga saber
mediante instrumentos, mediante causas segundas libres. De ahí que
sencillamente tome como norte el deseo y voluntad de la Iglesia y de los
superiores, los estatutos y las costumbres. Porque precisamente es Dios quien
le habla clara e inequívocamente por esas vías. Mientras los escuche y sea
dócil a ellos, estará a salvo del peligro del autoengaño y de las insinuaciones
del Maligno.
Entre nosotros esa fuente de conocimiento estuvo presente
y fue utilizada intensamente ya desde los albores. Testimonio de ello es el
organismo de vinculaciones, usual entre nosotros, con sus diferentes leyes: ley
de la transferencia orgánica, del traspaso y ahondamiento orgánicos y de la
transmisión orgánica.
[…]
3. La estructura del ser de las cosas
Desde siempre la estructura del ser de las cosas
desempeñó un papel especial entre nosotros, los que continuamente nos
esforzamos, tanto ayer como hoy, por discernir el deseo y la voluntad de Dios.
He aquí la fuente que nos señala la gran ley que, a modo de un hilo rojo
fácilmente reconocible, recorre nuestra "santidad de la vida diaria",
nuestras costumbres y pedagogía: Ordo essendi est ordo agendi: el orden
objetivo de ser es la norma de todo nuestro estilo de vida, hasta en sus
mínimos detalles.
Partimos del hecho de que las cosas creadas son no
solamente ideas encarnadas de Dios sino también deseos de Dios. Consideramos
toda cosa creada como una palabra de Dios y una palabra que nos habla de Dios.
Por eso todas las cosas creadas, tanto naturales como sobrenaturales pueden ser
contempladas como un libro que habla sobre Dios, como una viva enseñanza sobre
Dios que rara vez nos fallará cuando se trate de discernir los deseos de Dios. ……”
Kentenich Reader, Tomo 2
Muchas gracias. A veces olvidamos nuestra formación básica en SCHOENSTATT. Es bueno recordar para seguir aplicando las enseñanzas del Padre a nuestra vida diaria. La fe en la Divina Providencia es esencial para nuestro diario vivir. Muchas veces es en las pequeñas cosas que Dios nos habla. Y muchas veces no nos damos cuenta. Dios no habla con voz de trueno.
ResponderEliminarMuchas gracias. A veces olvidamos las enseñanzas básicas de SCHOENSTATT. Es bueno recordar. Muchas veces Dios nos habla en las cosas pequeñas y no le reconocemos. Dios no habla con voz de trueno.
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