viernes, 20 de septiembre de 2024

LA EDUCACIÓN DE LAS CHICAS

Tarea y efectos de la educación de las mujeres adultas y de las jóvenes para la cultura

Ustedes no saben qué servicio están prestando a la cultura actual, a la cultura en su conjunto, qué servicio están prestando al cristianismo, al catolicismo, si nuestras dirigentes logran cincelar, por decirlo así como por arte de magia, pequeñas marías a partir de cientos y cientos de miembros de la Familia, con la piedra, con el mármol que muchas veces representamos.

Aunque solo sea una pequeña fracción, ni se imaginan qué bendición están haciendo descender del cielo para gran redención del mundo actual, sobre todo del mundo masculino.

J. Kentenich, 29.05.1967, en Texte zum 31. Mai 1949, 190 s.

Elaboración de la consciencia del propio sexo y de la propia misión

Hay que concebir al varón y la mujer como diferentes en el modo de ser y muy diferentes pero [] de igual valor. Ahora bien, nuestra tarea es llevar esta concepción y luchar por ella en todo el ámbito público, [pero] no con mucho discurso, sino educándonos y educando a las que nos han sido confiadas según esa misma concepción.

J. Kentenich, 21.05.1932, en Marianisch-pädagogische Tagung (manuscrito), 300 s.

Tenemos que procurar que el modo de ser propio de la mujer adquiera de nuevo una fuerte consciencia del propio sexo y de la propia misión. O sea, elaborar fuertemente esa consciencia del propio sexo y de la propia misión. Este tiene que ser el sentido de nuestra educación femenina.

J. Kentenich, 21.05.1932, en Marianisch-pädagogische Tagung (manuscrito), 323

Nos hemos puesto terriblemente inseguras porque toda la cultura ha tirado todo por la borda, porque nos enfrentamos aquí a circunstancias nuevas. De ahí esa enorme inseguridad. ¡Qué grande es, por eso, nuestra tarea como educadoras de las jóvenes! Si lográramos educar a una sola de ellas para que fuese una auténtica chica, ¡qué gran acción cultural habríamos realizado!

J. Kentenich, 28 al 31.05.1931, en Ethos und Ideal in der Erziehung, 152

Cultivar los valores específicamente femeninos

Si el mundo de las chicas en la actualidad se caracteriza [, por un lado,] por la falta de hogar y la falta de sostén y, por el otro, por una baja valoración personal, en nuestra educación tendremos que poner especial énfasis en el cultivo del sentido de familia y de los valores específicamente femeninos. Toda nuestra educación tiene que estar orientada a que la joven moderna adquiera el orgullo de ser una chica, de encarnar en sí valores específicamente femeninos. Y seguramente vislumbrarán ustedes qué enorme importancia tiene la devoción mariana según estos dos aspectos.

J. Kentenich, 28 al 31.05.1931, en Ethos und Ideal in der Erziehung, 57 s.

Cultivo de una sana sensibilidad y de un sano sentimiento de culpa

Si quieren ustedes educar a una mujer, sobre todo en el sentido del tiempo actual, tienen que descender hondo al sótano del subconsciente y del preconsciente. Hablo intencionalmente de «sentimiento» a fin de dar cuenta del carácter de impulso originario, un impulso que puede atribuirse a dos o tres raicillas. Ya lo hemos dicho en otra ocasión. Aquí se trata, [primero], de la percepción delicada de lo que moralmente corresponde, [segundo], del sentimiento de culpa y, por último, de la necesidad de castigo. Son cosas sencillas y tienen también su importancia para la naturaleza masculina, aunque con otros matices. En general creo poder decir que, hasta donde alcanza mi observación, la naturaleza del varón y de la mujer se aproximan hoy en día mucho más de lo que ha sido nunca el caso en el pasado. Esto no significa que hubiese que hacer de la mujer un varón y del varón una mujer. Solo que hay que saber esto para no intervenir erróneamente y poder formar y plasmar también algo originario, natural y propio, a saber, el varón y la mujer enteros, de modo que más adelante se despierten y complementen mutuamente en una recíproca relación de tensión.

J. Kentenich, diciembre de 1965, en Rom-Vorträge, 158 s.

 

viernes, 13 de septiembre de 2024

LA EDUCACIÓN DE MUCHACHOS Y CHICAS

La educación de los muchachos 

(La próxima semana publicaremos la reflexión sobre la educación de las chicas)

Una fantástica disposición para la crítica.

La reflexión del adolescente sobre sí mismo desemboca muy pronto en una disposición casi fantástica para la crítica. El varón adolescente está predispuesto ante todo a la crítica en cuanto a lo «verdadero». Se convierte en filósofo. Su tanteo en búsqueda de la verdad absorbe todas las cuestiones: su propia vida, el nacimiento, la muerte, la vida sexual, la libertad.

¿Dónde están las causas? Una de ellas, que no raras veces genera ansiedad en jóvenes escépticos, es la sinceridad de los adultos. Si en esa edad el educador no es sincero hasta en los mínimos detalles, puede provocarle muchas luchas al varón adolescente.

Recuerdo en este punto mi propio desarrollo. Yo era un escéptico nato. Lo fui hasta la ordenación sacerdotal. Estudiaba mucho, a menudo hasta entrada la noche. Leía todo tipo de cosas, pero no llegué a ser más maduro por ese camino. Me uní a uno que era mayor. Una vez comprobé que había incurrido en una exageración. El resultado fue el siguiente: si no puedes creerle en ese punto, tampoco puedes hacerlo en otras cosas.

Dar respuesta.

Esto es lo más necesario: que como jóvenes encontremos a una persona ante cuya autoridad nos inclinemos instintivamente. Conozco a un muchacho que no encontró a nadie que pudiese resolver sus dudas. Los mismos profesores mostraron a menudo su lado flaco. La consecuencia fue que el joven tuvo que luchar durante muchos años con la fe. ¿No lo han notado ustedes mismos? Los que menos saben son los que más insisten en su autoridad. Cuanto más lo hacen, tanto más irritan el entendimiento y, de ese modo, empujan al muchacho a una soledad cada vez más profunda. El despertar de la disposición para la crítica es algo edificante, grato. Por eso, no inquietarse cuando el varón adolescente ya no cree, cuando se vuelve crítico. No es un brote salvaje si presenta dificultades. Ante todo, no es más que el sano despertar del alma. Si el alma no hubiese despertado, no podría realizar nada grande en el futuro, no podría imponerse. Este período de la disposición para la crítica es solamente un estadio transitorio en el que el muchacho manifiesta gusto y amor por los juegos del pensamiento, por el ajedrez. Justamente en ese tiempo tengo que dar respuesta a las preguntas del muchacho. Por lo común, esta disposición para la crítica no se expresa en el muchacho en un apasionamiento, pues tiene su correctivo en las muchas exigencias de la vida.

Sin embargo, hay tipos para los cuales el afán de crítica es un peligro permanente. ¿Dónde reside su curación? Solo en que se vean arrojados a la vida y tengan que trabajar y luchar. Solo se curarán cuando hayan podido comprobar la verdad en la vida.

Pero ¿dónde reside el sentido profundo [de todo esto]?

Búsqueda de seguridad.

Primer sentido: no es más que la expresión de un sentimiento de vida sano. Podemos contenerlo, pero no cercenarlo.

Segundo sentido: es la búsqueda de seguridad en sí mismo.

¿Por qué se habla tanto? Para estar seguro de que otros lo comprenden a uno. Por eso [en el muchacho] no hay cesión alguna. Solo comprendo lo que he reconocido. Soy ciego para las razones de los demás. ¿Por qué se confía tan ciegamente en la tesis del profesor? Es la necesidad de seguridad para sí mismo. El muchacho adolescente no puede soportar a la larga la inseguridad constante. Por eso, tanto para el educador como para el educando parece importante estar ante todo muy identificado con una dirección muy determinada antes de procurar conocer las otras.

Tercer sentido: A menudo puede no ser nada más que un bello espectáculo. Pero eso es muy exterior. Mucho más importantes eran los otros dos puntos.

J. Kentenich, septiembre de 1926, en Zur Psychologie der Jugend. Seelenführerkurs, 50 ss.

 

viernes, 6 de septiembre de 2024

PEDAGOGÍA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Bautizar la técnica.

Para nosotros como jefes rige la consigna de adherir fervorosamente a Schoenstatt desde el punto de vista de que queremos construir un nuevo orden social. Lo que queremos no es sentarnos en nuestro pequeño cubículo y rezar, ni encarnar el benedictinismo en nuestras filas y llevar una serena vida interior. Sin duda, eso también lo queremos, pero solamente para llegar a ser, en última instancia, conquistadores del mundo, para representar de nuevo a Colón, construir un mundo nuevo y ponerlo a los pies de Dios, participar en la gran misión que tiene la santísima Virgen en el tiempo actual.

¿Cuál es, desde ese punto de vista, nuestra tarea frente a la técnica? Permítanme que se lo diga claramente: no queremos asesinar la técnica nosotros también utilizamos los frutos de la técnica sino que, para retomar una antigua frase, tenemos que bautizar la técnica.

¿Qué significa eso, en la práctica? Significa que todo lo grande que ha concebido la mente humana, lo que ella ha inventado, ha creado, lo que ha hecho surgir creativamente, todo eso queremos incorporarlo en los grandes planes del Dios trino.

¿Qué tenemos que procurar? Que también la técnica y el hombre técnico, la sociedad técnica, vuelva a comprender esta frase: el mundo es siempre una imagen del Dios trino, y la misión del mundo de mañana es exactamente la misma que tenía en el pasado. No queremos ser seguidores de la máquina, sino utilizar todo lo mecánico para llegar a ser seguidores de Dios y seguidores de Cristo. Podrá el ser humano crecer sin límites: nosotros queremos alegrarnos de eso. Verdaderamente, el ser humano ha logrado cosas enormes.

Pienso, incluso, que quien comprenda en cierta medida todas estas cosas se derrumbará, experimentándose como una pequeña nada, aplastado por todo lo grande que hay en la creación y por el hecho de que el hombre lo haya transformado y el modo en que lo ha hecho. Pero, por el otro lado, no olviden esto: Deus semper maior [Dios siempre es más grande]. Nosotros somos pequeños y nos sentiremos cada vez más pequeños.

J. Kentenich, 14 al 18.10.1967, en Oktoberwoche 1967, 136 s.

¿Dominar o dejarse dominar?

Entonces ¿hemos de retroceder a la Edad Media, sacar las líneas férreas, cortar los cables telegráficos, dejar la electricidad a las nubes, devolver el carbón a la tierra, cerrar las universidades?

No ¡nunca! ¡No queremos, no debemos ni podemos hacer eso! Por lo tanto ¡adelante! Sí, avancemos en la exploración y conquista de nuestro mundo interior por medio de una consecuente autoeducación. Cuanto más progreso exterior, tanto mayor profundización interior. Esta es la llamada, ésta es la consigna que se da en todas partes. […]

En adelante ya no debemos permitir que nuestro saber nos esclavice, sino que debemos tener dominio sobre él. […] ¡Por eso: autoeducación!

Adicción.

La adicción […] es una cadena de esclavitud. Es una carencia de libertad personal.

J. Kentenich, 13.01.1958, en Am Montagabend, t. 7, 221

¿Siempre viendo la televisión?

Si nosotros también comenzamos a hacerlo como la mayoría de las familias hoy en día, que están siempre viendo la televisión […], la familia se verá destrozada. [Sus miembros] se volverán extraños unos de otros.

J. Kentenich, 01.10.1956, en Am Montagabend, t. 3, 297

¿Es preciso que vea todo?

Y mis ojos tienen que ver todo. Entonces, naturalmente, tengo mi televisor, que está siempre funcionando cuando estoy en casa. Y precisamente las cosas más atractivas son las más importante para mí. ¿Se dan cuenta? ¡Detrás de eso no hay fuerza alguna! No hay personalidad alguna.

J. Kentenich, 13.08.1956, en Am Montagabend, t. 3, 146

Deshacerse de las imágenes que representan una carga.

¡Cuántos de nosotros estamos muy cansados corporal y psíquicamente por el trabajo! Cuanto mayor es la exigencia y la carga que experimenta en ello el campo consciente, con tanto mayor facilidad puede producirse una irrupción de las imágenes encerradas en el subconsciente tan pronto como cede la sobrecarga del consciente. Es como con un barril lleno. Aunque solo se lo llene de a gotas, finalmente, termina por desbordar en cuanto está lleno. […]

Por de pronto, tenemos que procurar que ciertas cosas no entren en el subconsciente, que no puedan ser absorbidas tan fácilmente en el alma. Pero, una vez que están, debemos procurar que pronto sean expulsadas de nuevo (= procesadas). […]

Contemplar imágenes buenas. Hay que introducir en el subconsciente pensamientos positivos, imágenes buenas. Pero no de forma compulsiva.

J. Kentenich, 1927, en Allgemeine Prinzipienlehre, 63 s. (Ein Durchblick in Texten, t. 1, 239)